El Racismo en el Fútbol Europeo: Una Lucha que Aún No Termina

Weston McKennie, Antwi-Adjei y Semenyo: Tres nombres recientes en una lista que no debería existir

Un nuevo capítulo en la vergonzosa saga racial del fútbol europeo

La historia se repite. El fútbol europeo, una de las plataformas deportivas más globales y mediáticas del planeta, continúa manchado por comportamientos inaceptables: el racismo. Esta vez, el estadounidense Weston McKennie, mediocampista de la Juventus, fue víctima de insultos racistas provenientes de las gradas del estadio durante el inicio de la temporada de la Serie A ante el Parma. No se trata de un hecho aislado, sino de un patrón preocupante que persiste en diversas ligas del continente.

¿Qué ocurrió en Turín?

El partido en cuestión finalizó con una victoria 2-0 para la Juventus, en el que McKennie ingresó como sustituto tardío. Mientras realizaba su reconocida rutina de calentamiento postpartido, fue objeto de comentarios racistas por parte de aficionados ubicados en la sección visitante del estadio. Juventus condenó los hechos de manera categórica y prometió colaborar con las autoridades deportivas para identificar a los culpables.

El club declaró: “Juventus condena enérgicamente este incidente y cualquier forma de racismo, y garantizará total cooperación con las autoridades para identificar a los responsables.”

Un problema repetitivo en Italia

Italia lleva años lidiando con comportamiento racista en sus estadios. En 2023, los seguidores de Fiorentina fueron sancionados con una suspensión parcial del estadio (condicional) por insultos racistas contra McKennie y otros jugadores de la Juventus. Anteriormente, figuras como Mario Balotelli, Kalidou Koulibaly y Romelu Lukaku también han sido blanco de ataques similares en diferentes escenarios deportivos italianos.

No hay un solo año en el que la Serie A no sea noticia por episodios discriminatorios, por lo que las sanciones simbólicas solo parecen fortalecer un ciclo de impunidad.

Otros casos recientes fuera de Italia

Lo sucedido con McKennie es parte de una tendencia alarmante. En Alemania, el delantero de origen ghanés Christopher Antwi-Adjei del Schalke fue abusado verbalmente en un encuentro de la Copa Alemana ante el Lokomotive Leipzig. El incidente impulsó al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a catalogar estos episodios como “inaceptables”.

En el mismo periodo, otro jugador del Kaiserslautern fue víctima de expresiones racistas durante un calentamiento en un partido ante el RSV Eintracht. Ambos acontecimientos se produjeron con apenas días de diferencia.

En Inglaterra, la policía arrestó a un hombre acusado de agredir verbalmente al delantero del Bournemouth Antoine Semenyo durante un partido ante el Liverpool en Anfield. Semenyo, de ascendencia africana, notificó inmediatamente al árbitro, activando el protocolo. El acusado fue detenido bajo sospecha de delito agravado por motivos raciales.

¿Qué dicen los jugadores?

Muchos futbolistas han alzado su voz ante este fenómeno persistente. En palabras de Raheem Sterling, delantero del Chelsea y exjugador del Manchester City: “Cuando no hay consecuencias reales, los racistas se sienten inmunes. Las multas económicas a los clubes no causan ningún impacto. Es hora de una acción seria.”

Romelu Lukaku, actualmente en la Roma, no es ajeno a esta experiencia. En múltiples entrevistas ha afirmado: “Ya basta. He sido llamado mono más veces de las que puedo contar. El racismo debe ser erradicado de este deporte.”

El papel (y la pasividad) de las autoridades

Aunque UEFA y FIFA han lanzado campañas como #NoToRacism o “Say No to Racism”, el verdadero problema reside en la ejecución. Más allá de pancartas antes de los partidos o espots televisivos, la falta de sanciones deportivas serias manda un mensaje de permisividad.

¿Qué pasaría si un club perdiera puntos en la tabla por el comportamiento racista de sus hinchas? ¿O si los estadios fueran clausurados por jornadas completas sin importar el club? Sería una decisión drástica, pero posiblemente efectiva.

Los datos no mienten

  • En un informe elaborado por Fare Network y la UEFA en 2022, se registraron más de 80 incidentes racistas documentados en competiciones europeas en una sola temporada.
  • La Serie A italiana encabeza la lista con el mayor número de situaciones denunciadas, seguida por la Bundesliga y la Premier League.
  • Solo el 15% de los implicados en actos racistas en estadios han sido identificados y sancionados debidamente.

Una opinión impopular: ¿son responsables también los clubes?

Muchas veces, los clubes se lavan las manos alegando que “no pueden controlar a todos los aficionados”. Sin embargo, los mismos clubes saben perfectamente qué sectores de su hinchada son reincidentes. Las cámaras, entradas personalizadas y controles de seguridad permiten gran trazabilidad. Entonces, ¿por qué no actúan de forma proactiva?

Quizá porque, tristemente, algunos directivos prefieren evitar confrontar a un segmento de su hinchada para mantener estabilidad institucional.

¿Qué se puede y debe hacer?

El fútbol no puede seguir siendo un reflejo del racismo estructural sin intentar cambiarlo. Algunas propuestas que ya se discuten en diversas federaciones son:

  • Pérdida de puntos para el equipo cuya hinchada incurra en actos racistas.
  • Cierre total del estadio por varios partidos, no solo una sección.
  • Prohibiciones de por vida para espectadores identificados.
  • Mayores recursos para protocolos antirracistas y capacitación en clubes juveniles.
  • Campañas de educación dirigidas a jóvenes hinchas y en escuelas deportivas.

Un cambio cultural más allá del césped

El racismo en el fútbol solo desaparecerá cuando haya un cambio cultural genuino en la sociedad y sea respaldado por medidas contundentes. No basta con indignarse en redes sociales o emitir disculpas vacías. Es imperativo que las instituciones deportivas lideren con el ejemplo. El talento, sin importar su procedencia o color de piel, merece respeto absoluto. Weston McKennie, como muchos otros, no debería temer que su trabajo como deportista sea opacado por odio irracional.

Hasta que eso ocurra, cada domingo posiblemente nos traerá otra historia similar. Y eso es lo más triste de todo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press