¿Identidad o carrera? El dilema de los futbolistas con múltiples nacionalidades
El caso de Leon Avdullahu y otros jugadores que cambian de selección nacional revela una pugna entre los sentimientos personales, las raíces familiares y las oportunidades deportivas
Cuando el fútbol choca con la identidad
El reciente caso de Leon Avdullahu, quien decidió dejar la selección Sub-21 de Suiza para representar a Kosovo en las eliminatorias al Mundial 2026, no ha pasado desapercibido. Su historia se suma a una larga lista de jugadores que, siendo formados en academias de países europeos como Suiza, Alemania u Holanda, terminan eligiendo representar a las naciones de donde provienen sus padres o abuelos.
El dilema no es nuevo, pero sí es cada vez más frecuente. Detrás de cada decisión hay factores complejos: desde el sentido de lealtad a la patria de sus ancestros, hasta razones deportivas más pragmáticas, como tener más oportunidades de jugar a nivel internacional. ¿Qué pesa más? ¿El corazón o la carrera?
Un fenómeno en aumento
El fútbol mundial ha experimentado una transformación demográfica significativa en las últimas décadas, sobre todo en Europa.
Por ejemplo, en Suiza más del 25% de su población es de origen migrante. Esto se refleja directamente en las selecciones nacionales. El famoso equipo suizo que participó en la Copa Mundial de la FIFA 2018 contaba con jugadores como Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka, de origen kosovar-albanés, y con Valon Behrami, nacido en Mitrovica, Kosovo. Todos optaron por jugar para Suiza, el país que les dio techo y formación.
Pero ahora vemos un giro: jóvenes como Avdullahu (21 años), o los casos recientes de Kevin Krasniqi y Leon Frokaj, también formados en Suiza, han optado por representar a Kosovo. FIFA ha aprobado estos cambios de elegibilidad, y hoy, el combinado balcánico se nutre en gran parte de esta diáspora futbolística.
La legalidad del cambio: lo que permite FIFA
Según las reglas de la FIFA, los jugadores pueden cambiar de selección nacional siempre que:
- No hayan jugado más de tres partidos jugando para la selección absoluta anterior en competencias oficiales.
- No hayan participado en torneos como la Copa Mundial o la Eurocopa.
- La última aparición con la selección anterior haya sido antes de cumplir los 21 años.
Esto ha facilitado que muchos talentos reconsideren sus opciones cuando aún están en plena fase de desarrollo.
El caso Avdullahu: entre Suiza y Kosovo
Nacido y formado futbolísticamente en Basilea, Leon Avdullahu debutó profesionalmente con el club local. Luego fue transferido al Hoffenheim de Alemania por 8 millones de euros, lo que habla de su proyección. Pero aunque Suiza contaba con él en su programa de selecciones juveniles, Avdullahu decidió representar a Kosovo, generando cierto malestar.
El director de selecciones suizas, Pierluigi Tami, declaró:
“Estamos decepcionados de que ahora quiera perseguir un camino diferente. Pero quiero dejar claro que solo queremos jugadores que se identifiquen al 100% con nuestro país.”
Una frase que deja entrever cuánto afecta este tipo de decisiones no solo en lo deportivo, sino también en lo emocional y en el debate sobre pertenencia e identidad.
Historias paralelas: de Rakitić a Jashari
Suiza ya vivió casos notables. El más conocido es el del exjugador del FC Barcelona y Sevilla, Ivan Rakitić. Nacido y criado en Suiza y jugador de la Sub-21 helvética, decidió jugar para Croacia. Su paso por la selección croata incluye más de 100 partidos y una final mundialista en 2018 contra Francia.
Otro caso es el actual volante del AC Milan Ardon Jashari, también de raíces kosovares, quien ha optado por mantenerse en Suiza, al menos por el momento. Pero el patrón sugiere que muchos jóvenes están sopesando opciones no por deslealtad, sino por construir la mejor carrera posible.
El ejemplo de Granit Xhaka y Shaqiri
A diferencia de Avdullahu, tanto Granit Xhaka como Xherdan Shaqiri han sido pilares en las últimas generaciones suizas. Ambos son hijos de familias kosovares-albanesas que llegaron a Suiza como refugiados de guerra en la década de 1990. Decidieron jugar con Suiza y han tenido carreras internacionales destacadas, y son considerados modelos de integración.
Shaqiri, en especial, ha sido figura en múltiples torneos internacionales. No obstante, ha sido también criticado en ocasiones por celebrar goles con referencias políticas hacia los Balcanes, como ocurrió ante Serbia en el Mundial 2018, donde él y Xhaka hicieron gestos con las manos en forma de águila, símbolo del nacionalismo albanés.
Más que fútbol: migración, política e identidad
Más allá del deporte, hay una dimensión política y social en todo esto. La migración desde la ex Yugoslavia hacia Europa durante la guerra de los Balcanes trajo no solo personas en busca de refugio, sino también historias de tensión, resentimiento y orgullo por las raíces. Todo esto se manifiesta sobre el campo de juego.
Decidir entre jugar para el país que ha dado oportunidades, o por el de origen familiar, también es una manera de volver a conectar con la historia de sus antecesores. Para algunos, una forma de reparación simbólica.
¿Quién gana y quién pierde?
En términos futbolísticos, hay consecuencias directas:
- Suiza, como otros países europeos, pierde talentos que formó desde jóvenes.
- Kosovo y selecciones emergentes ganan en talento y competitividad.
- Los jugadores logran exposición internacional, incluso si sus nuevas selecciones son menos competitivas.
Sin embargo, es difícil hablar de pérdidas definitivas. En algunos casos, como el de Rakitić, el cambio fue fructífero tanto para el jugador como para Croacia. En otros, el jugador puede quedar marginado si la selección menor no logra clasificarse a torneos relevantes.
Futuro incierto y competencia feroz
Kosovo y Suiza comparten grupo de clasificación para el Mundial 2026, junto con rivales de peso como Eslovenia y Suecia. Solo el primero del grupo clasificará directamente al torneo en Estados Unidos, México y Canadá.
Esto implica que las decisiones de jugadores como Avdullahu pueden afectar directamente la competencia entre ambos equipos. No sería extraño imaginar un partido decisivo en el que un exjugador suizo marque el gol que elimine a Suiza.
Más allá de Europa
Este fenómeno no afecta exclusivamente a Europa. Países como Marruecos nutren sus selecciones con jugadores nacidos en Francia, Bélgica o los Países Bajos. Lo mismo ocurre con Argelia, Senegal y otras naciones africanas.
En Sudamérica, la situación es menos común, ya que las migraciones son distintas. Sin embargo, algunas selecciones están explorando a jugadores con antepasados latinoamericanos que jugaron profesionalmente en Europa.
Una generación globalizada
Los futbolistas actuales son, mayoritariamente, ciudadanos del mundo. Se forman en un país, tienen familiares en otro, y aspiran a jugar en las mejores ligas que pueden ofrecerles desarrollo profesional. Las selecciones nacionales, que alguna vez fueron símbolos de unidad y patriotismo, hoy son escenarios donde convergen identidades múltiples y conflictos personales.
Más que juzgar, vale la pena comprender que para muchos jóvenes futbolistas, elegir una camiseta nacional es una decisión profundamente humana, más allá de la camiseta que finalmente vistan.