El eterno debate de Belle Isle: ¿Renovación o exclusión de la comunidad de Detroit?

Tras una década bajo gestión estatal, la icónica isla-parque enfrenta desafíos sobre acceso, equidad y su verdadero dueño: ¿el estado de Michigan o los habitantes de Detroit?

Belle Isle: un paraíso en disputa

Durante gran parte del siglo XX, Belle Isle fue sinónimo de orgullo para los habitantes de Detroit. Ya fueran paseos familiares, picnics veraniegos o reuniones de amigos, la isla fluvial era "el patio trasero" por excelencia de la ciudad. Sin embargo, tras más de diez años de administración estatal, la narrativa está cambiando: para algunos, la isla se ha embellecido como nunca; para otros, esa modernización ha traído consigo un sentimiento de exclusión, burocracia y elitismo.

Como han señalado activistas y residentes locales, las inversiones multimillonarias y la aplicación estricta de reglas antiguas han cambiado el carácter del parque. Y el mayor debate sigue intacto: ¿Belle Isle sigue siendo de Detroit?

Una nueva era: $144 millones en inversiones

Desde que el Departamento de Recursos Naturales de Michigan (DNR) asumió el control de Belle Isle en 2014, se han invertido más de $144 millones en su restauración. Según Meagan Elliott, presidenta y directora ejecutiva de la Belle Isle Conservancy, el parque ha visto renovaciones masivas: desde reparaciones urgentes de infraestructura hasta la creación de nuevos jardines, ciclovías y atracciones.

“La relación del estado con Belle Isle permitió que la ciudad se enfocara en renovar más de 160 parques de barrio”, explica Elliott, quien también dirigió la oficina de planificación de parques en Detroit. Esta redistribución de recursos fue clave en una época en la que la ciudad luchaba con una grave crisis financiera.

Reglas de acceso: ¿Quién puede disfrutar de Belle Isle?

Hoy en día, Belle Isle ya no es el refugio libre que era para muchos. La evangelización de las reglas —como el cierre a las 10 p.m., la prohibición de alcohol sin permiso, y multas por no tener pasaporte vehicular— ha dejado a muchos residentes sintiéndose desplazados de un espacio que, históricamente, les pertenecía.

“Durante casi toda mi vida, Belle Isle fue nuestro parque. Era nuestro. Era de Detroit”, dice Donna Givens Davidson, presidenta del Eastside Community Network, quien ha sido escoltada por oficiales por quedarse más allá del horario permitido. “Ahora ya no lo siento así”.

Según la portavoz de la Policía Estatal de Michigan, teniente Michael Shaw, las reglas no han cambiado. Lo que ha cambiado es su aplicación rigurosa, para contrarrestar problemas como atascos de tráfico, consumo público de alcohol y seguridad médica.

El caso del Detroit Yacht Club: ¿Privilegios selectivos?

Uno de los ejemplos más citados es la presencia del exclusivo Detroit Yacht Club dentro de Belle Isle. Mientras que residentes pueden ser multados por beber alcohol en una parrillada familiar sin permiso, los miembros del club consumen bebidas sin repercusiones. “Es el mismo comportamiento: uno es criminal, el otro no”, afirma Givens Davidson.

Lt. Damon Owens, responsable de la división de aplicación de la ley del DNR en la isla, sostiene que el club funciona bajo un arrendamiento previo y no está regulado por el estado, una explicación que no aplaca el malestar público.

Más seguro, pero menos accesible

Las estadísticas apoyan la idea de un parque más seguro. En solo dos semanas del verano 2024, los agentes de conservación emitieron más de 70 citaciones que incluyeron desde exceso de velocidad hasta posesión ilegal de alcohol, incidentes de violencia doméstica y hasta una herida por arma de fuego autoinfligida. En parte, esto refleja una vigilancia más efectiva. Pero también muestra una preocupación persistente por la forma en que se ejerce esa autoridad.

Un futuro interconectado: movilidad, sostenibilidad y diseño

Bajo la visión de Meagan Elliott, Belle Isle se transforma en una isla más caminable, conectada y sostenible. El proyecto Belle Isle Commons servirá como eje de movilidad para la zona más transitada: entre el Acuario y el Conservatorio Anna Scripps Whitcomb.

Este "hub" de transporte aspira a facilitar el uso de buses, bicicletas, scooters, con estaciones de reparación y puertos accesibles. Incluso se ha contemplado un ferry que conecte Belle Isle con Windsor (Canadá) y otras partes de Detroit.

“Queremos que la gente llegue a Belle Isle, explore, camine, descubra el parque de forma activa”, explica Elliott. Entre sus ambiciones está que la Greenway Joe Louis —una vía ciclista de 30 millas— conecte desde el oeste de Detroit hasta la isla.

Los cierres: ¿inevitables o discriminatorios?

Cuando Belle Isle llega a su capacidad límite —unos 3,200 vehículos— el puente MacArthur se cierra al tráfico motorizado. Esto ocurrió al menos cuatro veces en el verano de 2024, incluyendo el Día del Padre y el 4 de julio. Los ciclistas y peatones pueden seguir ingresando, lo cual algunos como Carlos Parisi, dueño del negocio gastronómico Aunt Nee’s, celebran: “Es cuando mejor se siente, sin tráfico”.

Aun así, los cierres generan frustración entre quienes planean reuniones familiares o fiestas. “Queremos planificar nuestros eventos aquí, pero no sabemos si la isla estará abierta”, dice Davidson. En días de calor extremo, ser rechazado de la isla puede sentirse como un castigo, especialmente para quienes no cuentan con aire acondicionado en casa.

La polémica del Pasaporte Recreativo

Uno de los principales puntos de fricción sigue siendo el costo obligatorio de $14 del Recreation Passport para vehículos. Aunque cerca del 40% de los autos tienen esta licencia, muchos afirman que se trata de una tarifa regresiva que perjudica a los ciudadanos de bajos ingresos.

“¿Acaso los neoyorquinos pagan para entrar a Central Park?”, se pregunta Brooke Tiller, organizadora del Belle Isle Swim Club. El DNR responde que los infractores suelen recibir información y una opción para pagar sin multa antes de imponer sanciones.

Elliott considera que el pasaporte es una fuente vital de financiamiento para mantenimiento estatal. “No solo mejora Belle Isle, sino cientos de parques en todo Michigan”, subraya. También existen becas municipales vinculadas al pasaporte, que adjudican unos $2 millones anuales a comunidades locales.

Pero para activistas como Givens Davidson, eso no basta. Propone exenciones de tarifas en base a ingresos y mantener el sistema de inscripción voluntaria al registrar un vehículo.

¿Renovación o desplazamiento?

Belle Isle ha recobrado su belleza, su infraestructura y su viabilidad ecológica. Sin embargo, en el proceso, muchos sienten haber perdido el alma del parque. Las tensiones entre vigilancia, renovación, y comunidad siguen latentes. Y el reto más grande no es urbanista, sino comunitario: reconciliar el parque de clase mundial con el acceso equitativo para quienes lo consideran un pedazo vital de su historia personal y colectiva.

“Quiero que los ‘Detroiters’ que soportaron la bancarrota, que han vivido todas nuestras crisis… quiero que sientan que Belle Isle no solo sigue siendo su parque, sino que tienen más acceso que antes”, concluye Davidson con esperanza.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press