Operación Serengeti 2.0: La gran ofensiva contra el cibercrimen en África
Interpol coordina una histórica redada con más de 1,200 arrestos y casi 100 millones de dólares recuperados
Una redada sin precedentes: cooperación internacional y resultados sorprendentes
Entre junio y agosto de este año, África fue escenario de una de las más grandes operaciones contra el cibercrimen en su historia reciente. Bajo el nombre de Operación Serengeti 2.0, Interpol anunció la detención de 1,209 sospechosos y la recuperación de casi 97.4 millones de dólares procedentes de actividades ilícitas. La operación, que involucró a 18 países africanos y al Reino Unido, combatió estafas como ransomware, fraudes por correo electrónico empresarial, estafas de herencia e inversiones falsas en criptomonedas.
Un continente en la mira del crimen digital
Aunque las estafas digitales afectan a todo el mundo, África ha sido particularmente vulnerable debido a factores como el rápido crecimiento de la digitalización, infraestructura tecnológica en desarrollo y regulaciones laxas. Esta realidad ha sido aprovechada por redes criminales altamente organizadas que se expanden más allá de las fronteras nacionales.
Interpol reveló que estas redes apuntaron a casi 88,000 víctimas en tan solo tres meses. Detrás de esta cifra hay cientos de miles de historias de ciudadanos, empresas e instituciones víctimas de engaños digitales con pérdidas millonarias.
Minería de criptomonedas y explotación energética en Angola
Uno de los hallazgos más impactantes de la operación fue en Angola, donde se desmantelaron 25 centros de minería de criptomonedas ilegales. En estos centros, operados por 60 ciudadanos chinos, se utilizaban cantidades colosales de energía eléctrica para generar criptomonedas, violando regulaciones nacionales de energía y seguridad.
Se incautaron equipos valuados en más de 37 millones de dólares, y el gobierno angoleño anunció que estos dispositivos serán ahora reutilizados para mejorar la infraestructura energética en áreas vulnerables del país —una jugada ingeniosa que convierte un problema en una oportunidad social.
Zambia y la estafa cripto de 300 millones de dólares
En Zambia se reveló una compleja estafa de inversión en criptomonedas que engañó a más de 65,000 personas, con pérdidas que rondan los 300 millones de dólares. Mediante campañas publicitarias prometiendo altos retornos económicos, los estafadores incitaron a las víctimas a descargar aplicaciones específicas y realizar inversiones regulares, que finalmente desaparecían en cuentas fantasmas.
Las autoridades arrestaron a 15 implicados, desmantelaron dominios web utilizados para captación, confiscaron números telefónicos y congelaron cuentas bancarias involucradas. Además, en el proceso se descubrió una supuesta red de tráfico humano vinculada a esta infraestructura fraudulenta, lo que da cuenta de la complejidad e interconexión de los delitos cibernéticos actuales.
Costa de Marfil: la vieja estafa de herencia sigue viva
Aunque suele pensarse que los fraudes por herencia son cosa del pasado, Interpol advirtió que esta modalidad “sigue generando importantes ingresos para organizaciones criminales”. En Costa de Marfil, se desmanteló una red internacional de estafadores que operaba desde Alemania, con un modus operandi clásico: hacer creer a las víctimas que son beneficiarias de una inmensa fortuna para luego solicitar tasas, tarifas de legalización u honorarios de intermediación.
En total, esta red provocó pérdidas por 1.6 millones de dólares y tuvo decenas de víctimas en África y en Europa.
Operación Serengeti: una ofensiva que se repite y evoluciona
Lejos de ser una acción aislada, esta redada forma parte de un esfuerzo más amplio iniciado en 2023 con la primera edición de la Operación Serengeti, que en aquel momento derivó en más de 1,000 arrestos y ayudó a 35,000 víctimas. Serengeti 2.0 no sólo superó esos números, sino que se enfocó en conectar puntos entre fraude, lavado de dinero y trata de personas, mostrando la evolución del crimen como ecosistema interdependiente.
El papel clave de Interpol en un mundo digital
Interpol, con sede en Lyon y presencia en 196 países miembros, es hoy en día la mayor red policial internacional. Su capacidad para facilitar la comunicación, intercambio de datos y coordinación entre autoridades nacionales es crucial cuando se trata de delitos que no respetan fronteras.
A través de su Centro de Ciberdelincuencia, Interpol ha identificado un crecimiento exponencial del phishing, ransomware, fraude financiero y explotación infantil en línea. Por eso, estas operaciones se vuelven vitales.
Según datos del organismo, el cibercrimen genera aproximadamente 6 billones de dólares al año en pérdidas globales y se proyecta que esta cifra alcance los 10 billones en 2025.
¿Qué sigue para África en materia de ciberseguridad?
Las autoridades y expertos coinciden en que una ofensiva múltiple es necesaria:
- Regulación robusta: mejorar marcos legales para perseguir y condenar delitos digitales.
- Educación digital: capacitar a ciudadanos en ciberseguridad, especialmente en zonas rurales.
- Infraestructura tecnológica: garantizar una transformación digital segura.
- Cooperación transfronteriza: fomentar más operaciones regionales e intercambio constante de información.
Interpol y la ciudadanía: una alianza necesaria
No todo el trabajo debe recaer en las agencias gubernamentales. Interpol promueve también una conciencia ciudadana más crítica con iniciativas abiertas como el “Stay Safe Online”, donde se expone a ciudadanos y empresas cómo protegerse frente a fraudes en redes sociales, correos falsos y suplantación de identidad.
Como bien expresó Jürgen Stock, Secretario General de Interpol: “Los cibercriminales no conocen fronteras, y nuestra respuesta tampoco debe conocerlas”.
Una lucha que apenas comienza
El trabajo conjunto de más de una docena de países demuestra que, pese a los desafíos, cada esfuerzo suma. Operaciones como Serengeti no solo desmantelan redes, sino que revelan rutas, estrategias y patrones de los criminales digitales.
Este tipo de acciones deben continuar fortalecidas por la voluntad política de los países africanos, el soporte tecnológico y económico de socios como la UE y EE.UU., y la participación activa de la sociedad civil.
La ciberseguridad ya no es una cuestión de especialistas: es una política pública, una preocupación ciudadana y, sobre todo, una necesidad para garantizar el desarrollo digital sostenible del continente africano.