Guerra de mapas: Cómo Texas y California están redefiniendo la democracia electoral en Estados Unidos
Republicanos y demócratas reescriben distritos electorales para asegurarse más escaños en la Cámara, en un movimiento que pone en jaque la representación equitativa
Una silenciosa pero potente guerra política se libra en EE.UU. desde hace décadas mediante una práctica antigua pero cada vez más sofisticada: el gerrymandering. Hoy, la batalla entre Texas y California nos ofrece un vistazo claro de cómo los partidos políticos moldean el mapa electoral a su favor, con consecuencias que podrían definir el equilibrio de poder en la Cámara de Representantes durante la próxima década.
¿Qué es el gerrymandering y por qué importa?
El término gerrymandering se refiere a la manipulación de los límites geográficos de los distritos electorales para beneficiar a un partido político. Aunque rediseñar distritos es un proceso legal que ocurre cada 10 años tras el censo, en muchos estados no hay impedimentos legales para redibujar los mapas en mitad de una década. Esa falta de regulación es el blanco perfecto para el juego del poder.
Texas: expansión republicana con apoyo de Trump
En Texas, el control republicano del Congreso estatal permitió la aprobación de un nuevo mapa distrital en 2022 diseñado para fortalecer su ventaja. Ganaron 25 de los 38 escaños de la Cámara, casi dos más de los esperados según su media de votos. Sin embargo, eso solo fue el inicio.
Impulsados por el expresidente Donald Trump, los republicanos texanos buscan redibujar nuevamente el mapa legislativo en 2025, con la intención de sumar cinco nuevos distritos favorables. Como declaró el representante estatal republicano Todd Hunter: "El objetivo subyacente de este plan es claro: mejorar el rendimiento político republicano".
California contraataca: la resistencia azul
En el extremo opuesto, California —donde los demócratas dominan— respondió con la misma moneda. A instancias del gobernador Gavin Newsom, el estado aprobó una nueva redistribución que sería sometida a votación popular en una elección especial, con el objetivo de que el partido azul gane también cinco escaños adicionales.
California había sido una excepción hasta ahora gracias a su comisión ciudadana independiente, creada mediante iniciativas de votación ciudadana en 2008 y 2010. Paradójicamente, aunque la comisión no empleaba datos políticos para dibujar distritos, en las elecciones pasadas, los demócratas obtuvieron 43 de 52 escaños, seis más de lo que estimaban los modelos de representación equitativa.
¿El fin del equilibrio político?
La Cámara de Representantes tiene una estrecha mayoría republicana de 220 a 215. Esa proporción se alinea casi perfectamente con los votos nacionales para cada partido. Sin embargo, ese frágil equilibrio podría romperse si Texas y California logran los cambios que proponen.
Chris Warshaw, politólogo de Georgetown University, clasificó el actual mapa de distritos como uno de los más equitativos a nivel nacional. Pero este equilibrio es anómalo comparado con elecciones pasadas:
- 2016: los republicanos ganaron 25 escaños más de lo esperado.
- 2020: ganaron 10 más.
La tendencia es clara: donde hay oportunidad legal, los partidos actúan para maximizar su poder, a veces anulando el principio básico de “una persona, un voto”.
La trampa legal del gerrymandering: ¿es constitucional?
Redibujar distritos por razones partidistas no es ilegal, según el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Solo se prohíbe el gerrymandering racial. Esto ha dejado un vacío donde las estrategias partidistas pueden operar sin consecuencias judiciales.
El diseño de distritos suele quedar en manos de legislaturas estatales y requiere la firma de los gobernadores. Si un partido domina ambos poderes, puede trazar los mapas a su antojo. Incluso si algún estado impone límites internos, como Nueva York, estos suelen ser lentos o requieren aprobación del votante, lo que dificulta acciones rápidas.
Demócratas bajo presión: la respuesta estructural
El gobernador Newsom defendió la decisión de rediseñar el mapa de California como una forma de neutralizar lo que llamó un “asalto a la democracia” desde Texas. En sus palabras:
“Nunca pensé que estaría haciendo esto hace apenas seis semanas. Pero es una respuesta a un movimiento político sin precedentes.” — Gavin Newsom
Respaldado por figuras como Barack Obama, quien aboga por una comisión nacional independiente de redistribución, Newsom aseguró que la votación estatal reflejará "la manera más democrática de redefinir mapas en la historia del país". No obstante, los republicanos californianos ya han presentado demandas para bloquear la medida.
¿Una espiral sin fin?
Lo que comenzó como una práctica cada 10 años ha pasado a ser una herramienta constante de ingeniería electoral. Si se concreta, el plan en California durará solo hasta el censo de 2030. Mientras tanto, estados como Maryland, Nueva York, Indiana y Missouri discuten propuestas similares.
La reacción en cadena amenaza con desvirtuar totalmente el proceso democrático. James Gallagher, líder republicano en la Asamblea de California, advirtió:
“Si luchamos fuego con fuego, ¿qué pasa? Lo quemas todo.”
Dónde se gana y se pierde más: análisis estatal
Según un estudio realizado por la AP con un modelo desarrollado por Eric McGhee y Nick Stephanopoulos (Harvard), los estados con mayores ganancias inesperadas en escaños en las elecciones más recientes fueron:
Demócratas:
- California: +6 escaños
- Illinois: +3
- Washington, Massachusetts y Nueva Jersey: +2 cada uno
Republicanos:
- Florida: +2.5
- Carolina del Norte: +2.5
- Wisconsin: +2
Este “efecto columpio” hace que las ventajas de un partido se neutralicen con las del otro a nivel nacional, pero no necesariamente a nivel de leyes aprobadas o control político.
¿Una reforma nacional como solución?
Ante este panorama, resurgen propuestas para crear una comisión de redistribución nacional no partidista. Pero sería un desafío aprobar tal mecanismo, dado el panorama político en Washington y el poder que perderían ambos partidos al ceder el control sobre la cartografía electoral.
Mientras tanto, se intensifica la lucha por el control del Congreso en 2026 con un tablero alterado desde los laboratorios políticos de Sacramento y Austin. Algo está claro: el campo de batalla ya no es solo el voto, sino el mapa en sí.