FEMA en crisis: ¿está EE. UU. preparado para el próximo gran desastre?

Más de 180 empleados advierten que decisiones políticas amenazan con repetir errores de Katrina

En una carta sin precedentes, más de 180 empleados actuales y antiguos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) han alzado la voz para advertir sobre una inminente crisis institucional que podría tener consecuencias devastadoras para Estados Unidos. La misiva, publicada coincidiendo con el vigésimo aniversario del huracán Katrina, señala que los recortes presupuestarios, la mala gestión y las decisiones políticas tomadas por la administración actual están debilitando peligrosamente a la agencia encargada de responder a desastres naturales y emergencias nacionales.

Un duro llamado de atención

La carta no solo destaca por su tono directo, sino por el contexto político en el que emerge. En una administración donde la crítica interna ha sido duramente castigada, la decisión de hacer pública esta advertencia —incluso de forma anónima en muchos casos— revela el nivel de preocupación de los firmantes.

Nuestro compromiso compartido con nuestro país, nuestros juramentos de cargo y nuestra misión de ayudar a las personas antes, durante y después de los desastres nos obligan a advertir al Congreso y al pueblo estadounidense sobre los efectos en cascada de las decisiones tomadas por la administración actual”, afirma el documento.

De los 180 firmantes, 35 decidieron publicar sus nombres, pero 141 optaron por mantener el anonimato por miedo a represalias. Esta “cultura de miedo y represión” ha sido comparada con ambientes de otras agencias como la EPA o los NIH, donde también los empleados han sido sancionados por expresar su preocupación sobre políticas públicas.

Un déjà vu de Katrina

El paralelismo con el huracán Katrina, uno de los desastres naturales más devastadores de la historia moderna de EE. UU., no es casual. En aquel evento, más de 1,800 personas murieron y la respuesta federal se caracterizó por una caótica falta de coordinación y preparación, lo cual derivó en la aprobación de la Post-Katrina Emergency Management Reform Act (PKEMRA) en 2006. Esta legislación buscaba fortalecer y reorganizar a FEMA para prevenir fallos tan garrafales en el futuro.

Sin embargo, según la carta, la agencia está reviviendo viejos fantasmas: “Dos décadas después, FEMA está implementando procesos y estructuras de liderazgo que evocan las mismas condiciones que PKEMRA intentó eliminar”.

Una agencia desmantelada desde dentro

La misiva detalla una serie de decisiones recientes que, según los firmantes, están debilitando a FEMA:

  • Cambios administrativos que dejaron sin jefe estable a la agencia durante meses. Cameron Hamilton, su director interino, fue reemplazado en mayo por David Richardson, ninguno con experiencia significativa en gestión de emergencias.
  • El 30% de la fuerza laboral de FEMA ha renunciado o ha sido despedida, incluyendo personal de alto nivel.
  • Una nueva política exige la aprobación personal del secretario de Seguridad Nacional Kristi Noem para gastos mayores a $100,000. Esta medida ralentizó la respuesta a las mortales inundaciones en Texas en julio.
  • Recortes a programas de mitigación preventiva, entrenamientos de preparación y personal.
  • Transferencia de empleados de FEMA al Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), lo cual va contra sus funciones fundamentales.

Todo esto, según los firmantes, abona el terreno para un desastre potencialmente mayor que Katrina.

Catástrofes recientes: señales de advertencia

Mientras FEMA atraviesa esta crisis institucional, Estados Unidos enfrenta incendios forestales sin precedentes que han puesto en jaque a múltiples estados. En Oregon, el Flat Fire ha obligado a evacuar cerca de 4,000 hogares, mientras que el Pickett Fire en California ha consumido más de 26 kilómetros cuadrados en el condado de Napa.

“Estamos profundamente conmovidos por la pérdida de hogares y propiedades, pero también alentados por los esfuerzos heroicos de los bomberos”, expresó el Sheriff del condado Deschutes, Ty Rupert.

Más de 1,230 bomberos con apoyo aéreo de 10 helicópteros luchan contra los incendios en Napa. La dificultad del terreno, combinado con temperaturas que superan los 34 °C y humedad baja, ha complicado las tareas de contención. En Montana, un bombero falleció por un paro cardíaco mientras combatía las llamas del Bivens Creek Fire, lo que añade una dimensión humana al peligro constante.

¿Y si el próximo desastre es un huracán o un sismo?

No solo son incendios. Estados Unidos sigue siendo vulnerable a huracanes, terremotos y tormentas de nieve y hielo masivas. La preparación adecuada requiere planificación, recursos, liderazgo capacitado y tecnología de respuesta eficiente.

Ante este panorama, la carta propone una solución audaz: convertir a FEMA en una agencia independiente de nivel gabinete. Esto permitiría a la institución mantener su misión sin interferencias partidistas, fortalecer su voz en el gobierno federal y obtener presupuestos estables a largo plazo.

La propuesta ya tiene forma en un proyecto de ley bipartidista titulado “Fixing Emergency Management for Americans Act”, presentado recientemente en el Congreso.

¿Cambio climático como combustible de la crisis?

Científicos han advertido por décadas que el cambio climático está amplificando fenómenos extremos: olas de calor más severas, sequías prolongadas, incendios más intensos y huracanes más destructivos. Aunque eventos individuales no se pueden atribuir exclusivamente al calentamiento global, existe un fuerte consenso en que los eventos catastróficos serán más frecuentes e intensos.

En este contexto, FEMA debería estar más robusta que nunca. Y sin embargo, según sus propios trabajadores, está cada día más vulnerable.

Una cuestión de voluntad política

La respuesta institucional ante grandes desastres no debería estar sujeta a agendas políticas. La experiencia del huracán Katrina, el huracán Harvey en 2017, y los incendios forestales de 2020 demuestran que la preparación salva vidas, mientras que la improvisación y el desinterés cuestan miles.

El Congreso tiene ahora la tarea de decidir si otorga a FEMA las herramientas legales, estructurales y presupuestarias necesarias para garantizar su independencia y eficacia. Hacerlo no solo evitaría tragedias humanas y pérdidas económicas de miles de millones de dólares, sino que también enviaría un mensaje claro: la seguridad nacional pasa también por estar listos para lo peor.

Como advirtieron los firmantes anónimos: “El reloj avanza, las amenazas crecen... y FEMA no está lista”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press