La guerra de Trump contra la ciencia climática: un intento político con consecuencias mundiales

Los informes de la administración Trump buscaban anular la evidencia científica sobre el cambio climático. Docenas de científicos denuncian errores, sesgos y tergiversaciones en una cruzada que podría socavar la salud pública y el medio ambiente

En lo más profundo del debate climático contemporáneo, la administración de Donald Trump orquestó uno de los esfuerzos más polémicos para desacreditar décadas de consenso científico sobre el cambio climático. Dos informes federales clave, producidos por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y el Departamento de Energía (DOE), intentaron revertir el hallazgo gubernamental de 2009 que considera el cambio climático una amenaza para la salud pública y el bienestar.

Un ataque a la ciencia: ¿qué dicen los informes?

En julio, el Departamento de Energía publicó un informe cuestionando la validez de los modelos climáticos, el impacto del cambio climático en la economía y sus efectos ambientales. Por su parte, la EPA propuso revocar la denominada “endangerment finding” respaldada por estudios científicos, que ha servido como la base legal para reducir emisiones contaminantes de carros, plantas eléctricas y más.

Pero cuando se revisaron en detalle, 64 científicos consultados señalaron errores metodológicos, uso indebido de estudios, datos cherry-picked y una intención clara de minimizar la amenaza del cambio climático. El 83% de ellos consideró los documentos negativos desde un punto de vista científico.

Errores básicos e intencionales

Los errores iban desde detalles técnicos hasta tergiversaciones flagrantes:

  • Uso de datos erróneos: Para afirmar que el hielo marino apenas ha disminuido, el informe usó datos de la Antártida, cuando el declive más notorio se ha registrado en el Ártico (más del 40% desde 1980).
  • Datos de incendios obsoletos: El DOE minimizó el aumento de incendios forestales citando estadísticas de hace un siglo —a pesar de que las desestima por ser poco fiables—, creando un gráfico con una narrativa engañosa.
  • Modelos económicos transversales: Uno de los informes citó un estudio francés sobre la agricultura para hacer afirmaciones sobre Estados Unidos, ignorando diferencias climáticas y agrícolas sustanciales entre ambas naciones.

“Es casi como un manual sobre cómo mentir con gráficos”, sentenció Jennifer Marlon, directora del Programa de Comunicación sobre Cambio Climático de Yale.

Manipulación sistemática: cherry-picking y desinformación

Diecinueve investigadores emplearon alguna versión del término “cherry-picking” al referirse a los documentos. Steven Sherwood, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, lo resumió así:

“Estos informes seleccionan información para minimizar la amenaza del cambio climático. Están bien escritos, sí, pero al ser selectivos no son un esfuerzo honesto por representar la realidad científica”.

El informe del DOE incluso llegó a afirmar que el término acidificación oceánica era incorrecto, proponiendo que se use “neutralización oceánica”, una descripción que fue calificada como "absurda" por Stephen Schwartz, exjefe científico de Ciencias Atmosféricas del DOE.

La ofensiva contra la ‘endangerment finding’

La motivación tras estos documentos era revocar la cláusula de 2009 que establece legalmente que el cambio climático representa una amenaza reconocida. Esta disposición ha estado en el centro de políticas restrictivas sobre las emisiones de gases efecto invernadero, incluyendo:

  • Reducción del 90% de emisiones en algunas plantas de carbón
  • Límites de metano para pozos petroleros de gran emisión
  • Normas para que los autos nuevos reduzcan emisiones a la mitad para 2032

Eliminar la “endangerment finding” permitiría a futuras administraciones desmantelar dichas regulaciones sin trabas legales.

La respuesta científica: suspensos y condenas

Cuando se preguntó a los científicos cómo calificarían los informes, 19 dieron una nota de “F” (suspenso rotundo). Solo cinco consideraron que merecían una “A”. La climatóloga Jennifer Francis ironizó: “Les daría una D en veracidad y una A en manipulación. El informe de la EPA obtiene una 'R’ por ridículo”.

Zeke Hausfather, experto citado cuatro veces por el DOE, denunció que su investigación fue sacada de contexto:

“Usaron la única gráfica que convenía a su narrativa y omitieron completamente mis conclusiones, que de hecho contradicen el mensaje que quisieron proyectar.”

Repercusiones legales y presiones políticas

Con la propuesta aún sujeta a observaciones públicas, diversos grupos ambientalistas ya han iniciado demandas judiciales. Según Pat Parenteau, experto en derecho ambiental, una reversión de política como esta debe contar con “análisis razonado y objetivo. No he visto eso en estos informes”.

Pero la administración Trump, en voz de la portavoz Taylor Rogers, defendió el trabajo como “ciencia de estándar oro”. Una afirmación duramente criticada por profesionales independientes.

¿Un retroceso irreversible?

Si bien muchos científicos coinciden en que el daño reputacional de los informes es grave, la eliminación de la “endangerment finding” podría tener efectos duraderos. Al eliminarla, Estados Unidos perdería uno de los pocos fundamentos legales para combatir el cambio climático a nivel federal.

“Nuestra seguridad ambiental y económica está en juego. La negación de la ciencia ya no es inocua, es peligrosa.” – Jennifer Francis, climatóloga

La Academia Nacional de Ciencias está preparando un informe urgente para contrarrestar la narrativa de los informes de la administración Trump. Mientras tanto, la comunidad científica observa con preocupación cómo el país más poderoso del mundo pudiera dar un giro dramático en su política ambiental justo cuando el planeta más necesita acciones firmes.

Una cruzada ideológica: más allá de los datos

La batalla emprendida por la administración Trump no solo es científica, es ideológica. Al cuestionar la ciencia climática establecida, intenta proteger industrias fósiles, frenar regulaciones ambientales e imponer una visión económica de corto plazo.

Como dijo Francois Bareille, economista francés también citado indebidamente:

“Esto no es ciencia, es reinterpretación engañosa de investigaciones académicas. Son documentos sin rigor.”

Y realmente, la amenaza va más allá del papel. En California, las quemas avanzan más cada año; en Florida, las costas se inundan con mayor frecuencia; en el Ártico, el hielo retrocede irremediablemente. Cuando la política contradice la ciencia, es la naturaleza —y los pueblos que dependen de ella— quienes pagan el precio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press