Italia, en riesgo de perder la Euro 2032: una carrera contra el reloj para renovar sus estadios

Mientras Turquía avanza con infraestructuras modernas, Italia enfrenta críticas por su débil preparación ante la UEFA, con el San Siro como símbolo de una crisis estructural

Una candidatura compartida bajo la lupa

Italia y Turquía fueron seleccionados en octubre de 2023 como coanfitriones de la Eurocopa 2032, una decisión histórica y estratégica debido a la fuerte competencia por albergar uno de los torneos más prestigiosos del fútbol mundial. Sin embargo, a solo ocho años del evento, alertas encendidas surgen desde las altas esferas del fútbol europeo.

Según Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, "Italia tiene de lejos la peor infraestructura entre las grandes naciones del fútbol europeo". Esta declaración, emitida en mayo de 2024, resonó como una campana de alarma tanto para los actuales dirigentes del fútbol italiano como para los responsables gubernamentales.

Una vergonzosa realidad

Ezio Simonelli, presidente del consejo que regula la liga italiana, expresó públicamente su preocupación: "Estoy muy preocupado por la Euro 2032", declaró en una entrevista con la radio nacional italiana. «¿Está en riesgo la candidatura? Espero que solo sea una preocupación mía», añadió.

En Italia, salvo honrosas excepciones como los estadios de Turín (Juventus Stadium), Udine (Dacia Arena) y Bérgamo (Gewiss Stadium), el resto de los estadios se encuentran en lo que tanto Ceferin como Simonelli califican de "estado comatoso".

Datos que hablan por sí solos

Para dimensionar el problema, basta con observar las estadísticas. En los últimos 18 años, Italia solo ha inaugurado 6 nuevos estadios, y ¡solo 3 están en la Serie A! En contraste, el resto de Europa ha visto nacer o renovarse 226 instalaciones durante ese mismo periodo. En este aspecto, Italia está en clara desventaja respecto a sus pares continentales.

El caso San Siro: símbolo de la decadencia

Uno de los ejemplos más mediáticos y representativos del estancamiento estructural en Italia es el legendario Stadio Giuseppe Meazza, más conocido como el San Siro. Inaugurado en 1926 y remodelado varias veces, actualmente cuenta con una capacidad para 80,000 espectadores. Es el estadio más grande del país y será sede de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026.

Sin embargo, alberga serios problemas de funcionalidad moderna: desde sanitarios hasta accesibilidad, el estadio no cumple con los estándares internacionales exigidos por la UEFA para la organización de un torneo del calibre de la Eurocopa.

El proceso burocrático para su demolición o modernización ha estado plagado de retrasos, oposiciones patrimoniales y demoras municipales. En 2019, AC Milan e Inter de Milán propusieron construir un nuevo estadio, pero ante la lentitud del proceso, buscaron terrenos alternativos. Paradójicamente, ahora podrían adquirir el mismo San Siro y el terreno donde se encuentra.

Simonelli fue tajante: “Un nuevo estadio debe construirse. Punto final.”

Burocracia: el enemigo número uno

En un país donde reemplazar infraestructura antigua implica navegar por mares de permisos, oposiciones y problemas legales, la falta de acción se ha convertido en una constante. Simonelli apunta directamente a las instituciones: "Estamos presionando al gobierno para simplificar los procedimientos y silenciar los famosos ‘comités del no’, que no logran concretar absolutamente nada".

Los problemas culturales y patrimoniales también juegan en contra. Cualquier remodelación de una instalación que supere los 70 años es vista como una amenaza a la identidad histórica, lo que lleva a eternos debates sobre si es más importante preservar la historia o adaptarse a las necesidades contemporáneas.

Turquía: un contraste evidente

Mientras que Italia titubea, su socio coprotagonista no pierde tiempo. Turquía lleva dos décadas invirtiendo en infraestructura deportiva y ya cuenta con prácticamente todos los estadios listos. El crecimiento del país euroasiático en este sentido ha sido tal que varios de sus estadios están considerados entre los mejores del continente.

Con sedes como el Estadio Olímpico Atatürk (Estambul), el Şükrü Saracoğlu (Fenerbahçe) o el moderno Vodafone Park (Beşiktaş), Turquía podría llevarse la parte más brillante del espectáculo, en caso de que Italia no esté a la altura.

El problema de la propiedad de los estadios en Italia

Una de las grandes diferencias entre Italia y el resto de Europa tiene que ver con la titularidad de los estadios. Mientras que en lugares como Inglaterra, Alemania o incluso España, los clubes suelen ser propietarios de sus recintos, en Italia la mayoría son administrados por los gobiernos municipales, lo cual dificulta cualquier tipo de modernización o inversión escalada.

Solo Juventus, Udinese y Atalanta son dueños de sus estadios entre los clubes de la Serie A. Este esquema público genera inestabilidad, falta de incentivos de inversión privada y dependencia de fondos estatales eternamente demorados.

¿Qué necesita hacer Italia para salvar la Euro 2032?

Para garantizar la realización de la Euro 2032 en su territorio, Italia necesita presentar al menos 10 estadios completamente operativos y conforme a los estándares UEFA. A menos de una década del evento, todavía no existe una lista definida de las sedes italianas ni un plan craneado para su renovación o construcción desde cero.

Algunas de las opciones barajadas hasta ahora incluyen:

  • Turín: Allianz Stadium (Juventus)
  • Milán: Por definir (San Siro o nuevo estadio)
  • Roma: Stadio Olimpico (necesita renovación profunda)
  • Nápoles: Diego Armando Maradona
  • Palermo, Cagliari, Bari, Bolonia, Florencia: aún sin planes definidos

De estos, solo los tres primeros podrían ser homologables según UEFA. El resto necesita una renovación importante o una demolición total.

Un llamado a la acción colectiva

El fútbol italiano, que ha cosechado glorias deportivas –con cuatro Copas del Mundo (1934, 1938, 1982 y 2006) y dos Eurocopas (1968 y 2021)–, no puede permitirse el ridículo internacional de perder un torneo que ya le fue asignado. No se trata solo de prestigio, sino de impacto económico, proyección turística y legado para futuras generaciones.

Simonelli lo dijo claramente: “Debemos actuar ahora para no perder esta oportunidad histórica”.

La pelota está en el terreno del gobierno italiano, las administraciones locales y los clubes. Si el país que vio a Paolo Maldini, Francesco Totti y Gianluigi Buffon brillar quiere estar a la altura del siglo XXI, tendrá que darle una nueva vida a los estadios que hoy parecen mausoleos de un pasado glorioso.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press