La caída del monje: del respeto por su labor humanitaria a las acusaciones por lavado de dinero

Luang Phor Alongkot, respetado por fundar un hospicio para enfermos de VIH/SIDA en Tailandia, enfrenta ahora graves cargos por malversación y corrupción.

Luang Phor Alongkot, también conocido como Phra Ratcha Wisutthiprachanat, fue durante décadas una figura venerada en Tailandia por su trabajo con personas afectadas por el VIH/SIDA. Fundador del hospicio en Wat Phra Bat Namphu, su labor le granjeó fama nacional e internacional. Sin embargo, ese respeto se ha visto abruptamente sacudido por acusaciones de malversación de fondos, lavado de dinero y negligencia en el cumplimiento de deberes.

Un líder religioso que se convirtió en símbolo de compasión

En 1992, en medio de la creciente crisis del VIH/SIDA en Tailandia y en muchas partes de Asia, Luang Phor Alongkot fundó un hospicio con la finalidad de ofrecer atención compasiva y digna a personas en fases terminales de la enfermedad. Durante años, fue considerado un pionero en una sociedad que aún enfrentaba el estigma hacia los pacientes de VIH.

En sus primeros años, Wat Phra Bat Namphu se convirtió en un centro de esperanza, recibiendo constantes donaciones de tailandeses e internacionales conmovidos por la causa. La labor de Alongkot fue ampliamente documentada por medios locales y extranjeros, incluso con apoyo de ONGs y celebridades.

El declive del modelo: menos pacientes, pero más sospechas

El modelo comenzó a perder relevancia con la expansión de los tratamientos antirretrovirales y la mayor concienciación social. Sin embargo, el templo no cerró; al contrario, expandió sus instalaciones y diversificó su atención médica hacia otros pacientes con enfermedades crónicas graves.

Además, el templo comenzó a involucrarse en proyectos sociales como becas para niños de escasos recursos y campañas humanitarias diversas. Pero con el tiempo, comenzaron a circular rumores sobre una posible mala administración de los fondos.

La investigación y la caída

En medio de la creciente presión pública y mediática, la semana pasada Luang Phor Alongkot renunció a su cargo como abad del templo. El martes, agentes del Buró Central de Investigación (CIB) lo llevaron a declarar. En una escena dramática, fue obligado a despojarse de la túnica monástica, como exige el procedimiento legal tailandés cuando un monje es acusado formalmente.

Jaroonkiat Pankaew, subcomisionado del CIB, declaró que el exmonje cooperó totalmente con la policía. “Le dije que hizo cosas beneficiosas, pero también otras ilegales, y debía enfrentar las consecuencias”, señaló.

¿Dónde está el dinero?

Según las autoridades, las primeras fases de la investigación apuntan a que parte significativa de los fondos donados fueron desviados para fines personales. Seksan Sapsubbsakul, uno de los principales recaudadores de fondos del templo, también fue detenido bajo sospechas de su involucramiento en la red de malversación.

Hasta ahora no se ha revelado la cifra exacta, pero fuentes cercanas al caso estiman que podrían ser decenas de millones de baht (la moneda tailandesa). Las autoridades analizarán años de transacciones bancarias y bienes muebles e inmuebles vinculados a Alongkot.

Una figura compleja: ¿santo o pecador?

Este escándalo ha dividido a la opinión pública en Tailandia. Por un lado, hay quienes señalan que, aún si es culpable, nada puede anular los años de servicio y el consuelo ofrecido a miles de personas que morían en abandono. Por otro, están quienes consideran inadmisible que se juegue con la compasión de la gente para enriquecerse y manipular la fe pública.

En redes sociales se multiplican los mensajes de indignación, pero también los de compasión. “Sigo respetando lo que hizo en un tiempo donde nadie se atrevía”, escribió un usuario en X (antes Twitter). Otro replicó: “Usó el sufrimiento del pueblo para construir un imperio personal. No hay perdón para eso”.

La trampa del carisma espiritual

Este no es el primer caso en que un monje tailandés enfrenta cargos de corrupción o abuso de poder. En años recientes, Tailandia ha visto una oleada de escándalos relacionados con templos budistas, desde lavado de dinero hasta redes de abuso sexual encubiertas por el manto de la religión.

Según datos del Ministerio de Asuntos Religiosos de Tailandia, entre 2017 y 2023 se habían iniciado más de 200 investigaciones formales contra monjes por actos presuntamente delictivos, aunque muchas de estas no condujeron a condenas. Los críticos consideran que hace falta una autoridad independiente y secular que supervise el uso de los fondos religiosos.

El sistema monástico bajo escrutinio

El sangha, o comunidad monástica tailandesa, vive desde hace años en medio de tensiones internas. Las luchas por poder, política y control financiero han erosionado la imagen pública del budismo tailandés, la religión mayoritaria del país.

El caso de Luang Phor Alongkot es emblemático de esa crisis contemporánea. Hasta hace poco, era icono de compasión y ahora aparece en las portadas no como líder espiritual, sino como presunto delincuente financiero.

“Cuando un monje comete errores, no sólo se perjudica a él mismo, sino también a la imagen de la religión y la paciencia de sus creyentes”, declaró en rueda de prensa Somchai Aroonrungroj, experto en religión comparada de la Universidad Thammasat.

Repercusiones futuras

Por ahora, se espera que el proceso legal avance, aunque el mismo podría prolongarse meses o incluso años, dadas las complejidades de transferencias bancarias a nombre de organizaciones religiosas. También se ha pedido una auditoría completa a las cuentas del templo de Wat Phra Bat Namphu.

El futuro del hospicio es incierto. Algunas ONGs han ofrecido apoyo para que las operaciones continúen, bajo supervisión estatal, y no se afecte a los pacientes actuales.

Es probable que este escándalo impulse una reforma profunda en la gestión de templos budistas en Tailandia, exigiendo más transparencia y empujando una separación más clara entre la devoción religiosa y la administración financiera.

¿Una oportunidad en medio del escándalo?

Pese a todo, existen quienes ven en esta crisis una oportunidad para repensar el papel del monje contemporáneo: ¿es un guía espiritual o también un gestor institucional? ¿Debe manejar millones sin rendir cuentas bajo el pretexto de caridad?

Si algo dejó claro el caso de Luang Phor Alongkot es que la fe ciega nunca debe reemplazar la rendición de cuentas. Mientras la justicia hace su curso, la sociedad tailandesa se enfrenta al difícil balance entre honrar el pasado y exigir honestidad para el futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press