Guerra en Colombia: drones, coca y los nuevos frentes de las disidencias armadas

El conflicto interno colombiano se recrudece mientras la política de 'paz total' de Gustavo Petro enfrenta sus mayores desafíos con ataques armados, tecnología moderna y la intensificación del narcotráfico

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Por décadas, Colombia ha sido sinónimo de conflicto armado, narcotráfico y luchas territoriales. Tras el acuerdo de paz de 2016 con la guerrilla de las FARC, muchos creyeron que el país por fin se dirigiría hacia un sendero de estabilidad. Sin embargo, los recientes ataques violentos —incluyendo el derribo de un helicóptero y un atentado con coche bomba— evidencian que las disidencias armadas están más activas y peligrosas que nunca.

Una ofensiva sin precedentes de las disidencias de las FARC

En agosto de 2025, Colombia vivió una semana sangrienta. Un helicóptero de la Policía fue derribado en Antioquia con un saldo trágico de 13 policías muertos. Ese mismo día, un coche bomba explotó en Cali, dejando seis civiles fallecidos y más de 70 heridos. Las autoridades atribuyeron ambos ataques a disidencias de las FARC: grupos armados que rechazaron el acuerdo de paz o que retornaron a la lucha armada, aprovechando el vacío estatal en muchas regiones.

Según el general Carlos Fernando Triana, director de la Policía colombiana, los ataques estuvieron acompañados del uso de drones equipados con explosivos, una táctica que marca una preocupante evolución en la capacidad técnica de estos grupos. "Ya no necesitan misiles antiaéreos de hombro para causar graves daños", advirtió la experta Cynthia Arnson, profesora adjunta de la Universidad Johns Hopkins.

Los números hablan por sí solos. En 2024 se registraron más de 108 ataques con drones, y en lo que va de 2025 ya se superaron los 118, según datos militares. Estas cifras demuestran una sofisticación creciente y preocupante en la guerra asimétrica de las disidencias armadas.

La política de paz total de Petro: ¿una estrategia fallida?

Desde su ascenso a la presidencia en 2022, Gustavo Petro —el primer mandatario de izquierda del país— ha impulsado una estrategia llamada "paz total", que busca negociar de manera simultánea con múltiples actores armados, incluidos grupos guerrilleros y bandas narco-criminales.

Sin embargo, los resultados son mixtos. De los nueve grupos con los que se iniciaron conversaciones, apenas uno ha avanzado hacia una transición a la vida civil. El resto ha usado las treguas como excusa para rearmarse, afianzar su poder territorial y fortalecer sus economías ilícitas, señalan analistas como Will Freeman del Council on Foreign Relations.

“La política de Petro ha permitido a los grupos armados aprovechar los ceses al fuego para expandir su control y territorios, debilitando aún más la autoridad del Estado”, dijo Freeman.

Esto reaviva el fantasma del fracaso estatal en las zonas rurales de Colombia donde la presencia institucional ha sido intermitente o inexistente.

El auge de la coca y la economía ilícita

Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína del mundo. La combinación de debilidad institucional y auge del narcotráfico ha permitido que las disidencias armadas financien su expansión. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el área sembrada con hoja de coca alcanzó en 2023 una cifra récord de 253.000 hectáreas.

En la zona rural de Amalfi, Antioquia, la misión del helicóptero abatido estaba ligada precisamente a la erradicación de estos cultivos ilícitos. El aparato intentaba asistir a un contingente que ya estaba bajo ataque con explosivos y fuego cruzado.

Los drones no solo lanzan cargas explosivas sino que también son utilizados para vigilar y seguir a miembros del Ejército, proteger rutas de narcotráfico y controlar pasos estratégicos entre departamentos. Es una evolución de la guerra que combina tecnología de consumo civil con intenciones letales.

Violencia electoral: ecos del pasado

Todo este panorama se desarrolla en un año electoral. En mayo de 2026 se llevarán a cabo elecciones presidenciales en Colombia, y las disidencias ya comenzaron a marcar territorio a través de la violencia.

La muerte del senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay —quien fue baleado en la cabeza durante un mitin en junio y falleció semanas después— reavivó los recuerdos más oscuros de la política colombiana, especialmente en los años 90 cuando figuras como Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez fueron asesinados.

“Las disidencias pueden intensificar sus ataques como demostraciones de fuerza para mejorar sus condiciones de negociación o simplemente para sembrar el miedo”, explica Freeman.

Un Estado superado y un conflicto cada vez más complejo

El Estado colombiano se enfrenta no solo a las disidencias de las FARC, sino también a grupos como el ELN, el Clan del Golfo y bandas narcotraficantes con conectividad internacional. La estrategia de negociaciones múltiples ha creado ambigüedad operativa: ¿quiénes están en tregua? ¿quiénes siguen luchando?

El resultado es que muchas regiones se sienten abandonadas, como lo demuestra el aumento en:

  • Homicidios selectivos
  • Masacres (al menos 91 reportadas en 2023, según Indepaz)
  • Desplazamientos forzados
  • Confinamientos comunitarios

La frontera sur con Ecuador y los departamentos como el Cauca, Nariño, Guaviare y Norte de Santander son algunos de los puntos más calientes del conflicto, con presencias múltiples de grupos ilegales que luchan entre sí por rutas de narcotráfico, minería ilegal y control social.

Drones, la nueva arma de guerra irregular

La utilización de drones modificados para fines militares no es exclusiva de Colombia, pero su proliferación en el conflicto interno plantea desafíos importantes. Estas aeronaves no tripuladas:

  • Pueden comprarse fácilmente en el mercado civil
  • Son difíciles de detectar por radar
  • Requieren poca capacitación para su operación
  • Permiten ataques precisos sin comprometer al atacante

“Su uso altera profundamente las reglas del juego”, advierte la experta Cynthia Arnson, quien recuerda que ni siquiera en los peores momentos del conflicto armado tradicional se había visto esta capacidad tecnológica en manos insurgentes.

¿Qué viene para Colombia?

La situación actual es un rompecabezas complejo donde se cruzan fragilidad estatal, economía ilícita, violencia política y tecnología bélica. El próximo presidente colombiano heredará un país en tensión, con territorios ingobernables y una sociedad cada vez más desconfiada del proceso de paz.

Mientras tanto, las víctimas —campesinos, policías, civiles— siguen sumándose. La "paz total" de Petro, aunque noble en su concepto, podría estar acercándose a un punto sin retorno si no se logra equilibrar negociación y autoridad en las regiones controladas por el crimen organizado.

En palabras de Oswaldo Muca, líder indígena del Amazonas: “Hemos hablado mucho de salvar a Colombia, pero ahora necesitamos acciones reales. No podemos seguir viviendo entre discursos y drones”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press