La revolución silenciosa de la justicia: cómo la Women's Court de Hawái está cambiando vidas
Un innovador tribunal enfocado en la rehabilitación de mujeres con adicciones y traumas rompe con el modelo tradicional de justicia penal
Un modelo distinto de justicia nace en Oʻahu
En medio del rígido sistema de justicia penal de Estados Unidos, una corte en Hawái está marcando el inicio de una revolución silenciosa. La Women's Court, que comenzó como un programa piloto en 2023 en la isla de Oʻahu, se ha convertido en una esperanza tangible para mujeres que anteriormente solo encontraban en el sistema judicial castigo, y no recuperación.
Guiado por la jueza Trish Morikawa, este tribunal rompe con todas las formalidades habituales. La sala de audiencia parece más un encuentro familiar que un proceso penal: bebés en brazos, niños jugando en el estrado y mujeres sonriendo al ser recibidas como personas, no como casos judiciales. Es un espacio donde la empatía reemplaza al juicio y donde la reintegración social es el objetivo central.
¿Qué es la Women's Court?
La Women's Court está diseñada para atender a mujeres acusadas de delitos no violentos, muchas de ellas atrapadas en ciclos de adicción y con una historia marcada por el trauma. Se diferencia de los tribunales tradicionales porque adopta un enfoque restaurativo y de salud pública más que punitivo.
Las participantes del tribunal tienen acceso a tratamiento intensivo contra las adicciones, apoyo en salud mental, clases de crianza y asistencia para empleo o educación. El programa puede durar hasta dos años o más, dependiendo del progreso de cada mujer.
Una historia, mil cicatrices
Veronica Hanawahine es una de las protagonistas de este cambio. Su historia es la de una mujer que sobrevivió el abuso infantil, años de drogadicción y una tentativa de suicidio desde la cima del popular sendero Māʻili Pillbox. Hoy, su vida es diferente gracias a la primera Women's Court de Hawái.
“Es tan curioso porque antes vivía en una playa por mi adicción, y hoy estoy acampando en la playa con mis hijos”, relata Hanawahine con una sonrisa, después de haber conseguido un trabajo estable como encargada de limpieza y haber sido desestimada de su libertad condicional.
Resultados que hablan por sí solos
La eficacia de este enfoque no es anecdótica. Según un informe del National Drug Court Resource Center, solo el 13% de graduadas de programas como este reinciden en tres años, comparado con un 44% en el sistema penal tradicional.
En Oʻahu, el programa ha ayudado a docenas de mujeres a recuperar la custodia de sus hijos, conseguir vivienda y mantenerse sobrias. La jueza Morikawa asegura que el costo por persona en este tribunal especial es significativamente más bajo que encarcelarlas. Mientras que mantener a una reclusa cuesta unos $92,000 al año, el tribunal tiene un presupuesto de $705,416 anuales para 30 mujeres. Economía y humanidad de la mano.
Expansión a Hawái Island: la ola crece
Impulsado por el éxito temprano en Oʻahu, el programa se está expandiendo a la Isla Grande de Hawái. En Kona, 14 mujeres en libertad condicional, muchas de ellas con identidades culturales como nativas hawaianas, serán parte del tribunal. Bajo la supervisión de la jueza Wendy DeWeese, recibirán apoyo específico para sus necesidades mentales, emocionales y culturales.
Grayson Hashida, coordinador del tribunal de drogas del Tercer Circuito, explicó que se contratará personal con experiencia en salud femenina, especialistas en cultura hawaiana y parejas tutoras con experiencia vivencial, todos clave en el proceso de recuperación integral.
“Mi más sincera esperanza es que si esto funciona con mujeres, inspiremos a aplicar este enfoque en todo el sistema”, expresó la jueza DeWeese. La idea ha calado tan fuerte en la Legislatura estatal que se aprobó un presupuesto inicial de $515,000 para llevar el programa a la Isla Grande de forma piloto.
Curando heridas generacionales
La diputada estatal Linda Ichiyama fue una de las impulsoras del proyecto de ley que convirtió la corte piloto en un programa permanente. Para ella, el valor del tribunal radica en algo más profundo que cifras presupuestarias o disminución de la reincidencia: romper el ciclo intergeneracional de trauma.
Muchas de las participantes, como Hanawahine, arrastraban heridas desde la niñez. La corte proporciona espacio y recursos para enfrentar esas heridas, para entender su historia y construir un futuro diferente.
El enfoque integral y comunitario
Además de los tratamientos convencionales, el tribunal ofrece sesiones guiadas por practicantes culturales hawaianos, lo que permite que las mujeres encuentren conexión con su herencia ancestral. Esto ha resultado especialmente valioso para las mujeres nativas, quienes constituyen más de 85% de las participantes en la Isla Grande, según Hashida.
El componente comunitario también es clave. No se trata sólo de dejar la cárcel, sino de reintegrarse a la vida. Las mujeres que egresan del programa encuentran además el apoyo de una red: otras mujeres que vivieron situaciones similares y que creen en su potencial de transformación.
Un cambio de paradigma en la justicia
Esta corte está demostrando con hechos que castigar no siempre es la respuesta. Que comprender las raíces del delito —trauma, abandono, adicciones— puede generar mejores resultados sociales que el encierro sistemático.
La jueza Morikawa lo resume perfectamente: “Cuidamos a estas mujeres como cuidaríamos a nuestras hermanas, porque son nuestras hermanas”.
En tiempos en los que el sistema penal estadounidense es duramente criticado por su enfoque punitivo y su fracaso en rehabilitar, el modelo hawaiano se erige como una alternativa esperanzadora. Un ejemplo que ya atrajo la atención de otros estados y que podría convertirse en el nuevo estándar cuando pensemos en verdadera justicia social.
Nota: Este artículo se basa en historias reales y datos oficiales provenientes del Poder Judicial del Estado de Hawái, informes del National Drug Court Resource Center y declaraciones de autoridades implicadas en el desarrollo del programa Women's Court.