TikTok, Trump y la geopolítica digital: el pulso entre seguridad y popularidad juvenil
Mientras Trump adopta TikTok para su campaña, extiende indefinidamente la fecha límite de su venta, revelando un dilema entre seguridad nacional y estrategia política
Un conflicto que mezcla política, tecnología y seguridad nacional
En una vuelta de tuerca al drama TikTok-Estados Unidos, el expresidente Donald Trump, ahora en su segundo mandato, ha vuelto a extender la fecha límite para que la empresa china ByteDance venda su participación mayoritaria en la popular red social. Lo que comenzó como una decisión firme en torno a la seguridad nacional ha derivado en un juego político que pone en cuestión cuáles son las verdaderas prioridades de la administración frente a la presión popular.
La famosa red de videos cortos, con más de 150 millones de usuarios activos mensuales solo en EE. UU., se encuentra en el centro de una tormenta geopolítica y cultural. Trump ha declarado repetidamente que los riesgos de seguridad vinculados a TikTok están “sobrevalorados”, incluso mientras el Congreso y la Corte Suprema respaldaban un veto que exigía una venta de la compañía a un comprador con sede en EE. UU.
Las extensiones del plazo: ¿estrategia o indecisión?
Desde que comenzó su segundo mandato, Trump ha extendido el plazo tres veces. El primero, un 20 de enero, coincidió con el día de su toma de posesión, cuando TikTok quedó brevemente fuera de servicio por el cumplimiento inicial del veto. Luego, en abril, la administración pareció estar a punto de cerrar un acuerdo para escindir TikTok en una firma estadounidense... hasta que China decidió retirarse del trato tras el anuncio de una nueva ronda de aranceles estadounidenses.
Ahora, con una nueva fecha límite marcada para el 17 de septiembre, Trump admitió que seguirá extendiendo el plazo “mientras las cosas complejas se resuelven”. Con esas palabras, dejó entrever que el juego sigue abierto.
Trump y TikTok: de enemigo a usuario
En un giro quizá inesperado, Trump ha comenzado a utilizar TikTok como parte de su estrategia electoral. “Soy fan de TikTok”, dijo recientemente. “Mis hijos lo usan. Los jóvenes lo aman. Si podemos mantenerlo funcionando, mejor”.
Este cambio de postura levanta sospechas. ¿Puede alguien pasar de criminalizar una plataforma por amenazas a la seguridad nacional a usarla como herramienta electoral sin contradecirse?
¿Amenaza legítima o paranoia política?
Durante su primer mandato, Trump lideró la cruzada contra TikTok, alegando que el acceso a datos de ciudadanos estadounidenses por parte del gobierno chino presentaba un riesgo grave para la seguridad nacional. Incluso el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional respaldaron esta preocupación.
Sin embargo, un informe reciente del Pew Research Center muestra que la percepción pública ha cambiado notablemente. En marzo de 2023, el 50% de los estadounidenses apoyaba un posible veto a TikTok. Ahora, esa cifra cayó a un tercio, mientras que otro tercio lo rechaza y el resto no está seguro.
Entre quienes apoyan una prohibición, un 80% lo hace por temor a que sus datos estén en riesgo. Pero el escepticismo sobre una amenaza directa es cada vez más común entre expertos y usuarios.
Negociaciones complicadas: ByteDance, ofertas y política comercial
ByteDance ha intentado complacer a las autoridades estadounidenses proponiendo escisiones y estructuras que garanticen el control por parte de inversores norteamericanos. Una de las ofertas implicaba crear una empresa llamada "TikTok Global" con Oracle y Walmart como socios estratégicos. El acuerdo incluía crear 25,000 empleos en EE. UU. y una sede en Texas.
Pero los cambios abruptos en la política comercial de Trump —como la reimposición de aranceles contra China— generaron que Beijing bloquease o pospusiera aprobaciones regulatorias necesarias. Bajo el principio de “tecnología crítica”, el gobierno chino está cada vez más celoso de permitir la exportación de algoritmos como los que usa TikTok.
El componente electoral: TikTok como campo de batalla generacional
Más allá de la seguridad, TikTok se ha convertido en un importante espacio de habla política. Influencers y creadores de contenido lo utilizan para comentar, movilizar y hasta organizar activismo. Desde el Black Lives Matter hasta campañas medioambientales, TikTok se ha transformado en plaza pública digital.
Trump ha comprendido este fenómeno y ha comenzado a utilizarlo en beneficio de su campaña. Su cuenta oficial, lanzada hace pocos días, ya suma cientos de miles de seguidores y ha generado millones de interacciones.
“Si los jóvenes están allá, allá iremos”, dijo uno de los estrategas de campaña en condición de anonimato.
¿Y si TikTok se vende?: el eterno limbo regulatorio
A pesar del discurso, las negociaciones de venta están estancadas. ByteDance asegura que no planea vender TikTok, y el Ministerio de Comercio de China ha dicho que vetará cualquier venta forzada. Por su parte, la administración de Trump parece más interesada en usar la amenaza regulatoria como herramienta de presión y propaganda.
No hay información clara sobre nuevos compradores potenciales. Microsoft, Oracle, Walmart y varias firmas de capital de riesgo han sido mencionadas en el pasado, pero no hay ofertas firmes ni procesos confirmados.
Mientras tanto, TikTok sigue funcionando normalmente, incluso con la apertura de una cuenta oficial de la Casa Blanca, lo que resalta la paradoja: ¿cómo puede una administración abrir una cuenta oficial mientras mantiene una legislación que prohíbe la plataforma?
El futuro digital que Estados Unidos aún no decide
La historia de TikTok revela un país que no logra definir su papel en la gobernanza digital internacional. ¿Debe EE. UU. seguir cediendo protagonismo a plataformas chinas o buscar reemplazos propios? ¿Es posible compatibilizar seguridad con libertad digital?
Algunos analistas del Atlantic Council y Harvard advierten sobre los peligros de extrapolar la ciberseguridad en clave exclusivamente nacionalista. “No se trata de si TikTok es chino o americano —el problema es cómo regulamos los datos y qué derechos tienen los usuarios sobre ellos”, dice Graham Webster, experto del DigiChina Project.
Por ahora, EE. UU. se contenta con enviar mensajes contradictorios. Prohíbe legislativamente, pero extiende con decretos. Y mientras tanto, Trump filma clips en TikTok con influencers y reta a Biden en likes.