El laberinto del poder: manipulación electoral y gerrymandering en Utah

Una mirada crítica al intento del poder legislativo por desmantelar la voluntad popular en el corazón del oeste de EE. UU.

Cuando las líneas no solo dividen mapas, sino también voluntades

El reciente fallo de la jueza Dianna Gibson en Utah ha devuelto a la primera plana el debate sobre el gerrymandering —la manipulación política de los límites de los distritos electorales— y sus consecuencias para la democracia representativa. En una decisión que ha sacudido la política estatal y podría tener repercusiones nacionales, la magistrada dictaminó que el mapa de distritos congresionales creado por la Legislatura de Utah en 2021 es ilegal, precisamente porque torpedea los mecanismos diseñados por los propios votantes para proteger la equidad electoral.

Salt Lake County: epicentro de una división artificial

Uno de los puntos críticos del caso es cómo se ha manipulado el distrito que abarca Salt Lake County, el corazón demográfico de Utah y un bastión demócrata. En lugar de permitir que esta zona tenga una representación proporcional, el mapa actual fragmenta el condado entre los cuatro distritos congresionales del estado, todos los cuales están controlados por republicanos. Esta fragmentación, que diluye el voto del área metropolitana —más diversa e inclinada hacia los demócratas—, ha sido calificada por muchos como un acto de gerrymandering partidista descarado.

La voluntad popular ignorada

En 2018, los votantes de Utah aprobaron la creación de una comisión independiente encargada de supervisar el rediseño distrital. Sin embargo, el legislativo estatal, controlado por los republicanos, no solo ignoró las recomendaciones de esta comisión, sino que la marginó de facto, despojándola de poder vinculante. La jueza Gibson fue contundente al respecto, afirmando que se trató de una violación a la “potestad constitucional del pueblo de reformar su gobierno”.

En su fallo, Gibson subrayó: “La naturaleza de la violación radica en la negativa de la Legislatura a respetar el ejercicio del poder legislativo constitucional por parte del pueblo y honrar su derecho a reformar su gobierno”. Esta sentencia marca un hito legal importante en la defensa de la democracia directa en el contexto estadounidense.

El impacto en la balanza nacional del poder

Más allá de las fronteras de Utah, este caso tiene implicaciones a nivel nacional. Los demócratas necesitan ganar solo tres escaños para recuperar el control de la Cámara de Representantes en 2026. Cualquier retroceso para sus oponentes en bastiones considerados seguros —como el caso de Utah— representa una grieta en el muro de la hegemonía republicana en ciertos estados.

Estados con dinámicas similares, como Texas, Florida e Indiana, están también en el centro del huracán. Texas, por ejemplo, planea agregar cinco nuevos distritos diseñados para favorecer a los republicanos. En contrapartida, estados como California han introducido iniciativas para contrarrestar estas maniobras, reflejando una escalada de la lucha nacional por el control estructural del proceso electoral.

Tácticas dilatorias: ¿juego limpio o estrategia electoral?

La teniente gobernadora Deidre Henderson ha solicitado que la decisión judicial finalice antes de noviembre de este año, para permitir tiempo suficiente para redibujar los mapas antes de que comiencen los registros de candidaturas en enero. Sin embargo, es probable que los legisladores republicanos apelen el fallo, lo que podría permitir que el actual mapa se mantenga vigente hasta las elecciones de 2028. Para muchos analistas, esta parece ser una estrategia intencional para conservar el statu quo mediante el agotamiento del reloj judicial.

El peso de la historia: gerrymandering, una táctica antigua pero vigente

El término gerrymandering fue acuñado en 1812 cuando Elbridge Gerry, entonces gobernador de Massachusetts, aprobó un mapa de distrito con una forma tan retorcida que uno de los periódicos de la época lo comparó con una salamandra. Desde entonces, la práctica ha evolucionado pero no desaparecido. De hecho, con la sofisticación tecnológica actual —como algoritmos que predicen el comportamiento electoral al detalle—, el gerrymandering ha alcanzado un nivel de precisión alarmante.

En la década de 2010, por ejemplo, el Tribunal Supremo de EE. UU. abordó múltiples casos relacionados con esta práctica, pero en su fallo de Rucho v. Common Cause (2019), determinó que los tribunales federales no podían intervenir en casos de gerrymandering partidista. Esto obligó a que las disputas se ventilen en las cortes estatales, como ha sucedido ahora en Utah.

Utah, espejo de una democracia en disputa

Utah no es el único estado donde la legislatura ha buscado contrarrestar los resultados de un referéndum popular. En Florida y Missouri, por ejemplo, legisladores han maniobrado para debilitar iniciativas ciudadanas que buscaban limitar la manipulación electoral. Estas dinámica apunta a una nueva forma de conflicto entre el poder legislativo y la democracia directa, en la que los representantes ignoran activamente los mandatos de sus votantes.

Para muchos ciudadanos, esto genera una peligrosa sensación de alienación y desencanto político. Si, como se suele repetir, “cada voto cuenta”, entonces la manipulación sistemática del mapa electoral no solo pone en duda este principio, sino que corroe las bases de la confianza cívica.

El rol del ciudadano: mirar más allá del calendario electoral

En medio de este debate, el compromiso ciudadano se vuelve más fundamental que nunca. La participación política no puede limitarse al día de las elecciones. La defensa del derecho al voto y a la representación justa se juega en legislaturas, cortes, comisiones independientes y, sobre todo, en la vigilancia informada de los ciudadanos.

Organizaciones como Brennan Center for Justice han documentado cómo el rediseño de mapas electorales puede determinar el margen de poder de un partido durante décadas. En Carolina del Norte, por ejemplo, se encontró que un solo rediseño distrital permitió al Partido Republicano asegurar 10 de los 13 escaños del Congreso, pese a obtener solo el 50% del voto general. Ejemplos como este ilustran por qué es crucial que la ciudadanía no acepte sin más los mapas aprobados por sus legislaturas.

¿Qué está en juego en Utah (y más allá)?

La decisión en Utah no solo obliga a redibujar los mapas antes de 2026 si no hay retrasos judiciales, sino que marca un precedente para otros estados donde se están librando batallas similares. Con las elecciones intermedias en el horizonte, la eventual redistribución de poder derivada de sentencias como esta podría ser el factor decisivo para el control del Congreso en 2026.

Por ahora, queda claro que más allá de la aritmética electoral, estamos frente a una lucha por el alma misma del sistema democrático estadounidense. Y Utah, con su historia de participación ciudadana activa y su sorprendente equilibrio entre tradición conservadora e innovación cívica, podría convertirse en el modelo —o en la advertencia— para el resto del país.

Un llamado final: tu mapa, tu voz

Como ciudadanos, debemos comprender que un simple trazo sobre un mapa puede determinar quién tiene voz en Washington, y quién no. Los distritos no deberían ser dibujados para proteger el poder político de unos pocos, sino para reflejar fielmente la diversidad y complejidad del electorado. En una era donde los desafíos a la democracia son cada vez más sofisticados, defender lo básico —una persona, un voto— sigue siendo un acto revolucionario.

El futuro no se dibuja solo con lápices o algoritmos. También se traza con la participación, la vigilancia y, sobre todo, la voluntad de no ceder la democracia al cinismo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press