Miguel Uribe Londoño: El dolor convertido en bandera política en la Colombia que sangra

El padre del asesinado candidato presidencial colombiano anuncia su propia candidatura en un país marcado por la violencia, la polarización y el desencanto político

Un asesinato que marca una nueva era

El 2025 pasará a la historia reciente de Colombia como un año trágico. El país se estremeció ante el asesinato de Miguel Uribe Turbay, joven senador y prometedor candidato presidencial, quien cayó víctima de un atentado en pleno acto de campaña. Su muerte no solo dejó un vacío político, sino que reavivó las heridas de un país que ha vivido décadas entre la violencia política, el narcotráfico y la esperanza frustrada de paz.

Pero ahora, su padre, Miguel Uribe Londoño, de 72 años, irrumpe en la escena para continuar el legado de su hijo. Lo hace desde un lugar doloroso y simbólico: las escalinatas del Congreso en Bogotá, donde su hijo consolidó su liderazgo como senador. Al igual que su hijo, se presenta como miembro del Centro Democrático, el partido conservador fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien pese a no tener relación familiar con los Uribe Turbay, ha sido figura central en la política colombiana reciente.

“No soy el único padre que ha perdido lo que más amaba”

Estas palabras similares a un réquiem fueron pronunciadas por Uribe Londoño durante su discurso de campaña. No es un político improvisado; en los años ochenta fue concejal de Bogotá y en los noventa senador de la República. Sin embargo, había abandonado la política activa hasta el asesinato de su hijo. Su regreso no es solo una respuesta emocional, sino un acto de protesta, un grito contra lo que él llama "la locura" en la que ha caído Colombia bajo el mandato de Gustavo Petro.

Una Colombia fracturada

Desde que el presidente Gustavo Petro asumió el mando en 2022, su política enfocada en la "paz total" con los diversos grupos armados ha sido objeto de agudos cuestionamientos. Aunque Petro firmó ceses del fuego con disidencias de las FARC y con el ELN, los acuerdos no han dado frutos visibles. Grupos armados siguen disputando el control territorial, generando una nueva ola de violencia.

La semana pasada, un atentado con coche bomba en Cali dejó siete muertos, todos militares. En Antioquia, un helicóptero fue derribado durante una operación antinarcóticos, cobrando la vida de 13 policías. ¿Cuánto más puede soportar el país sin romperse del todo?

Centro Democrático: ¿una reinvención o una repetición?

El Centro Democrático, fundado en 2013, ha pasado por años de desgaste político, especialmente tras las investigaciones por corrupción que rodean a su líder fundacional, Álvaro Uribe. La entrada de Miguel Uribe Londoño representa lo que algunos consideran una bocanada de aire fresco para el partido.

“Simboliza el dolor de muchas víctimas, especialmente conservadoras. Puede catalizar el descontento en sectores olvidados por Petro”, afirma Sergio Guzmán, politólogo radicado en Bogotá. A esto se suma el simbolismo de haber perdido a un hijo y a su esposa —también víctima de la violencia política en los años noventa—, convirtiendo a Uribe Londoño en una figura testimonial para sectores de la población que claman orden y seguridad.

Seguridad, economía e identidad nacional

En su primer discurso como candidato, Uribe Londoño hizo énfasis en tres pilares que marcarán su campaña: la seguridad ciudadana, reactivación económica y unidad nacional.

  • Seguridad: Denunció la proliferación de extorsiones a empresarios, la inseguridad urbana y la falta de control territorial por parte del Estado.
  • Economía: Propone una reactivación basada en incentivos a emprendedores, microcréditos y desburocratización del sistema tributario.
  • Identidad nacional: Criticó la polarización promovida «desde la Casa de Nariño», haciendo un llamado a la unidad más allá de las divisiones clásicas entre derecha e izquierda.

El espectro del uribismo y los fantasmas del pasado

Aunque su apellido y militancia evocan al expresidente Uribe Vélez, Miguel Uribe Londoño ha intentado desmarcarse parcialmente de esa figura. Su narrativa no gira en torno al protagonismo militar, sino a la justicia, la seguridad preventiva y el Estado con rostro humano. Sin embargo, para muchos adversarios su candidatura representa una continuación del uribismo, mientras que para sus simpatizantes es una mezcla de lo mejor de ambos mundos: experiencia política y legado renovado caracterizado por una visión menos punitiva.

El panorama electoral colombiano: incertidumbre, violencia y legado

Colombia se prepara para unas elecciones presidenciales que estarán marcadas por la zozobra y la memoria. Hay cinco candidatos en la contienda interna del Centro Democrático, pero Uribe Londoño ya cuenta con una ventaja emocional que puede transformarse en capital político.

Si bien su candidatura es reciente, su nombre ya resuena en encuestas tempranas con hasta un 17% de intención de voto dentro del electorado conservador, según datos del Centro Nacional de Consultoría. Esto lo ubica como la figura más sólida dentro de su partido, que utilizará encuestas para elegir un único candidato oficial antes de fin de año.

Dolor personal como representación nacional

Más que un candidato, Uribe Londoño es un símbolo. Representa a esa parte de Colombia que ha perdido algo —un hijo, una vida, un hogar, una ilusión— a causa de la violencia. Su incursión en la política es la expresión humana de un país que aún no supera su pasado. Como él mismo lo dijo: “Quiero ser la voz del último padre que aún llora”.

¿Podrá el legado superar al luto?

Lo que está en juego para Colombia no es solo elegir un presidente. Es decidir si se seguirá apostando por la reconciliación con grupos armados sin condiciones o si se dará paso nuevamente a un enfoque de mano firme. Si se elegirá por la experiencia o por la emotividad. Si se dejará atrás la polarización o se reforzará a través de nuevas figuras que han hecho del dolor su principal motor político.

La historia juzgará si Miguel Uribe Londoño logra transformar el duelo en dirección. Pero por ahora, ha logrado algo crucial: volver a poner sobre la mesa la conversación sobre el dolor del país, y la necesidad urgente de canalizarlo en cambios estructurales.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press