Independencia, inflación y presiones políticas: El delicado equilibrio de la Reserva Federal en tiempos de Trump
Jerome Powell enfrenta el reto de recortar las tasas de interés sin parecer ceder ante la presión de la Casa Blanca
El contexto económico actual en EE. UU.
La economía estadounidense avanza por aguas turbulentas. Con un crecimiento que cayó al 1.2% anual en la primera mitad del año—comparado con un 2.5% el año anterior—y señales de enfriamiento en el mercado laboral, la Reserva Federal (Fed) se encuentra ante una encrucijada monetaria. Jerome Powell, presidente del banco central, ha dejado entrever una posible bajada en la tasa de interés clave, pero lo haría con cautela y con énfasis en preservar la independencia institucional de la Fed.
La tasa de interés de referencia de la Reserva Federal se encuentra actualmente en el 4.3%. Esta tasa tiene un efecto dominó sobre otras tasas de interés, como las de hipotecas, préstamos para automóviles y tarjetas de crédito. Una reducción podría aliviar a consumidores y empresas, pero también podría estimular la inflación.
Powell vs. Trump: entre autonomía institucional y presión presidencial
Desde que Donald Trump ocupó la presidencia, ha mantenido una relación tensa con Powell, su propio nominado para liderar la Fed. El expresidente ha criticado públicamente al banquero central en repetidas ocasiones por no reducir agresivamente las tasas de interés. De hecho, ha pedido recortes drásticos que llevarían la tasa del 4.3% actual hasta el 1%, una cifra que ningún miembro del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) apoya.
Aunque Powell ha demostrado inmunidad institucional ante la presión política, sus recientes comentarios en el simposio de Jackson Hole en el Parque Nacional Grand Teton cambiaron el espectro. Allí indicó que una reducción podría ser viable en la próxima reunión del Comité en septiembre, aunque a un ritmo más lento del que exige Trump.
“El crecimiento económico ha disminuido notablemente... y la demanda de trabajadores ha bajado considerablemente”, indicó Powell.
Inflación persistente como factor clave
Uno de los principales desafíos que enfrenta la Fed es la inflación. Si bien muchos ciudadanos sienten en su día a día que los precios siguen fuera de control, los economistas hablan de una inflación persistente. Algunos sectores han reaccionado a las tarifas impuestas previamente, lo que ha encarecido productos clave como alimentos procesados y bienes importados.
Según Powell, estas presiones inflacionarias seguirán bajo una estrecha vigilancia. La presidenta de la Reserva Federal de Cleveland, Beth Hammack, dijo al respecto:
“La inflación es demasiado alta y se ha estado alejando de nuestras metas”.
La reputación de la Fed como institución apolítica
Una de las piedras angulares del sistema monetario estadounidense es que la Reserva Federal opere sin intervención política directa. Esto le permite subir las tasas cuando sea necesario para frenar la inflación, aunque esa decisión sea impopular en el corto plazo. Powell no habló explícitamente sobre esta independencia en su discurso de Jackson Hole, pero muchos expertos creen que su silencio fue estratégico.
Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, lo explicó así:
“El no hablar sobre independencia fue una forma sutil de demostrar que seguimos avanzando según nuestros propios criterios técnicos, no por influencias externas.”
Choque institucional: el caso de Lisa Cook
Como si los desafíos de política monetaria no fuesen suficientes, Powell y la Fed enfrentan presiones políticas adicionales. Trump arremetió contra Lisa Cook, gobernadora del banco, instándola a renunciar y alegando—sin que existan cargos—que participó en un posible fraude hipotecario. Cook ha respondido con firmeza que no abandonará su puesto y se niega a ceder a “bullying”.
Este episodio podría abrir la puerta para que Trump, si recupera la Casa Blanca, nombre a un nuevo miembro leal, lo que comprometería aún más la estructura imparcial del organismo monetario.
El peligro de recortar demasiado pronto
Muchos economistas advierten sobre las posibles consecuencias de recortar las tasas demasiado anticipadamente. Si bien hay señales de debilidad económica, otro repunte en la inflación obligaría a la Fed a revertir sus decisiones, elevando de nuevo la tasa y dañando su credibilidad.
Michael Strain, del American Enterprise Institute, fue claro:
“Si la inflación empeora mientras el empleo se mantiene estable, la Fed podría verse obligada a subir nuevamente las tasas el próximo año, lo cual dañaría aún más su reputación.”
El dilema institucional de Jerome Powell
Powell, quien termina su mandato en menos de un año, ha resistido constantemente la presión presidencial. Incluso cuando Trump lo criticó duramente en 2018 por incrementar las tasas, Powell mantuvo su política.
Pero ahora se enfrenta a otro dilema. Debe equilibrar señales de debilidad económica sin parecer que está cediendo a las presiones externas, todo mientras respalda una institución crucial para la estabilidad financiera global. Más allá de la economía estadounidense, miles de gobiernos y corporaciones alrededor del mundo toman decisiones dependiendo de los movimientos que haga la Reserva Federal.
¿Qué podría deparar el futuro inmediato?
El próximo encuentro del FOMC en septiembre será crucial. De tomarse la decisión de bajar las tasas, esta tendrá que explicarse con datos y proyecciones sólidas. Según estimaciones de Bloomberg y el WSJ, el mercado espera una reducción moderada de 25 puntos base si los indicadores económicos siguen su debilitamiento.
Pero incluso si la Fed decide mantener las tasas estables, deberá comunicarlo eficazmente bajo la narrativa de responsabilidad y control de riesgos, no como una reacción al ruido político. El momento requiere equilibrio, firmeza y visión estratégica.
Por ahora, la verdadera batalla de la Reserva Federal no es solo contra la inflación o el estancamiento económico. Es contra la percepción misma de su rol en la democracia estadounidense: la de una institución técnica, imparcial y guiada por datos, no por tuits.