Violencia en la Copa Sudamericana: una bomba de tiempo que estalló entre Independiente y Universidad de Chile

El brutal enfrentamiento en Avellaneda dejó más de 20 heridos, imagen internacional comprometida y una CONMEBOL bajo presión por dictar sanciones ejemplares

Por años, la violencia en el fútbol sudamericano ha sido una amenaza latente. Esta semana, durante un encuentro por la Copa Sudamericana entre Independiente de Argentina y Universidad de Chile, todo explotó. No fue solo una pelea entre hinchadas; fue un episodio de barbarie que dejó múltiples heridos, desató un escándalo diplomático y puso nuevamente en duda la capacidad de CONMEBOL para garantizar espectáculos seguros.

Un partido que nunca debió terminar así

El clásico sudamericano por los octavos de final de la Copa Sudamericana comenzó con un ambiente tenso en las gradas del estadio Libertadores de América en Avellaneda. Cerca de 4.000 hinchas de Universidad de Chile ocupaban la tribuna alta visitante, listos para apoyar a su equipo que llegaba con ventaja de 2-1 en el marcador global, tras el 1-1 parcial en el partido de vuelta.

Sin embargo, en cuestión de minutos se desató el caos. De acuerdo con el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, los disturbios comenzaron en el sector visitante, donde se registraron actos de vandalismo con la destrucción de baños, puestos de comida rápida y butacas.

Desde las tribunas se arrojaron objetos hacia los sectores ocupados por hinchas locales. A pesar de las advertencias por altoparlante y la orden de evacuación, la situación escaló. Decenas de simpatizantes de Independiente bloquearon la salida de los visitantes y comenzaron una agresión brutal sin presencia policial inmediata o personal de seguridad privada.

Imágenes que recuerdan los peores capítulos del fútbol

Las escenas fueron dantescas: dos hinchas chilenos saltaron desde las gradas para escapar del ataque. Otros yacían inconscientes y cubiertos de sangre en las tribunas. La policía solo intervino horas más tarde cuando ya había más de 20 heridos —dos de ellos en estado crítico— y el partido había sido suspendido.

El saldo final fue de 125 aficionados detenidos (todos de Universidad de Chile), quienes fueron liberados posteriormente por orden judicial. Mientras tanto, se emitieron órdenes de arresto contra hinchas de Independiente que lograron ser identificados gracias a videos y testigos.

¿Dónde estaba la seguridad?

Una de las grandes interrogantes es la ausencia de fuerzas de seguridad en la zona crítica al comienzo de la reyerta. Según expertos en organización de eventos deportivos y analistas de seguridad pública, existe una clara omisión de responsabilidades por parte del club local, como así también de las autoridades policiales.

"El club anfitrión es responsable de brindar las condiciones de seguridad necesarias, tal como lo establece el reglamento disciplinario de CONMEBOL", artículo 7.2 del Código de Disciplina de la entidad.

Este detalle podría ser clave para una inminente sanción deportiva que elimine automáticamente a Independiente de la Copa Sudamericana.

Reacciones: culpas cruzadas y acusaciones diplomáticas

Mientras las redes sociales estallaban con indignación, los dirigentes tomaban posturas defensivas. Néstor Grindetti, presidente de Independiente, viajó a Paraguay en un intento de evitar la sanción que muchos ven como segura. "Está claro en las imágenes que los incidentes fueron generados por los hinchas chilenos", dijo ante los medios.

Por su parte, Michael Clark, presidente de Universidad de Chile, se mostró indignado: “No están a la altura. Hubo una deshumanización de la situación. Cuando Independiente vino a Santiago, no pasó nada”.

Incluso, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se expresó al respecto pidiendo “sanciones ejemplares contra los responsables de estos actos terribles”.

CONMEBOL bajo presión: ¿qué sanciones puede aplicar?

Según su reglamento, CONMEBOL tiene varias herramientas disciplinarias que incluyen desde suspensiones temporales, partidos a puerta cerrada, multas económicas, hasta la eliminación directa de la competición.

  • Eliminación del torneo: lo más probable dada la falta de garantías por parte de Independiente.
  • Exclusión futura: ambas instituciones podrían quedar fuera de torneos internacionales en 2025.
  • Partidos sin público: similar a la sanción aplicada a Colo-Colo tras los incidentes ante Fortaleza en la Libertadores, cuando fueron obligados a jugar cinco partidos a puertas cerradas.

La decisión oficial podría demorar varios días, ya que la fase siguiente de la Copa Sudamericana comienza en un mes. El club peruano Alianza Lima espera en cuartos de final a uno de los dos (o a ninguno, si ambos quedan eliminados).

Un problema estructural que trasciende clubes y fronteras

Este nuevo acto de violencia no puede verse solo como un encontronazo entre barras sudamericanas. Es sintomático de un mal endémico del fútbol regional: la incapacidad de los clubes, federaciones y autoridades estatales de disuadir el hooliganismo político, criminal y cultural.

De acuerdo con el observatorio Latin American Stadium Safety (LASS), se registraron más de 78 incidentes violentos solo en competencias sudamericanas de clubes durante 2023 —un aumento del 15% respecto a 2022.

En muchos casos, como este, los responsables no solo escapan a la justicia, sino que incluso continúan presente cada fin de semana en los estadios.

Se requiere una revisión integral de protocolos de seguridad, regulación más estricta del acceso de barras bravas, fiscalización real del accionar policial y el compromiso de todos los actores del fútbol para generar un ambiente seguro y familiar.

El fútbol o la barbarie: una disyuntiva urgente

El deporte más apasionante del continente no puede seguir siendo rehén de la violencia. Porque si el fútbol deja de ser espectáculo para ser un campo de batalla, lo perderemos todos: clubes, jugadores, hinchas e incluso la infancia que encuentra en una camiseta su primera identidad.

Es el momento para que instituciones como CONMEBOL y FIFA pasen de las palabras a los hechos. Porque cuando la sangre llega a las gradas, ya no hay excusas que valgan.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press