El derrumbe del MAS en Bolivia: el fin de una era política dominante
El histórico colapso del Movimiento al Socialismo marca una nueva etapa de reconfiguración democrática, desafíos económicos y rivalidades emergentes en Bolivia
Una elección que cambió el rumbo de Bolivia
Las elecciones generales celebradas en Bolivia el 17 de agosto de 2025 marcaron un antes y un después en la historia política del país andino. Con la caída estrepitosa del Movimiento al Socialismo (MAS), que pasó de gozar una supermayoría a rozar la extinción parlamentaria, se abre una nueva etapa de transición en la que el país deberá navegar una grave crisis económica, una polarización política y un recambio total del liderazgo tradicional.
Con una inflación acumulando casi un 30% anual, escasez de combustible y carencia de dólares, la ciudadanía acudió a las urnas a votar no por ideologías, sino por soluciones concretas. Y el veredicto fue claro: fin de una hegemonía de dos décadas para dar paso a una nueva narrativa centrista y de derecha moderada.
El derrumbe del MAS: números que hablan por sí solos
De sus 21 escaños en el Senado, el MAS perdió todos. En la Cámara de Diputados, pasó de 75 escaños a solo dos. Su candidato presidencial, Eduardo del Castillo, obtuvo apenas un 3.17% de los votos, bordeando el umbral legal del 3% necesario para que el partido pueda mantenerse registrado oficialmente.
Lo más paradójico es que, a pesar del caos económico y social, el mayor daño al MAS lo provocó su implosión interna: una pugna de poder entre el expresidente Evo Morales y el presidente saliente Luis Arce. La ausencia de Morales como candidato, forzado por una resolución judicial basada en límites de mandato, llevó a muchos de sus seguidores a anular su voto. Las papeletas nulas se ubicaron incluso por encima del cuarto lugar en la elección presidencial.
“Estas elecciones realmente marcan el final del MAS”, señaló el politólogo boliviano Diego von Vacano, profesor de Texas A&M. “Como partido y movimiento, está completamente desmembrado”.
¿Quién toma la batuta ahora?
Con el fin del MAS, emergen dos figuras nuevas que disputarán la segunda vuelta presidencial prevista para el 19 de octubre: el centrista Rodrigo Paz y el derechista Jorge “Tuto” Quiroga.
- Rodrigo Paz obtuvo un sorpresivo 32% de los votos. Es senador y líder del Partido Demócrata Cristiano (CDP), con una plataforma enfocada en la estabilidad macroeconómica y la transparencia administrativa.
- Jorge Quiroga, expresidente a inicios de los 2000, reúne al espectro liberal-conservador e impulsó a su partido Libre a un sólido 27%. Su retórica apunta al dinamismo del sector privado como respuesta a la estanflación actual.
Según el Tribunal Supremo Electoral, ningún partido tiene mayoría parlamentaria. El CDP obtuvo 70 de los 166 escaños y Libre, 53. Esto augura negociaciones cruzadas y alianzas inusuales a corto plazo.
Samuel Doria Medina: el inesperado gran elector
Entre los nombres que ahora adquieren relevancia está el empresario Samuel Doria Medina, líder del bloque Unidad, de orientación liberal de derecha, que consiguió 35 escaños parlamentarios. Aunque quedó cuarto en la carrera presidencial, su bancada puede inclinar la balanza legislativa a favor de Paz o Quiroga.
Su papel como “rey hacedor” puede determinar los próximos cinco años de gobernabilidad económica y política.
El otro gran fenómeno: las papeletas nulas
A la sombra de los candidatos visibles, se alzó una silenciosa pero poderosa protesta: el voto nulo. Algunos estiman que representó hasta el 10% del total de votos, superando incluso a varios candidatos que compitieron activamente.
Morales, en una movida inédita, convocó a sus seguidores a protestar anulando sus boletas, en repudio a lo que califica de “inhabilitación arbitraria”. Aunque no pudo presentarse, su influencia sigue viva en amplios sectores rurales y periféricos.
“Logramos salvar las siglas del MAS”, celebró tímidamente Eduardo del Castillo, candidato y ministro de Arce. Pero más allá del tecnicismo legal, el golpe simbólico es enorme.
Una izquierda fragmentada y huérfana
El único representante con peso real de la izquierda en el nuevo Congreso será Andrónico Rodríguez, líder cocalero y presidente del Senado saliente. Su nuevo partido, Alianza Popular, consiguió ocho escaños y apunta a ser la voz crítica que buscará recoger los restos del naufragio del MAS.
La izquierda boliviana, que fue faro regional entre 2006 y 2014 durante el auge de las materias primas, se enfrenta ahora a una redefinición ideológica y de liderazgo. El intento de perpetuar el modelo del “Estado Plurinacional intervenido” quedó sepultado con esta elección.
Impacto regional del fin del MAS
La caída del MAS también tiene resonancia fuera de Bolivia. Evo Morales fue, junto con Hugo Chávez, Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los artífices del llamado “socialismo del siglo XXI”. La historia de su partido es observada con atención en América Latina.
Países como Colombia, Chile o incluso México podrían extraer lecciones clave de lo ocurrido: la importancia de la alternancia, el agotamiento de los populismos prolongados, y la centralidad de las crisis económicas como catalizadores del cambio político.
Una economía al borde del abismo
El próximo presidente no tendrá tregua. Bolivia arrastra una economía en declive que combina factores internos (corrupción, baja productividad energética) con externos (caída del gas, dependencia de commodities).
La tasa de inflación interanual del 30% es la más alta desde 1985. El Banco Central perdió más del 65% de sus reservas en divisas desde finales de 2023. Las filas para gasolina y diésel son comunes incluso en las capitales de departamento.
Rodrigo Paz propone un esquema mixto, con intervención estatal dirigida a las cadenas productivas regionales. Quiroga, en cambio, busca liberalizar varios sectores y reintegrar Bolivia a tratados hemisféricos, como la Alianza del Pacífico.
¿Y Evo Morales?
El expresidente ha prometido seguir denunciando a lo que llama “la derecha judicial” y la “traición” de Arce y Del Castillo. Se espera que conserve algo de poder simbólico entre las estructuras de base como los cocaleros del Chapare. Sin embargo, por el momento, su influencia directa sobre la política institucional quedó neutralizada.
“Cuando Evo se va, se lleva consigo la columna vertebral del MAS”, afirma von Vacano. Lo que queda son cuadros medianos y burócratas sin carisma, que difícilmente podrán reconstruir el partido.
Bolivia se despide de una era
La transición boliviana parece estar escribiendo su propia historia sin guion prestado. La desaparición del MAS como fuerza dominante representa no solo un giro electoral, sino un cambio de paradigma para toda una generación que creció con Morales como único referente nacional.
Los próximos meses dirán si la nueva clase política estará a la altura del momento histórico o si caerá en los mismos vicios que prometen erradicar.