Venus Williams y el legado que desafía el tiempo en el tenis mundial

Más allá de la edad, Venus sigue escribiendo capítulos inmortales en la historia del deporte

Venus Williams: una aparición que va más allá del tenis

Cuando Venus Williams saltó nuevamente a las pistas del U.S. Open en 2025, lo hizo bajo un foco mediático que, como de costumbre, insistía en un solo dato: sus 45 años. Y sí, es impresionante. Desde 1981, ninguna jugadora había competido en singles en Nueva York a tal edad. Pero reducir su regreso al número que marca su edad es omitir la grandeza de su figura, de su historia y de su contribución a algo mucho más grande que un partido de tenis: el cambio cultural y social del deporte global.

Un regreso cargado de significado

Venus regresó a un Grand Slam por primera vez en dos años tras haber estado lejos del circuito y haberse sometido a una operación por fibromas uterinos. Esta vuelta a la competencia no solo es una muestra de tenacidad sino también un símbolo de amor por el juego. Serena Williams se despidió del profesionalismo en 2022 y la presencia de Venus evoca cierta nostalgia, pero también esperanza.

Venus enfrentó en su reaparición a Karolina Muchova, finalista de Roland Garros 2023 y dos veces semifinalista del U.S. Open. No importa tanto el resultado; lo que importa es que Venus volvió a Flushing Meadows, donde ha protagonizado algunos de los momentos más emblemáticos del tenis moderno.

Nadie debería reducir a Venus a su edad

Naomi Osaka, referente del tenis contemporáneo y campeona de cuatro Grand Slams, lo expresó con claridad: “Es inspirador verla competir, pero no me gusta que siempre se mencione su edad. Todos sabemos cuántos años tiene. Lo relevante es lo que representa en el deporte”.

Estas palabras resumen lo que muchas voces del tenis hoy afirman: Venus Williams es una leyenda viva. Y como tal, su valor no radica solo en lo que hace en cancha, sino en lo que ha significado para varias generaciones.

Venus y Serena: más allá del deporte

Cuando recordamos a Venus, no podemos hacerlo sin mencionar a su hermana Serena. Ambas irrumpieron en un deporte históricamente dominado por atletas blancas, provenientes de clubes de élite, y lo revolucionaron desde sus raíces.

Fueron entrenadas por su padre, Richard Williams, un autodidacta que desafió todas las convenciones. Venus debutó profesionalmente en 1994, Serena poco después. Desde entonces, no solo ascendieron al número uno del ranking mundial: transformaron la percepción del tenis femenino, visibilizaron el racismo estructural, pelearon por la equidad y se convirtieron en modelos para millones.

Su legado va más allá de los títulos. Lo que lograron como mujeres negras en un deporte de blancos es algo gigante”, comentó Coco Gauff, la joven promesa estadounidense que en 2019 dio el salto a la fama cuando venció precisamente a Venus en Wimbledon a los 15 años.

La lucha por la igualdad comenzó con Venus

En 2007, Venus logró algo que parecía imposible: que Wimbledon pagara el mismo premio en metálico a mujeres y hombres. Hasta entonces, el torneo más antiguo del mundo se regía por una lógica de desigualdad que ni siquiera la presión de figuras icónicas como Billie Jean King había podido modificar.

Venus fue la clave. Sin ella no lo logramos”, reconoció Billie Jean años después. La tenista afroamericana escribió una columna en The Guardian que tuvo un profundo impacto social y político. Lo que comenzó como una batalla personal se convirtió en una ola feminista global en el deporte.

Un currículum legendario

Venus Williams posee un palmarés envidiable: cinco títulos de singles en Wimbledon, dos títulos del U.S. Open y 14 títulos de dobles en Grand Slams junto a Serena. Además, dos en dobles mixtos y cuatro medallas olímpicas: una de oro en singles y tres en dobles.

Pero incluso estos logros no alcanzan para dimensionar su verdadera estatura como leyenda. Venus no solo ha ganado torneos. Ha inspirado carreras, ha desafiado normas, ha forzado cambios regulatorios y ha sido voz e imagen de respeto, energía y autenticidad.

Referente cultural y social

Como Althea Gibson en los años 50, Venus fue pionera en su generación: en 2000, se convirtió en la primera mujer negra en ganar Wimbledon desde Gibson. Desde entonces, abrió puertas para nuevas generaciones de afrodescendientes: desde Osaka hasta Sloane Stephens, pasando por Madison Keys, Coco Gauff o Leylah Fernandez.

Es tan lindo ver a una leyenda seguir jugando, hacer lo que ama. No juega para demostrarle nada a nadie, sino porque ama este deporte”, dijo Leylah Fernandez, finalista del Open USA en 2021.

La niña interior que nunca se fue

Durante una entrevista reciente le preguntaron por qué sigue jugando. La respuesta de Venus fue desarmante: “¿Por qué no?”.

Esa frase encapsula la vitalidad, el compromiso con uno mismo. Mientras muchos dudan o la cuestionan, ella responde con amor propio, experiencia y sabiduría.

No se trata de callar críticas, sino de disfrutar el juego. Me encanta verlo en sus ojos cuando juega. Todavía tiene esa niña ahí”, comentó Martina Navratilova, 18 veces campeona de Grand Slam.

Impacto multiplicador

El ejemplo de Venus se hizo visible el mes pasado en Washington. Jugando dobles durante su regreso, notó que tres mujeres afroamericanas estaban compartiendo cancha. “Es maravilloso ver que ahora las niñas negras tienen el tenis como una opción. Hay oportunidades, hay futuro”, dijo.

Desde la representación a la competencia, Venus ha generado un efecto multiplicador que no puede medirse solo con estadísticas.

Venus Williams no se mide en títulos

En tiempos donde lo fugaz domina titulares, Venus representa lo duradero. No importa cuántos Grand Slams más gane o si alguna vez vuelve a una final. Venus ya logró lo que muy pocos atletas consiguen: trascender.

Como dijo Frances Tiafoe: “Ella y Serena no son solo grandes para el tenis femenino ni para los deportes de mujeres. Son icónicas para todo el deporte”.

Así, cuando Venus camina otra vez hacia la pista central del US Open, no es solo una veterana de 45 años quien salta a jugar. Es una leyenda, un símbolo. Un legado que sigue escribiéndose en cada golpe de raqueta porque, como ella misma lo expresó, “¿por qué no?”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press