Cedar Rapids: Un microcosmos del sueño americano
Cómo una ciudad de Iowa se ha convertido en símbolo de la integración multicultural en tiempos de incertidumbre migratoria
Cedar Rapids, Iowa, conocida inicialmente por paisajes rurales y arte emblemático como el American Gothic de Grant Wood, es hoy una ciudad vibrante llena de diversidad cultural, impulsada por olas de inmigración y esfuerzos comunitarios de integración. En el corazón del llamado 'corazón del país', esta ciudad es un ejemplo vivo de cómo la fe, la esperanza y la resolución pueden construir puentes poderosos frente a muros políticos.
De Bohemia al Medio Oeste: la historia checa de Cedar Rapids
La historia migratoria de Cedar Rapids comienza con los inmigrantes de Europa Central en el siglo XIX. Personas como los antepasados de Bob Kazimour, quienes dejaron Bohemia (actual República Checa) para trabajar en las empacadoras de carne locales. La parroquia de St. Wenceslaus fue su refugio espiritual y cultural. A día de hoy, aún hay coros checos, escuelas dominicales y festivales de goulash, símbolos de una identidad que perdura.
"En Cedar Rapids, no como en las costas que tienen muchos problemas, somos 'Iowa nice'. Nos llevamos sorprendentemente bien", comenta Kazimour, reflejando el espíritu de convivencia de la ciudad.
La primera mezquita de EE.UU. y el legado musulmán
Lo que muchos ignoran es que Cedar Rapids alberga la primera mezquita construida en Estados Unidos, establecida por migrantes libaneses a principios del siglo XX. Este legado islámico ha persistido y evolucionado gracias a nuevas oleadas migratorias, como la de Mohamed Mahmoud, quien dejó Sudán en 2022 y ahora dirige una tienda de productos halal cerca del Centro Islámico.
"La religión es parte esencial de nuestra identidad. Si no hay una mezquita, se siente como si faltara algo", expresa Mahmoud, mientras sirve dulces típicos decorados con flores de Eid junto a banderas estadounidenses.
El festival del maíz y el sabor africano en St. Jude
Una de las escenas más conmovedoras tiene lugar en el Sweet Corn Festival de la Iglesia Católica de St. Jude, donde voluntarios de Togo y Congo comparten fry funnel cakes y barras de chocolate fritas, todo mientras celebran haber llegado al país mediante loterías de residencia permanente (green card).
"En St. Jude encontramos no solo apoyo espiritual, sino también emocional y práctico. Nos sentimos seguros y bienvenidos", destaca Roger Atchou, padre togolés que colabora en el evento.
Clarisse Mutombo, también de origen congoleño, agrega: "St. Jude representa lo mejor de Estados Unidos — estar abierto a todos".
La liturgia en kirundi: inmigrantes de Burundi encuentran hogar en St. Paul's
En la Iglesia Metodista Unida de St. Paul's, la historia se repite con otro grupo migratorio: los burundeses. El reverendo Daniel Niyonzima, quien vivió más de 10 años en campos de refugiados en Tanzania, ahora lidera misas en kirundi, una lengua mayoritaria de Burundi.
"Cuando sirvo a Dios aquí, me siento en casa", afirma a través de su hijo-traductor. Él y su esposa, hoy abuelos, son ejemplo de cómo el refugio puede transformarse en comunidad.
En un salón contiguo, se imparten clases de inglés y educación vial organizadas por Mugisha Gloire, un refugiado congoleño que llegó niño a Iowa: "Cedar Rapids aún tiene camino por recorrer, pero también tiene gente increíble", dice Gloire.
La fe católica entre voces latinas
La comunidad hispana también ha echado raíces en la ciudad. En la Iglesia Inmaculada Concepción, la misa en español se celebra con fervor desde hace más de una década. Cinco niños fueron recientemente bautizados, entre ellos Gael, de cuatro meses, sostenido por su tía Gabriela Plasencia, originaria de Jalisco, México.
"Recibir los sacramentos en español te permite vivirlos de forma más profunda", afirma Gabriela. Sin embargo, no todo es celebración. La familia y la comunidad enfrentan temores profundos ante políticas migratorias más estrictas.
"Dentro de la iglesia estamos en paz, pero al salir a las calles, sentimos ansiedad", confiesa su padre, David Plasencia.
El papel de las instituciones religiosas
Desde el Centro Catherine McAuley, fundado por las Hermanas de la Misericordia para asistir a familias refugiadas, hasta las iniciativas de acogida de las congregaciones metodistas y católicas, Cedar Rapids demuestra cómo la religiosidad opera como tejido conector.
"La clave es la integración. ¿Cómo se encuentra uno con la comunidad? ¿Cómo hacemos nuevos amigos? ¿Cómo cruzamos esas fronteras culturales?", reflexiona Anne Dugger, directora del Centro McAuley.
En un aula, una mujer guatemalteca y su hijo entonan el himno nacional estadounidense junto a hombres de Benín, Togo, China y Sudán. Todos ensayan juntos para el examen de ciudadanía.
Datos y cifras sobre la inmigración en Iowa
- Según Migration Policy Institute, Iowa alberga más de 175,000 inmigrantes, aproximadamente el 6% de su población.
- El 35% de los inmigrantes en Iowa han adquirido ya la ciudadanía estadounidense.
- Los principales países de origen son México, Bosnia, Vietnam, Birmania, El Salvador, y en años recientes, Sudán, Congo y Burundi.
Reflexión final: ¿puede Iowa enseñarle algo al resto del país?
La historia de Cedar Rapids nos ofrece una lección poderosa sobre inmigración en medio de la polarización. No todo son leyes represivas o muros físicos. También hay brazos abiertos, festivales donde las culturas se mezclan y misas en múltiples idiomas.
La ciudad ha renacido una y otra vez. Desde los checos hasta los latinos, pasando por musulmanes sudaneses, metodistas burundeses y católicos congoleños, Cedar Rapids es más que un punto en el mapa: es un símbolo de resiliencia, fe e inclusión.
En tiempos de exclusión, ejemplos como este son faros de esperanza.