Maxwell, Trump y Epstein: una red de poder, lealtades y silencios

Nuevas declaraciones de Ghislaine Maxwell alimentan el debate sobre la relación de figuras poderosas con Jeffrey Epstein — ¿exoneración, defensa estratégica o negación calculada?

Las declaraciones que sacuden al establishment

En una serie de entrevistas reveladas recientemente por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, Ghislaine Maxwell, ex novia del difunto Jeffrey Epstein y encarcelada por tráfico sexual, ofreció valoraciones sorprendentemente positivas sobre figuras de alto perfil como Donald Trump, el príncipe Andrés y Bill Clinton. En ellas, destaca la falta de comportamiento indebido que Maxwell asegura haber presenciado por parte de estos hombres cercanos a Epstein, un condenado por delitos sexuales cuya red de contactos causó escándalo global.

La cadena de entrevistas y el contexto político

Las transcripciones, correspondientes a entrevistas realizadas por el vicefiscal general Todd Blanche en un tribunal federal de Florida, llegan en medio de la incertidumbre política rumbo a las elecciones presidenciales de 2026, donde Trump busca reforzar su imagen frente a acusaciones pasadas y actuales.

Maxwell asegura que no tiene conocimiento directo de que Trump haya participado en circunstancias comprometedoras. Es más, lo describe como un caballero: “El presidente fue siempre muy cordial y amable conmigo... fue un caballero en todos los aspectos”.

Una defensa oportuna

La imagen pública de Trump se ha visto arrastrada por sus antiguas conexiones con Epstein. Fotografías en eventos sociales, testimonios de testigos y registros de vuelos han llevado a especulaciones sobre su potencial implicación. Sin embargo, las declaraciones de Maxwell podrían ser utilizadas como un instrumento de defensa dentro de su campaña presidencial.

“Me parece extraordinario que alcanzara la presidencia. Siempre me agradó”, afirmó la socialité británica durante el interrogatorio. Este tipo de comentarios resultan llamativos, no solo por su efecto mediático sino por las posibles implicaciones legales y políticas.

Epstein, Trump y una amistad borrosa

Maxwell indicó que la relación entre Trump y Epstein era “amistosa”, aunque reconoció no conocer los detalles de cómo se conocieron o forjaron su vínculo. Asegura haberlos visto juntos varias veces, pero siempre en contextos sociales: “Jamás presencié a Donald Trump en un entorno inapropiado, ni recibiendo masajes ni en situaciones comprometedoras”.

Estos señalamientos contrastan con declaraciones previas de Trump, que llegó a afirmar en 2002: “Epstein es un tipo fabuloso. Es muy divertido. Incluso se dice que le gustan las mujeres tan jóvenes como sea posible” —una frase que el entonces magnate probablemente desearía no haber pronunciado jamás.

Maxwell y sus vínculos con otros poderosos

Maxwell no solo habló de Trump. Mencionó también a Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud, como conocido de Epstein, señalando que viajaron juntos en busca de fósiles en Dakota del Sur —“cazando huesos de dinosaurios”, dijo.

Rechazó haber visto conductas inapropiadas por parte de Kennedy y reiteró lo mismo con respecto a Bill Clinton, a quien describió como su amigo personal, dejando claro que su relación fue más estrecha con ella que con Epstein. Negó haberlo visto recibir masajes o comportarse indebidamente, a pesar de que se sabe que Clinton voló más de 20 veces en el avión privado de Epstein.

Las persistentes dudas en el caso del príncipe Andrés

Sobre el príncipe Andrés, Maxwell se refirió a las acusaciones de Virginia Giuffre — quien alega haber sido traficada por Epstein para tener sexo con el príncipe — como “basura”. Asegura que ella no estaba en Londres cuando supuestamente ocurrió el episodio con Giuffre en su casa de la ciudad.

Incluso recurrió a una frase británica para describir la disonancia entre Epstein y Andrés: “chalk and cheese” —como decir “el agua y el aceite”— negando que tuvieran una relación cercana.

Cabe recordar que Giuffre alcanzó en 2022 un acuerdo extrajudicial con el príncipe Andrés por una suma no revelada, luego de haberlo demandado por abuso sexual. A pesar del acuerdo, el príncipe nunca admitió responsabilidad ni fue acusado formalmente por un tribunal.

¿Por qué ahora Maxwell decide hablar?

Aunque está cumpliendo una condena de 20 años, Maxwell parece buscar redención pública —si es que tal cosa es posible con su historial— o bien, contribuir a una narrativa que favorezca a figuras poderosas con quienes compartió círculo social. Su tono, en muchos pasajes, sugiere cierta estrategia de relaciones públicas.

“Después de un tiempo, sabes, cuando estás bajo tanta presión y enfrentas personas extraordinarias como lo haces con el presidente Trump, todo se convierte en un borrón”, respondió cuando se le preguntó por otros hombres poderosos con los que coincidió.

La negación de pruebas clave: ¿sin lista de clientes?

Uno de los aspectos más controversialmente discutidos en este caso ha sido la supuesta “lista de clientes” de Epstein, la cual según la fiscal Pam Bondi, ya no existe o nunca existió, después de haber afirmado previamente que estaba sobre su escritorio. Esta retractación provocó una ola de críticas desde la propia base conservadora de Trump.

La falta de divulgación de evidencia concreta y la decisión del Departamento de Justicia de no aportar más documentos despierta dudas sobre la transparencia del caso. ¿Está el sistema protegiendo a los poderosos?

Credibilidad de Maxwell: ¿voz confiable o cómplice?

Resulta llamativo que Maxwell haya logrado conformar declaraciones tan elegantes y calculadas sobre una gama de figuras de altísimo perfil. Quienes la apoyan argumentarán que lo hace para aclarar verdades y evitar que se perpetúen falsedades. Sus críticos —que no son pocos— sostendrán que se trata de un esfuerzo coordinado por minimizar la red de complicidad que existió en torno a Epstein.

Bajo el foco público, el testimonio de Maxwell pone nuevamente sobre la mesa la necesidad de seguir investigando, abiertamente y sin favoritismos, a personas que quizás se han beneficiado del manto de la impunidad.

Poder, lealtad y silencios estratégicos

Entre líneas, las confesiones dejan ver un entramado en el cual la lealtad (o quizás el miedo) a las figuras de poder condiciona lo que puede o no decirse. Hay elogios a Trump, defensas apasionadas del príncipe Andrés, y una clara intención de minimizar las implicaciones contra Clinton.

¿Nos enfrentamos entonces a una revisión histórica del caso Epstein influenciada por cálculos políticos y legados en juego?

¿O estamos ante otra extraña muestra de cómo incluso en prisión, el poder mediático e institucional de ciertos individuos permanece intacto?

Sea cual sea la respuesta correcta, una cosa queda clara: estas declaraciones no cierran el caso Epstein. Si acaso, lo reabren con nueva intensidad, nuevas voces y más preguntas que respuestas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press