Israel, Gaza y el costo humano de una guerra que no cesa
Protestas, bombardeos y negociaciones estancadas marcan el conflicto entre Israel y Hamas mientras aumentan las presiones internas y externas por un alto al fuego
Una nación fracturada: Protestas internas por los rehenes
Las calles de Israel han sido, recientemente, el escenario de una creciente indignación. Las protestas no sólo llaman la atención por su magnitud, sino también por su mensaje claro y doloroso: “Acuerdo de rehenes ya”. Estas manifestaciones piden a gritos un alto al fuego que permita la liberación de los 50 rehenes restantes en Gaza. Algunos cálculos indican que sólo 20 de estos podrían seguir con vida.
Ruby Chen, padre de Itay Chen —ciudadano israelí-estadounidense cuyo cuerpo sigue retenido en Gaza— resumió el sentimiento de muchas familias al decir: “Podríamos cerrar un trato. Hay uno sobre la mesa con el que podemos trabajar”.
Sin embargo, los intentos ciudadanos de presionar al gobierno de Netanyahu se enfrentan a una muralla política. Los sectores más radicales de la coalición de gobierno amenazan con romper la alianza si se acuerda un cese al fuego. Esto ha provocado una grieta entre la estrategia militar del gobierno y el reclamo emocional de la sociedad israelí.
El dolor de Gaza: hambre, desplazamiento y muerte
Mientras Israel debate su hoja de ruta hacia una potencial ofensiva más profunda en Gaza, la situación humanitaria en el enclave palestino se sigue deteriorando rápidamente. Según el Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas pero considerado por organismos internacionales como la fuente más confiable, el número de muertos superaba los 62,000 a finales de julio, con al menos la mitad siendo mujeres y niños.
Más allá de los bombardeos, cifras aún más alarmantes vienen del frente sanitario. Desde junio, el mismo Ministerio ha registrado 186 muertes por causas relacionadas con malnutrición, de las cuales 117 eran menores de edad. Estos datos revelan no sólo la crudeza del conflicto armado, sino también una crisis humanitaria de gran escala que alimenta el clamor internacional por un alto al fuego.
La tragedia en el Hospital de Khan Younis: una periodista entre las víctimas
Uno de los episodios más desgarradores de las últimas semanas fue el doble ataque aéreo contra el hospital principal de Khan Younis, al sur de Gaza. En total, 20 personas murieron en el atentado, incluyendo médicos, pacientes, y la periodista Mariam Dagga, quien había trabajado cubriendo las consecuencias del conflicto.
Testigos aseguran que tras un primer impacto, un segundo bombardeo alcanzó a quienes habían acudido para prestar ayuda. Este tipo de tácticas, conocidas como “double tap strikes”, son ampliamente condenadas por organismos de derechos humanos, ya que afectan deliberadamente a los equipos de rescate.
La muerte de Dagga fue especialmente sentida en los círculos periodísticos. La organización Reporteros Sin Fronteras condenó el hecho como uno de los ataques más graves contra la prensa en la historia reciente del conflicto.
Netanyahu y la paradoja de la ofensiva
El primer ministro Benjamin Netanyahu parece adherirse al axioma de que sólo mediante el poder militar se pueden liberar rehenes y debilitar a Hamas. Su estrategia apunta a expandir la ofensiva en Gaza —particularmente en Gaza City— mientras mantiene abierta, aunque sin avances reales, la posibilidad de una negociación.
Esto ha generado confusión incluso entre sus propios ciudadanos. Familiares de rehenes, como Einav Zangauker—cuyo hijo fue raptado durante el ataque del 7 de octubre de 2023—, lo acusan de prolongar la guerra por conveniencia política: “Podríamos haber terminado esta guerra hace un año”.
El 7 de octubre: punto de quiebre
Todo este conflicto se recrudeció con el ataque masivo de Hamas el 7 de octubre de 2023, que dejó aproximadamente 1,200 muertos en Israel y la captura de 251 rehenes. Desde entonces, la ráfaga de violencia se ha mantenido casi ininterrumpida, con sólo cortos períodos de tregua.
De esos rehenes, la mayoría fueron liberados durante ceses al fuego temporales. Sin embargo, de los ocho rehenes rescatados por la fuerza militar israelí, ninguno ha salido de Gaza en los últimos meses, lo cual pone en duda la eficiencia real de la estrategia de Netanyahu de priorizar el enfoque bélico.
Presiones globales y ¿el fin del apoyo?
El enfoque israelí está comenzando a enfrentar presiones internacionales cada vez más contundentes. Organismos como la ONU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch han cuestionado la desproporcionalidad de las acciones israelíes y el respeto al derecho internacional humanitario.
Estados Unidos, uno de los aliados más férreos de Israel, ha mostrado cierto desgaste. Aunque la administración Biden se ha mostrado reticente a condenar explícitamente a Israel, comienza a ejercer presiones más firmes por una solución política.
El riesgo de una espiral sin fin
La narrativa de combate perpetuo que se está gestando, tanto entre Hamas como en la coalición de derecha israelí, corre el riesgo de convertirse en una espiral interminable, donde el costo humano crece exponencialmente cada mes. Y mientras los líderes juegan sus fichas geopolíticas, los civiles en ambos lados continúan pagando el precio más alto.
Una paz duradera sólo será posible si se priorizan las voces de las víctimas y no las estrategias electorales o los intereses militares. Como expresó recientemente el Comité Internacional de la Cruz Roja, “la única guerra ganada es la que se evita”.
¿Qué sigue?
Los próximos días serán cruciales. Netanyahu celebrará una reunión con su Gabinete de Seguridad para definir si se avanza en negociaciones, aunque hasta el momento no se ha enviado una delegación verdaderamente preparada para discutir los términos del alto al fuego.
Del otro lado, Gaza sigue descendiendo en la desesperación. Las muertes por desnutrición continúan aumentando, los bombardeos no han cesado y las esperanzas de recuperación parecen más lejanas que nunca.
La historia demuestra que las guerras largas, sin objetivos políticos claros, tienden a fracturar las sociedades desde dentro. Y tanto Israel como Palestina lo saben. La única pregunta es: ¿cuándo dejarán de lado las armas para escoger la diplomacia?