Mariam Dagga: La voz silenciada del sufrimiento en Gaza

Una mirada al legado de la periodista visual asesinada durante un ataque a un hospital en Khan Younis

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Mariam Dagga no buscaba fama ni reconocimientos. Su misión era clara: documentar la realidad de Gaza con los ojos y el alma de quien lo vive, no como una espectadora, sino como parte activa del tejido desgarrado del conflicto. El pasado lunes, esa voz fue silenciada violentamente cuando un ataque aéreo israelí alcanzó el Hospital Nasser en Khan Younis, el lugar donde esta periodista de 33 años trabajaba intensamente y vivía entre desplazamientos forzosos, miedo y esperanza.

Una cronista de lo imposible

La guerra entre Israel y Hamás ha sido uno de los entornos de mayor peligro para el ejercicio del periodismo. Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), desde el estallido del conflicto en octubre de 2023, al menos 197 periodistas han muerto en Gaza. En comparación, apenas 18 periodistas fallecieron en la guerra de Ucrania. Estas cifras no son solo números: son nombres, rostros e historias como la de Mariam Dagga.

“Ella trabajó en circunstancias increíblemente difíciles para llevarle al mundo las historias de Gaza, particularmente sobre el impacto de la guerra en la niñez”, expresó Julie Pace, editora ejecutiva de la agencia de noticias que contrataba a Mariam. Su labor no era una rutina con horario; era una vocación que la llevaba a estar en los funerales, en los hospitales, junto a los camiones de ayuda humanitaria y en cualquier lugar donde la vida pendiera de un hilo.

Historias en cada casa

En uno de sus últimos mensajes en redes sociales, Mariam dijo: “Cada lugar es peligroso, es alcanzado por ataques aéreos… En cada hogar hay una historia. En cada hogar hay un detenido. En cada hogar hay sufrimiento.” Era más que una declaración: era una súplica, una crónica y un epitafio premonitorio.

Nacida en Khan Younis, Mariam se formó en la Universidad Al-Aqsa de Gaza, donde estudió periodismo. Desde el 2015 ejercía la profesión, con un especial talento para la fotografía y el video. Su trabajo trascendió fronteras, publicándose en medios como el Independent Arabia y atrayendo la atención internacional por su cobertura sobre niños malnutridos, por la que incluso fue reconocida internamente en su agencia.

La fotógrafa que dio vida a la resistencia documental

El periodista y editor de Independent Arabia, Adhwan Alahmari, señaló que Mariam era una de las reporteras más éticas y dedicadas que conoció. La calificó como profesionalmente impecable y humana, capaz de ver más allá de la desesperanza para capturar instantes de compasión, dignidad y resistencia.

Las imágenes de Dagga no eran sólo ventanas al sufrimiento: eran gritos visuales de una generación atrapada entre escombros, hambre y duelo. Documentó incansablemente las consecuencias de los bombardeos, la desesperación de los desplazados, las salas de emergencia colapsadas, los cuerpos envueltos en sábanas blancas. Pero también mostró los juegos de los niños entre las ruinas, los abrazos, las miradas, la humanidad que persiste incluso en el caos.

Una vida marcada por el sacrificio

Sus colegas la describían como alguien que nunca se quejaba. Siempre lista, con una sonrisa rápida y dispuesta a ayudar. Nada parecía quebrarla, ni siquiera haberse tenido que desplazar varias veces durante la guerra. Antes del conflicto, Mariam había donado un riñón a su padre. Vivía con el corazón partido: por un lado, su deber profesional; por otro, su rol de madre. Su hijo de 13 años fue evacuado con su padre a Emiratos Árabes Unidos, pero hablaba con ella cada día. Él quería regresar a Gaza. Ella quería protegerlo.

Como muchas madres palestinas, Mariam llenaba su teléfono de mensajes, fotos y videollamadas con su hijo. Entre los cohetes y las ambulancias, buscaba cinco minutos de respiro para reír con él por videollamada. El lunes del ataque, su colega Wafaa Shurafa recibió una llamada suya minutos después del primer bombardeo al hospital. No pudo contestar. Cuando intentó devolverle la llamada, Mariam ya no respondió nunca más.

El periodismo como acto de resistencia

Decir que Mariam murió en el campo es quedarse corto. Ella cayó en el mismo hospital que eligió como sede operativa, documentando los horrores de una guerra donde ninguna estructura ni vida está a salvo. El Hospital Nasser, refugio de médicos, heridos y periodistas, fue blanco de múltiples ataques.

“Nunca dejó de trabajar”, repiten quienes la conocieron. La imagen de su cuerpo envuelto en blanco, con una flor roja en la mejilla, contrasta con la vitalidad que transmitía al capturar vidas entrelazadas con la muerte.

La protección de periodistas: una deuda global

En abril de 2024, Mariam pidió a través de la plataforma Eye on Palestine que la comunidad internacional protegiera a los periodistas en Gaza. No fue un grito aislado. Las organizaciones de derechos humanos han denunciado sistemáticamente el patrón de ataques a instalaciones médicas y a profesionales de la comunicación durante esta guerra.

El secretario general de Reporteros Sin Fronteras, Christophe Deloire, ha declarado en múltiples foros que el asesinato intencional o negligente de periodistas en zonas de conflicto constituye una violación del derecho internacional humanitario. Aun así, la comunidad internacional permanece aquejada por la inercia diplomática.

La última imagen

La vida de Mariam Dagga no se trató solo de periodismo. Fue un reflejo de la resiliencia y el coraje de miles de mujeres palestinas. La cámara no era solo una herramienta de trabajo: era su escudo, su voz y su forma de justicia.

Hoy, la comunidad periodística internacional está de luto. Pero más allá de las redacciones y redes sociales, su historia resuena en los pasillos vacíos del hospital Nasser, en los álbumes de fotos familiares de Gaza, en el hijo que aún no entiende del todo por qué su madre no contesta más.

El trabajo de Mariam Dagga no fue en vano. Su legado tiene un sitio en la memoria colectiva de quienes defienden la verdad, incluso cuando esta duele, y también en cada niño que algún día volverá a vivir donde ella apuntó su lente una y otra vez.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press