Ramala bajo asedio: ¿Qué significa la nueva ofensiva israelí en medio del conflicto de Gaza?
Una mirada crítica a la incursión israelí en pleno día en la capital de facto palestina y su impacto en la legitimidad de la Autoridad Palestina, la estrategia de Israel y la relación con el conflicto en Gaza
Por Alejandro Carrasco
Una irrupción sin precedentes en pleno corazón palestino
El pasado martes, la ciudad de Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina (AP) y centro político del nacionalismo palestino moderado, fue testigo de una inusual y violenta incursión israelí en plena luz del día. Mientras la mayoría de los operativos israelíes en Cisjordania ocurren de noche, este despliegue en horario laboral y en el centro de la ciudad sorprendió no solo a los civiles, sino también a los analistas políticos.
Tanquetas blindadas israelíes avanzaron por una de las intersecciones más transitadas, paralizando el tráfico y generando el caos. El Ejército israelí explicó que el objetivo era desmantelar redes de financiamiento vinculadas a Hamas, específicamente casas de cambio en la zona. Sin embargo, la violencia que siguió dejó 58 heridos, ocho de ellos por fuego real, según la Media Luna Roja Palestina.
Gaza y Ramala: una guerra, dos escenarios
Para comprender este operativo en su totalidad, es necesario conectarlo con el conflicto más amplio que se desarrolla en la región. Desde que comenzaron las hostilidades entre Israel y Hamas en Gaza en octubre de 2023 —tras el brutal ataque de Hamas que dejó más de 1.200 israelíes muertos y 251 secuestrados—, la violencia ha escalado en toda la región.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud palestino en Gaza, actualizadas hasta junio de 2025, la cifra de muertos palestinos supera los 62.000, incluidos miles de civiles. La presión sobre Israel para frenar los bombardeos ha sido constante por parte de la comunidad internacional. Y en este contexto mundial de creciente simpatía por la causa palestina —con varios países europeos reconociendo oficialmente al Estado palestino—, muchos ven la incursión en Ramala como un intento político de Israel para redibujar el protagonismo de Hamas incluso fuera de Gaza.
La Autoridad Palestina: ¿una institución en peligro de extinción?
La intervención israelí no solo tiene connotaciones militares. Se llevó a cabo en un territorio administrado por la AP, liderada por Mahmud Abbas y su partido, Fatah, rivales históricos de Hamas. Israel podría estar debilitando deliberadamente a una autoridad ya cuestionada internamente, calificada por muchos palestinos como corrupta, ineficaz y subordinada a Israel.
Según una encuesta realizada por el Centro Palestino de Estudios Políticos y de Encuestas en mayo de 2025, el 75% de los palestinos en Cisjordania quiere la renuncia de Mahmud Abbas, y solo el 21% considera que la AP actúa en interés del pueblo.
Además, los constantes operativos israelíes en ciudades bajo el control administrativo de la AP —como Nablus, Hebrón o Ramala— exponen su falta de soberanía. La cooperación en seguridad con Israel ha sido considerada traición por muchos sectores y, en este contexto, los recientes reconocimientos internacionales a Palestina ponen presión directa sobre la AP para rehacer su legitimidad.
Una jugada geopolítica que rebota en la comunidad internacional
Israel no solo ejecutó un acto militar complejo en una ciudad densamente poblada y simbólica; también envió un mensaje a los países —como España, Noruega e Irlanda— que han reconocido oficialmente al Estado palestino durante 2025: no hay distinción entre Hamas y cualquier infraestructura palestina.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha dicho repetidas veces que la “guerra contra el terrorismo” no distinguirá entre Franja de Gaza, Cisjordania o Jerusalén. En este operativo específico, al justificar la acción contra supuestas vías de financiamiento de Hamas en Ramala, el gobierno israelí parece asegurar que ningún territorio que albergue elementos de resistencia será exento de intervención militar.
