Surcorea entre dos fuegos: Trump, China y el nuevo tablero geopolítico en Asia

Lee Jae Myung busca redefinir el rol de Seúl ante un Estados Unidos impredecible y una Corea del Norte cada vez más peligrosa

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Un nuevo comienzo, una vieja incertidumbre

Poco más de dos meses después de haber asumido la presidencia de Corea del Sur, Lee Jae Myung enfrenta una prueba crítica en el plano internacional. Con cumbres programadas con el presidente estadounidense Donald Trump y con el primer ministro japonés Shigeru Ishiba, el nuevo líder surcoreano debe navegar un mar de tensiones económicas, desafíos diplomáticos y amenazas crecientes mientras intenta mantener el equilibrio entre Washington, Beijing y sus crecientes adversarios nucleares: Corea del Norte y Rusia.

En este análisis, abordaremos cómo el “Trumpismo” está reconfigurando relaciones históricas en Asia, los dilemas de seguridad que enfrentan Corea del Sur y Japón, y los riesgos geopolíticos de una región atrapada en una nueva Guerra Fría liderada por intereses económicos y militares estadounidenses.

Trump, el nuevo factor de riesgo en la política asiática

Donald Trump no solo ha cambiado la manera en que Estados Unidos se relaciona con el mundo: ha desafiado los cimientos de las alianzas estratégicas post-Segunda Guerra Mundial. Desde su regreso al poder, Trump ha adoptado un enfoque radicalmente transaccional en su política exterior, exigiendo mayores contribuciones económicas a sus aliados y condicionando el apoyo militar y diplomático al cumplimiento de sus demandas.

Para Corea del Sur, ese cambio es desconcertante. Si bien sigue beneficiándose de la presencia de aproximadamente 30,000 soldados estadounidenses que funcionan como disuasivos ante la amenaza del régimen de Kim Jong-un, existen temores legítimos de que Trump obligue a Seúl a asumir mayores costos por esta colaboración—no solo económicos, sino militares y geopolíticos.

Japón y Corea del Sur: aliados obligados

Históricamente distanciados por heridas del pasado colonial, coreanos y japoneses han encontrado en Donald Trump un motivo para acercarse diplomáticamente. La cumbre prevista para el 23 y 24 de agosto entre Lee Jae Myung y Shigeru Ishiba en Tokio tiene por objetivo construir una frente común ante Estados Unidos, pero también contiene matices estratégicos más profundos.

"Ahora existe el 'riesgo Trump'", afirma Choi Eunmi, analista del Instituto Asan de Estudios Políticos en Corea del Sur. “La incertidumbre en el sector empresarial es especialmente alta, por lo que podrían discutir formas de mitigar esa incertidumbre dentro de un marco de cooperación trilateral con EE.UU.”

Con la presión estadounidense para aumentar los gastos en defensa y aceptar mayores cargas en su propia seguridad nacional, tanto Japón como Corea del Sur están considerando reanimar discusiones pasadas sobre acceso a tratados como el Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP), que podría blindarlos en épocas de aranceles agresivos e imprevisibilidad diplomática.

El triángulo estratégico: Trump, China y Corea del Norte

Pero la dimensión más delicada para Seúl sigue siendo la creciente presión derivada del repunte armamentístico de Corea del Norte y su recentrada alianza con Moscú. La proximidad entre Pyongyang y Moscú, alimentada por su cooperación en la guerra en Ucrania, ha reavivado temores de un eje anti-occidental en Asia, lo cual complica las estrategias de apaciguamiento que Seúl venía implementando.

Además, el rol de China como principal socio comercial de Corea del Sur introduce una paradoja peligrosa: cooperar con Estados Unidos en cuestiones de seguridad, pero sin provocar a Beijing. “Seúl debe presentar una postura clara sobre su papel en la seguridad regional”, afirma el profesor Ban Kil-joo de la Academia Diplomática Nacional de Corea. “Podría apoyar los esfuerzos estadounidenses por mantener la estabilidad en el Indo-Pacífico sin mencionar explícitamente a China como adversario”.

