La tormenta Kajiki y el precio del cambio climático: Sudeste Asiático bajo agua

Lluvias torrenciales, deslizamientos de tierra y muertes tras el paso del tifón revelan una creciente vulnerabilidad de la región frente al calentamiento global

Un tifón que dejó huella en las calles y corazones

El tifón Kajiki, que tocó tierra en Vietnam el lunes 25 de agosto, ha dejado una estela de destrucción y tragedia en el Sudeste Asiático. Mientras los habitantes de Hanoi caminaban entre las aguas fangosas que inundaban callejones enteros, siete personas en Vietnam y una en Tailandia perdieron la vida tras intensas lluvias, inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, según informaron medios estatales y autoridades locales.

Este desastre natural ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad alarmante que va más allá del evento climático en sí: el impacto del cambio climático en la formación y comportamiento de los ciclones tropicales en la región.

Números que narran una tragedia

Las cifras son contundentes. En algunas provincias del norte y centro de Vietnam, cayeron casi 20 centímetros (8 pulgadas) de lluvia en una sola noche, provocando severas inundaciones en áreas cercanas a ríos. Al menos 34 personas resultaron heridas y una se encuentra aún desaparecida tras las lluvias que continuaron hasta mediados de semana.

En el norte de Tailandia, en la provincia de Chiang Mai, un deslizamiento de tierra dejó una persona sin vida y otra desaparecida, mientras que decenas de viviendas sufrieron daños significativos. Las autoridades meteorológicas continuaron alertando sobre posibles inundaciones y deslizamientos en zonas montañosas y llanuras cercanas a ríos.

Tifón Kajiki: entre la ciencia y la devastación

Kajiki no fue una tormenta más. Su llegada fue rápida y su desarrollo más veloz de lo normal, patrón que los científicos ya habían anticipado. En un estudio publicado en 2024, se advirtió que el aumento de la temperatura de los océanos producto del cambio climático está alterando la naturaleza de los ciclones tropicales en Asia.

Según el estudio, los ciclones ahora tienden a:

  • Formarse más cerca de la costa
  • Intensificarse con mayor rapidez
  • Tener una duración más prolongada

Estos fenómenos provocan una mayor exposición de centros urbanos como Hanoi o Bangkok, aumentando exponencialmente el riesgo para millones de personas que viven en zonas vulnerables.

Vietnam y Tailandia: países en alerta constante

Vietnam posee una línea costera de más de 3.200 kilómetros, lo que la convierte en uno de los países más propensos a desastres naturales en Asia. De hecho, el país sufre cada año entre 10 y 15 tifones. En 2020, por ejemplo, Vietnam enfrentó un récord con 14 tormentas consecutivas, que afectaron fuertemente al centro del país.

Tailandia tampoco está exenta. Las provincias del norte, como Chiang Mai, ubicadas en zonas montañosas y de bosque tropical, corren un serio riesgo de deslizamientos de tierra tras lluvias intensas. Las autoridades han implementado sistemas de alerta y evacuación, pero muchas comunidades aún están mal preparadas o enfrentan problemas de acceso en momentos críticos.

El fenómeno de los "megaciclos" y su implicancia global

La Agencia Meteorológica de Japón ha descrito el fenómeno como parte de un patrón de "megaciclos" —tormentas cuya intensidad supera los niveles tradicionalmente registrados—, una posible consecuencia del acelerado calentamiento de los océanos.

Los océanos del mundo han absorbido más del 90% del calor adicional generado por las emisiones de gases de efecto invernadero desde los años 70, según la IPCC. En el caso del Mar de China Meridional, al este de Vietnam, se ha detectado un incremento de 0,6 °C en la temperatura media del agua en los últimos 50 años.

El tifón Kajiki, que también azotó la isla china de Hainan antes de llegar a Vietnam, es una manifestación palpable de estas tendencias climatológicas.

Evacuación, respuesta y retos logísticos

El gobierno vietnamita evacuó a miles de personas en zonas de alto riesgo antes de que Kajiki tocara tierra. Sin embargo, la rapidez del evento dificultó muchas respuestas logísticas. Las autoridades locales reconocieron que algunos sistemas de drenaje colapsaron ante el volumen inusitado de precipitaciones.

En Tailandia, en tanto, las operaciones de rescate estuvieron marcadas por dificultades de acceso a comunidades remotas, muchas de ellas situadas en áreas rurales o en zonas de difícil acceso por carretera.

El Departamento de Prevención y Mitigación de Desastres tailandés pidió a la población mantenerse atenta y resguardarse ante futuras amenazas climáticas, especialmente durante la temporada de lluvias que se extiende hasta octubre.

La devastación no es nueva, pero sí más frecuente

Los ciclones tropicales no son fenómenos nuevos en el Sudeste Asiático, pero su frecuencia e intensidad han cambiado drásticamente en las últimas décadas. Según un informe del Centro Climático de la Cruz Roja, los eventos extremos en Asia se han triplicado desde 1980, una tendencia alarmante con impactos humanitarios, económicos y sociales cada vez más visibles.

En 2013, el tifón Haiyan (Yolanda) golpeó Filipinas con ráfagas de viento de más de 300 km/h, considerado uno de los tifones más poderosos jamás registrados. Desde entonces, cada año la región enfrenta nuevos retos frente a tormentas más destructivas.

Ciudades en riesgo y adaptación insuficiente

Mientras ciudades como Hanoi o Bangkok modernizan infraestructuras para resistir inundaciones, estas adaptaciones muchas veces no alcanzan el ritmo del cambio climático. Las ciudades sufren problemas estructurales como:

  • Sistemas de drenaje obsoletos o mal mantenidos
  • Urbanización descontrolada en áreas de alto riesgo
  • Construcción en zonas inundables sin estudios de impacto ambiental

Además, gran parte de la población vulnerable está compuesta por comunidades rurales o informales que carecen de recursos para evacuar o reconstruir tras un desastre.

El costo humano y económico del cambio climático

Más allá de las cifras de muertos y desaparecidos, las tormentas tropicales dejan secuelas económicas devastadoras. El Banco Asiático de Desarrollo estima que Asia pierde aproximadamente $160.000 millones de dólares al año por desastres naturales, muchos de ellos asociados al cambio climático.

En el caso del tifón Kajiki, aún se está cuantificando el daño, pero se proyecta que miles de hectáreas de arroz, caminos rurales y viviendas han sido afectadas, generando una nueva ola de desplazamientos internos.

¿Qué nos dice Kajiki sobre el futuro?

Cada nuevo tifón como Kajiki deja más claro que no basta con responder a las catástrofes: debemos prevenirlas, mitigar el cambio climático y adaptarnos rápidamente a una nueva realidad ambiental. Las inversiones en sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente, reforestación y planificación urbana son urgentes.

Y no sólo es una cuestión de países en desarrollo. El mundo entero debe reconocer que fenómenos como Kajiki representan un síntoma más del calentamiento global y sus costos están comenzando a ser imposibles de ignorar.

Porque mientras los científicos nos advierten sobre lo que está llegando, las lluvias no esperan. El tifón Kajiki ya pasó, pero su eco resuena en las aguas turbias que aún cubren calles de Hanoi, en las lágrimas de quienes perdieron a un ser querido y en la urgencia de cambiar nuestras acciones antes de que sea demasiado tarde.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press