Hambre como arma: La tragedia humanitaria en Gaza y Sudán que sacude al mundo
Mientras Gaza entra oficialmente en hambruna y Darfur sufre ataques étnicos, la comunidad internacional enfrenta la urgencia de actuar ante crisis humanas causadas por el hombre
Un grito en medio del silencio: Gaza cae en hambruna
El 2025 marca un trágico hito en la historia moderna: la ciudad de Gaza ha sido oficialmente declarada en estado de hambruna por la Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria en Fases (IPC), la autoridad mundial más reconocida para evaluar crisis alimentarias. Más de 500,000 personas están atrapadas en una catástrofe humanitaria, sufriendo inanición generalizada y muertes prevenibles, un panorama que muchos creíamos erradicado en el siglo XXI.
Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamás el 7 de octubre de 2023, Israel ha lanzado una brutal ofensiva militar que ha destruido la mayoría de la infraestructura para la producción de alimentos dentro del enclave palestino. Hoy, sus habitantes dependen casi exclusivamente de ayuda humanitaria externa que no llega con la celeridad ni en la cantidad necesaria para evitar la catástrofe.
¿Qué es una hambruna y cómo se determina?
La IPC define una hambruna como una situación extrema donde confluyen tres condiciones:
- Al menos el 20% de los hogares se enfrenta a una falta extrema de alimentos.
- Más del 30% de los niños padecen desnutrición aguda o emaciación, es decir, están excesivamente delgados para su altura.
- Al menos cuatro niños o dos adultos por cada 10,000 habitantes mueren diariamente debido al hambre y sus complicaciones.
Estas cifras no son estadísticas abstractas, son indicadores de un colapso masivo del tejido humano y social.
“Es un llamado de atención”
“Estoy sin palabras al saber que en 2025 estamos enfrentando hambruna en el planeta”, expresó el Dr. Mark Manary, experto en malnutrición infantil de la Universidad de Washington en St. Louis. Según él, si los alimentos estuvieran disponibles, el proceso de recuperación para Gaza tardaría entre dos y tres meses. Pero la ayuda no llega.
Recuperarse del hambre no es inmediato. “Cuando una persona hambrienta empieza a comer, su riesgo de morir comienza a bajar significativamente a los pocos días, pero puede tardar semanas o meses en volver a estar estable”, explica Manary.
A pesar del impacto tan devastador, la esperanza no está completamente perdida. La IPC subraya que esta crisis es causada por el hombre y, por tanto, reversible si la comunidad internacional actúa con urgencia.
Sudán: la otra cara de la pesadilla
A más de mil millas al suroeste, en el oeste de Sudán, se desarrolla otra parte del infierno. En la región de Darfur, al menos 89 civiles han sido asesinados en ataques orquestados por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por sus siglas en inglés) sólo en diez días de agosto de este año, según informó la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
Entre las víctimas se encuentran 16 personas ejecutadas extrajudicialmente en el campo de desplazados de Abu Shouk —muchas de ellas pertenecientes a tribus africanas como los Zaghawa y Berti. Felonías que evocan las atrocidades perpetradas durante el conflicto de Darfur de principios de los 2000, cuando surgiría el brazo antecesor de las RSF: las temidas milicias Janjaweed.
La historia se repite, sólo que más grave
Las RSF, que ahora combaten contra el ejército sudanés, han asediado la ciudad de el-Fasher, último bastión militar gubernamental en Darfur. También destruyeron completamente los campos de refugiados de Abu Shouk y Zamzam, este último en su momento hogar de más de 500,000 personas. Estos ataques no sólo han causado una masacre humana, sino que han contribuido a que ciertas zonas de Sudán también entren en hambruna.
El conflicto iniciado en abril de 2023 entre los líderes del ejército regular y de las RSF ha causado ya la muerte de más de 40,000 personas y desplazado a más de 14 millones. Según informes de la ONU y diversas ONGs, lo que ocurre en Sudán constituye una limpieza étnica, con asesinatos, violaciones y hambruna utilizados como armas de guerra.
La hambruna y la guerra: armas del siglo XXI
La hambruna ya no es consecuencia de sequías o condiciones naturales adversas. En Gaza y Darfur, el hambre ha sido deliberadamente provocado, utilizado como un instrumento más en los conflictos armados para deshumanizar y doblegar al enemigo.
“Cuando el cuerpo se queda sin carbohidratos disponibles, luego recurre a la grasa. Pero si el hambre persiste, empieza a consumir sus propios músculos. La gente literalmente se está comiendo a sí misma para sobrevivir”, explica Manary. Este proceso fisiológico no sólo es devastador físicamente, también destruye la dignidad humana.
¿Dónde está la respuesta internacional?
La declaración de hambruna oficial ayuda a abrir la puerta para flujos de ayuda humanitaria y activación de fondos. Sin embargo, como señala la OMS, los niveles de desnutrición, especialmente entre los niños, se están acelerando a un ritmo "catastrófico". Sólo en julio, más de 12,000 niños en Gaza fueron diagnosticados con desnutrición aguda —la cifra mensual más alta jamás registrada.
En el caso de Sudán, la Corte Penal Internacional ya ha iniciado investigaciones sobre posibles crímenes de guerra y de lesa humanidad. Pero los procesos judiciales no alimentan ni protegen a los niños hambrientos o a las mujeres violadas en campos abandonados.
Más de 20 años después, se repite el genocidio en Darfur
En 2004, la ONU y otras organizaciones internacionales alertaron al mundo sobre el genocidio en Darfur. El presidente Omar al-Bashir fue finalmente acusado por la Corte Penal Internacional, pero las heridas nunca sanaron. Hoy, las RSF y sus aliados Janjaweed han retomado esa misión genocida.
“Este patrón de ataques contra civiles y asesinatos deliberados son violaciones graves del derecho humanitario internacional y profundizan nuestras preocupaciones sobre violencia étnica sistemática”, declaró Jeremy Laurence, portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
El rol de las potencias globales: ¿silencio cómplice?
La comunidad internacional ha respondido con lentitud, atrapada entre los intereses geopolíticos. Estados Unidos, la Unión Europea y países árabes han emitido comunicados de preocupación, pero eso no detiene las bombas ni alimenta a los 14 millones de desplazados sudaneses.
En Gaza, la ayuda internacional está sujeta a interminables negociaciones que se ven entorpecidas por el contexto del bloqueo israelí y los retos logísticos de ingresar ayuda sin que caiga en manos de Hamás. Sin embargo, cuando cientos de miles mueren, los tecnicismos pierden sentido ante la desesperación.
La historia no perdonará
Hambre, muerte, desplazamiento forzado, limpieza étnica. Estas son las palabras que definen la vida cotidiana de millones de personas entre el norte de África y Medio Oriente. Si el siglo XX fue marcado por genocidios como el Holocausto o el de Ruanda, el siglo XXI se enfrenta a su prueba moral ante tragedias como Gaza y Darfur.
Como advirtió el informe de la IPC: “La hora del debate y la duda ha pasado. La hambruna está aquí, y se extiende rápidamente.”
El mundo tiene una ventana limitada para actuar. Cada día perdido se traduce en más cuerpos enterrados y generaciones quebradas.