La Gran Selva Maya: ¿Puede una Reserva Salvar el Futuro del Trópico Mesoamericano?

México, Guatemala y Belice anuncian un ambicioso corredor biocultural ante la amenaza del crimen organizado, la tala ilegal y los megaproyectos

Un anuncio histórico en defensa del medio ambiente

En un esfuerzo conjunto sin precedentes, México, Guatemala y Belice han anunciado la creación de un gigantesco corredor biocultural que abarcará más de 14 millones de acres (5.7 millones de hectáreas) de selva tropical. Bautizado como La Gran Selva Maya, este ambicioso proyecto se convertirá en la segunda reserva más grande del continente americano, superada únicamente por la selva amazónica.

Pero más allá del discurso ambientalista, este anuncio conlleva desafíos monumentales: crimen organizado, tala ilegal, proyectos de infraestructura controversial y la necesidad de involucrar a comunidades locales históricamente olvidadas.

Un territorio en disputa: más que biodiversidad

El corredor abarcará regiones del sur de México (especialmente en la Península de Yucatán), el norte de Guatemala y partes del oeste de Belice. Esta zona, además de ser de las más biodiversas del planeta, es terreno fértil para actividades ilegales como el narcotráfico, la minería clandestina y la migración irregular.

Según Rafael Maldonado, abogado y defensor ambiental de Guatemala:

“El Estado no ha ejercido soberanía sobre estas regiones durante décadas. Convertir a las comunidades en aliadas será crucial; de lo contrario, las mafias seguirán ocupando el vacío.”

Cocaína, narcopistas y tala indiscriminada

Organizaciones medioambientales han denunciado por años que la selva maya está salpicada de pistas de aterrizaje clandestinas, utilizadas por avionetas con cargamentos de cocaína que llegan desde Sudamérica. También es una zona crítica de paso para migrantes centroamericanos rumbo a Estados Unidos.

La tala ilegal, impulsada por el crecimiento de la ganadería y la agricultura comercial, ha destruido decenas de miles de hectáreas en los últimos años, especialmente en áreas como Petén (Guatemala) y Campeche (México).

El rol clave de las fuerzas de seguridad

La importancia de la seguridad fue destacada por la Secretaria de Medio Ambiente de México, Alicia Bárcena, quien admitió que sin la participación de las fuerzas de seguridad regionales, el proyecto fracasaría.

“No vamos a proteger la selva solos. Necesitamos la presencia del ejército y las fuerzas de seguridad para quitarle el control al crimen organizado.”

Guatemala ha anunciado que desplegará soldados en puntos estratégicos, mientras que México quiere reforzar la vigilancia con ayuda de la Guardia Nacional.

Comunidades rurales: ¿problema o solución?

Pero enviar soldados podría ser insuficiente si no se enfrenta al problema estructural de la pobreza en las comunidades rurales. Muchas de estas viven del carbón vegetal, la tala y el cultivo de palma africana o ganadería extensiva.

Orantes, ministra de Medio Ambiente de Guatemala, lo dijo claro:

“Esta no es una batalla solo ambiental. Es también la recuperación del Estado y la sustitución de economías ilegales por alternativas sostenibles.”

¿La solución verde? El programa Sembrando Vida

Como parte de las alternativas económicas, México ha propuesto expandir el programa Sembrando Vida, que entrega hasta $250 USD mensuales a campesinos que siembran árboles. Sin embargo, ha sido fuertemente criticado.

Un informe del World Resources Institute en 2021 reveló que muchas personas talaron bosques para poder inscribirse en el programa y luego reforestarlos, generando un ciclo perverso contraproducente.

Bárcena ha prometido reformularlo para que verdaderamente se adapte a objetivos ambientales.

Desconfianza indígena y la sombra del Tren Maya

Para muchos líderes indígenas y ambientalistas locales como Pedro Uc, radicado en Yucatán, el proyecto es recibido con escepticismo. Esto se debe a las consecuencias del controvertido Tren Maya, impulsado por la administración de López Obrador.

El tren, que recorre más de 1,500 km alrededor de la península, ha sido acusado de causar devastación ambiental, fragmentación de hábitats, desalojo de comunidades y violaciones a derechos de consulta indígena.

Según Orantes, Guatemala ya rechazó propuestas para extender el tren hacia su territorio protegido. El presidente Bernardo Arévalo canceló también la renovación de concesiones petroleras en la Reserva de la Biosfera Maya.

Una gobernanza ambiental nueva: comités y consejos indígenas

Para evitar que el proyecto se convierta en otro espacio de corrupción o desarrollismo extractivo, los tres países acordaron crear:

  • Un consejo tripartito de autoridades ambientales
  • Un consejo consultivo indígena que tendrá voz y voto en proyectos futuros
  • Revisión obligatoria de cualquier obra de infraestructura en el territorio de la reserva

$6 millones para arrancar… ¿son suficientes?

La secretaria Bárcena afirmó que ya se está preparando una hoja de ruta y que se reunirán alrededor de $6 millones de dólares como fondo inicial. Pero los expertos coinciden en que se requerirá una suma mucho mayor.

Conservacionistas como Juan Carlos Franco creen que este primer paso será determinante para atraer financiamiento climático de organismos internacionales como el Fondo Verde para el Clima o el Banco Mundial.

Presiones de desarrollo: turismo, petróleo y narcocapitalismo

Por si fuera poco, las presiones para permitir megainfraestructuras no han cesado. El sector turístico privado en Belice ha mostrado interés en conectar con el Tren Maya. Otros grupos empresariales quieren explotar potenciales corredores energéticos o renovables dentro de la selva.

Hasta ahora, los tres gobiernos afirman que no permitirán megaproyectos. Pero la confianza ciudadana está bajo mínimos. Más aún teniendo en cuenta que en México se mantiene el mismo partido político responsable de muchas de esas iniciativas.

Un futuro compartido bajo el dosel de la selva

La Gran Selva Maya alberga más de 7,000 especies de flora y fauna, incluyendo el majestuoso jaguar, monos aulladores y cientos de especies de aves endémicas. También es el hogar de innumerables comunidades mayas con tradiciones culturales vivas que datan de milenios.

Más allá de la conservación natural, la creación del corredor plantea un nuevo paradigma de desarrollo: uno que combine resiliencia social, gobernanza ecológica y respeto a los derechos humanos.

“No queremos una agenda de cooperación internacional ni una agenda de negocios. Queremos una agenda de la selva maya,” sintetizó Orantes.

¿Será posible? Esa es la pregunta que marcará la próxima década en Mesoamérica.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press