No obstante, el movimiento ha generado severas críticas. La organización Human Rights Watch y varios eurodiputados han señalado que este tipo de acciones solo empeoran la deslegitimación de la AP y favorecen a sectores favorables a Hamas o incluso a actores más radicalizados, como la Yihad Islámica.
¿Qué buscan los manifestantes?
Tras la redada, decenas de jóvenes salieron a las calles y comenzaron a lanzar piedras a los vehículos blindados. Las imágenes compartidas por la prensa internacional muestran a soldados israelíes disparando al aire, lanzando gases lacrimógenos y deteniendo a cinco personas. Las calles, cubiertas de humo, sangre y gritos, se convirtieron en testimonio visual de una ciudad completamente invadida.
Detrás de esos manifestantes hay un mensaje: la población palestina está harta. Ramala no es Gaza, y la diferencia entre Hamas y la AP siempre ha estado clara entre sus habitantes. Pero cuando las balas y el gas no hacen distinción, muchas voces se preguntan si acaso seguir sosteniendo la frágil institucionalidad autonomista es una causa perdida.
Ramala: símbolo de modernidad o campo de batalla
Ramala intenta desde hace dos décadas proyectar una imagen distinta al resto de las ciudades palestinas. Cafeterías modernas, el Museo de Palestina, mercados e incluso industria tecnológica florecen en medio del control militar y la ocupación. Su clase media aspira a una “normalidad” que ahora parece imposible.
Con esta operación, Israel revierte años de esa narrativa. Convertir a Ramala en un campo de batalla no solo es un golpe físico, sino simbólico. Y para muchos analistas, este giro marca un nuevo capítulo: si Israel considera que ninguna zona civil es segura, entonces cualquier rincón cisjordano —Ramala incluida— puede convertirse en un objetivo a discreción.
¿Unidad palestina o más fragmentación?
La acción israelí puede también tener efectos regenerativos dentro del espectro político palestino. Tras la ofensiva, algunos líderes locales de Fatah y movimientos civiles han llamado a la unidad nacional, conscientes de que la división entre Hamas y Fatah ha sido uno de los principales obstáculos para lograr una estrategia de resistencia eficaz.
No obstante, otros informes sugieren que, dado el desprestigio de la AP, más jóvenes se están acercando a facciones más radicales o alistándose como lobos solitarios en nuevos grupos armados sin afiliación partidista tradicional.
El factor internacional: ¿silencio o condena?
Los gobiernos europeos que recientemente apoyaron a Palestina como Estado soberano se enfrentan a una prueba de coherencia. ¿Cómo responder ante una violación de los términos básicos de convivencia en zonas administradas por una autoridad reconocida?
Hasta el momento, la mayoría de los países han guardado silencio o emitido comunicados tibios. Sin embargo, voces de ONGs, activistas de derechos humanos y algunos gobiernos latinoamericanos, como Chile y Colombia —históricamente cercanos a la causa palestina—, han condenado el operativo.
Ramala podría convertirse, nuevamente, en centro de discusión diplomática. Quizás no con tanques en sus calles, pero sí con discursos y votos en organismos como la ONU, la Corte Penal Internacional o incluso en el próximo Consejo de Derechos Humanos a celebrarse en Ginebra.
¿Qué futuro le espera a Cisjordania?
- Si operativos como este se repiten, la AP podría colapsar internamente.
- El involucramiento de grupos armados en Ramala crecerá como resistencia espontánea pero incontrolable.
- Internacionalmente, debería crecer la presión hacia Israel por violaciones del derecho internacional humanitario, especialmente si se atacan centros económicos, sanitarios o educativos.
En medio del polvo y el humo, una imagen quedó flotando este martes en Ramala: una ambulancia trasladando a un niño sangrante entre gases lacrimógenos, rodeado de soldados y gritos. Eso no es solo parte de una operación. Es el reflejo de una nación acosada, fragmentada y en plena deriva hacia un futuro cada vez más incierto.