Embarazo en zonas de guerra: La tragedia silenciosa de las madres en el noreste de Nigeria
Boko Haram, la retirada de fondos internacionales y un sistema sanitario colapsado exacerban la crisis de mortalidad materna en Nigeria
El rostro de la maternidad en medio del caos
En la remota ciudad de Konduga, en el estado de Borno, noreste de Nigeria, Aisha Muhammed luchó por su vida en el tercer trimestre de su embarazo, al desarrollar eclampsia —una condición crítica caracterizada por convulsiones y una presión arterial peligrosamente elevada. A falta de médicos en su clínica local, y con el hospital más cercano a 40 kilómetros en una de las regiones más peligrosas del mundo, su historia parece casi milagrosa. Logró llegar a Maiduguri, la capital estatal, y someterse a una cesárea de emergencia que salvó su vida y la de sus gemelos.
“Aunque los hijos traen alegría, si tengo que pasar por lo mismo otra vez, me da miedo volver a quedar embarazada”, confiesa entre lágrimas Aisha, de solo 25 años.
Un país donde dar a luz puede significar la muerte
Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Nigeria lidera la estadística más trágica del mundo: es el país con más muertes maternas a nivel global. Solo en 2023, se estimaron al menos 75,000 muertes relacionadas con el embarazo, lo que equivale a más de la cuarta parte del total mundial. Esto representa una tasa de mortalidad aterradora: al menos 1 de cada 100 mujeres muere al dar a luz en esta nación de 220 millones de habitantes.
Jumoke Olatunji, cofundadora de la Fundación para el Bienestar Materno Infantil Alabiamo, con sede en Lagos, lo pone en perspectiva: “Si cuentas cinco personas a tu alrededor, probablemente conoces a una mujer que ha enfrentado problemas de morbilidad o mortalidad materna”.
La violencia perpetua de Boko Haram
La situación de las mujeres embarazadas en el noreste del país es aún más grave. El grupo insurgente Boko Haram, conocido por su brutalidad y los secuestros masivos —como el de más de 270 niñas en Chibok en 2014— ha intensificado sus ataques en los últimos meses.
Esta escalada de violencia ha cerrado caminos esenciales, forzado el éxodo de trabajadores sanitarios y llevado a muchas organizaciones internacionales a abandonar la región. Las comunidades que antes eran relativamente pacíficas se han transformado en ciudades guarnición bajo control militar, donde la atención médica ha colapsado por completo.
Sin médicos y con poco que ofrecer
De todas las consecuencias de este conflicto prolongado, una de las más devastadoras es la desaparición de médicos y personal de salud calificado. La doctora Fanya Fwachabe, gerente de salud sexual y reproductiva en el Comité Internacional de Rescate (IRC), lo describe así: “Hay veces que tenemos vacantes publicadas, pero no hay quien quiera trabajar aquí”.
¿El motivo? Los sueldos miserables: entre 99 y 156 dólares al mes por arriesgar la vida en un entorno hostil.
La ayuda internacional se seca
Como si el conflicto armado no fuese suficiente, Nigeria enfrenta ahora el retiro masivo de asistencia internacional. Durante años, el país recibió miles de millones de dólares en ayuda de Estados Unidos, canalizados en gran parte por la USAID. Entre 2020 y 2025, ese monto alcanzó cerca de 4 mil millones de dólares, de los cuales 423 millones fueron destinados a salud materna y planificación familiar.
Pero en 2025, esa ayuda desapareció abruptamente sin advertencias. Esta decisión dejó a los sistemas ya debilitados en el noreste de Nigeria en completo colapso.
Abubakar Kullima, director médico de los Hospitales Estatales de Borno, reconoció el impacto devastador de este recorte: “Nos tomó por sorpresa la orden de parar todos los proyectos. No estábamos preparados para esto”.
El presupuesto local: 🔻 -97% para planificación familiar
Como si no bastara con el retiro de ayuda estadounidense, el propio gobierno nigeriano redujo en casi un 97% el presupuesto para planificación familiar en 2025. Esto condena a millones de mujeres a enfrentar embarazos no deseados o peligrosos sin acceso adecuado a anticonceptivos o asistencia médica.
“Incluso las mujeres que no quieren tener más hijos se ven obligadas a hacerlo, porque no hay opciones”, comenta Jumoke Olatunji, activista de salud.
Historias de dolor que se repiten
Falmata Muhammed, de 30 años, vivió en carne propia las consecuencias de este sistema de salud en ruinas. En 2021, su aldea no contaba con hospital. Cuando comenzó el trabajo de parto, viajó en taxi hacia Maiduguri, pero comenzó a sangrar y dio a luz en la carretera. El bebé nació muerto.
Hoy, embarazada de nuevo y viviendo en Magumeri —donde el hospital fue destruido en un ataque en 2020—, solo cuenta con una clínica móvil sin los recursos necesarios para asistir partos complicados.
“El sufrimiento mental me sigue doliendo”, expresa. Aun así, no tiene alternativa ante el colapso del sistema de salud. “Si hubiese hospitales, personal, medicamentos y caminos seguros, las mujeres aquí no estarían perdiendo la vida”, dice enumerando con los dedos lo que muchas madres ni siquiera se atreven a soñar.
Una deuda global con las madres africanas
La crisis humanitaria del noreste de Nigeria rara vez ocupa titulares internacionales. Con guerras como las de Ucrania, Gaza y Sudán dominando el foco de los donantes, el sufrimiento de estas mujeres ha quedado relegado al olvido.
Mientras tanto, las pocas organizaciones que permanecen —como el IRC— trabajan bajo amenazas constantes y con recursos cada vez más escasos.
Se trata de una tragedia silenciosa: mujeres embarazadas rodeadas de violencia, sin asistencia médica, abandonadas por el mundo. En cada parto sin asistencia, cada bebé muerto y cada madre sepultada hay una responsabilidad compartida.
¿Esperanza?
En un intento desesperado por contener el desastre, el gobierno federal de Nigeria aprobó una partida de 200 millones de dólares como presupuesto de emergencia en salud. Pero los expertos dudan de su eficacia si no se garantiza seguridad para el personal sanitario, infraestructura adecuada y un sistema de distribución claro.
La pregunta es inevitable: ¿cuántas Aisha y Falmatas más tendrán que arriesgar sus vidas antes de que la comunidad internacional vuelva a mirar hacia Nigeria?