Una coalición energética y militar: ¿el nuevo modelo?

Uno de los proyectos estrella de Trump para revitalizar la cooperación trilateral es la expansión de producción energética en Alaska, específicamente con gas natural licuado (LNG). Una colaboración conjunta en este terreno—similar a la propuesta por Ban Kil-joo—no solo tendría implicaciones comerciales, sino también estratégicas.

  • Garantizar rutas marítimas seguras
  • Contribuir a los costes que exige Trump
  • Demostrar voluntad política y colaboración regional

Esta alianza energética podría ser la carta diplomática que Corea del Sur e incluso Japón jueguen ante Washington para suavizar las demandas militares sin comprometer gravemente sus presupuestos nacionales.

La tentación de redefinir la alianza militar

Uno de los temas más sensibles es la transformación del rol de U.S. Forces Korea (USFK) en la región. Si bien su presencia hasta ahora ha estado dedicada principalmente a la disuasión de Corea del Norte, la administración Trump quiere ahora ampliar esa flexibilidad para que las fuerzas estadounidenses puedan ser usadas en otros escenarios, como un posible conflicto en Taiwán.

De acuerdo con Victor Cha, director del programa coreano en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington, Trump espera detalles claros de cómo Corea del Sur usará su fondo de inversiones de $350 millones en industrias estadounidenses, especialmente en sectores como la construcción naval.

La presencia militar de EE.UU. en la península podría pasar de ser garantía de seguridad a un riesgo si el conflicto con China escala. Y aquí el dilema: colaborar sin comprometerse del todo. Al respecto, Cha advierte: “Los asesores de seguridad nacional de Trump querrán escuchar compromisos más explícitos sobre el enfoque surcoreano hacia China”.

¿Seúl tendrá que elegir entre Washington y Beijing?

La presión para adoptar posturas antagónicas contra China es un terreno altamente delicado para Corea del Sur. En 2023, China representó el 25% de las exportaciones surcoreanas, según datos del Ministerio de Comercio de Seúl. Cualquier ruptura con Beijing podría tener consecuencias devastadoras para la economía nacional.

Por otro lado, la amenaza de Corea del Norte se intensifica. Este año, Pyongyang ha lanzado más de 20 pruebas de misiles balísticos, incluyendo su primer ICBM de combustible sólido, aumentando la probabilidad de un conflicto abierto si Washington decide replegar fuerzas para enfocarse en Asia-Pacífico.

¿Qué está en juego para Japón?

Japón tampoco puede permitirse distracciones. Con disputas históricas aún latentes con Corea del Sur, y tensiones territoriales con China —principalmente en las Islas Senkaku/Diaoyu—, Ishiba busca consolidar una agenda donde la autonomía regional prevalezca sobre la dependencia de Washington. El primer ministro japonés ha propuesto expandir el CPTPP como contrapeso a las amenazas arancelarias y una visión de “seguridad económica” que le garantice más autosuficiencia tecnológica ante las disputas comerciales con Estados Unidos y China.

Seúl como pivote: ¿una nueva doctrina coreana?

En este juego de equilibrios, Korea pivotea entre dos mundos: el orden liderado por Estados Unidos y el modelo multipolar emergente. El margen de maniobra no es amplio, pero su rol como mediador entre ambas potencias, a través de su diplomacia económica y militar, puede abrir nuevas puertas.

Como bien lo resumió el académico japonés Yukiko Fukagawa: “Ambos, Japón y Corea del Sur, están bajo presión para dejar de lado diferencias menores y cooperar en objetivos mayores”.

Las próximas cumbres serán más que reuniones bilaterales: son ensayos diplomáticos de supervivencia estratégica. En juego no está solo la política exterior de Corea del Sur, sino el equilibrio de poder en el noreste asiático.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press