Redibujando la democracia: El caso de Utah y la batalla por el control del Congreso
La justicia obliga a rediseñar los distritos electorales en Utah y resucita el debate sobre la manipulación partidista del voto en EE.UU.
El epicentro del debate: Salt Lake City bajo los focos
Utah, un bastión tradicionalmente republicano, se encuentra ahora en el centro de una controversia nacional sobre la redistribución electoral. Un tribunal estatal ha ordenado volver a trazar su mapa electoral para las elecciones legislativas federales de 2026, tras declarar inconstitucional el actual por burlar la voluntad popular. Esta maniobra, mejor conocida como gerrymandering partidista, podría tener implicaciones profundas para el equilibrio de poder en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
¿Qué es el gerrymandering y por qué importa?
El término gerrymandering se refiere a la manipulación de los límites de los distritos electorales para beneficiar a un partido político sobre otro. La práctica no es nueva: tiene sus raíces en 1812 cuando el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, aprobó un distrito con forma de salamandra para favorecer a su partido. Desde entonces, trazos convenientes en los mapas han distorsionado la representación democrática en numerosos estados.
Utah adoptó su mapa actual en 2021, dividiendo intencionalmente al condado de Salt Lake —uno de los pocos enclaves demócratas del estado— entre los cuatro distritos, diluyendo así su poder del voto.
La voluntad ciudadana vs el poder legislativo
En 2018, los votantes de Utah aprobaron por un margen del 50.3% la creación de una comisión independiente para la redistritación. El objetivo era evitar exactamente lo que ocurrió en 2021: que los legisladores partidistas dibujaran un mapa a su conveniencia. Sin embargo, dos años después, esa voluntad ciudadana fue anulada por el propio Congreso estatal, que relegó a la comisión a un rol meramente consultivo.
La jueza Dianna Gibson consideró esto como una violación al marco legal y ordenó rediseñar el mapa antes del 24 de septiembre de 2024. "La forma en que se trazan los distritos puede salvaguardar o erosionar la representación", afirmó en su fallo.
Implicaciones para el Congreso de EE.UU.
Actualmente, los cuatro escaños de Utah en la Cámara de Representantes están en manos republicanas. Pero nuevos límites basados en criterios más equitativos podrían hacer que uno de ellos —al menos— se vuelva competitivo para los demócratas.
Esto es crucial, ya que los demócratas necesitan ganar solo tres escaños a nivel nacional para recuperar el control del Congreso en 2026. En este contexto, la decisión judicial en Utah resuena aún más fuerte como un potencial cambio de juego.
Trump y la redistritación como táctica política
Ante esta situación, el expresidente Donald Trump ha intensificado sus llamados a los gobernadores republicanos para realizar redistribuciones electorales a mitad de década. Su objetivo: agregar distritos “ganables” para los republicanos, contrarrestando pérdidas y consolidando el poder en estados donde aún controlan las legislaturas.
- En Texas, hay una propuesta con cinco nuevos distritos favorables al GOP (Partido Republicano).
- Ohio, Indiana, Florida y Missouri podrían seguir la misma ruta.
- California es el único estado liderado por demócratas que, hasta ahora, ha tomado medidas similares para contrarrestar la avanzada republicana.
La sentencia de la Corte Suprema de EE.UU. en 2019, que determinó que las demandas por manipulación electoral partidista están fuera del alcance de los tribunales federales y deben resolverse a nivel estatal, ha espoleado esta carrera armamentista partidista en los mapas.
Una geografía política fragmentada
En el actual mapa de distritos de Utah, es posible caminar unos pasos en algunos barrios de Millcreek y estar en cada uno de los cuatro distritos. Los legisladores alegan que esto busca equilibrar la atención a zonas urbanas y rurales, pero críticos lo ven como una estrategia para diluir la influencia del voto urbano y progresista.
Por ejemplo, un distrito recorre desde Park City —conocida por su población liberal y festivales de cine— hasta Provo y Moab. Estas zonas comparten pocos intereses y estilos de vida, dificultando la representación uniforme.
El dilema de la representatividad
Los defensores de los derechos al voto argumentan que dividir Salt Lake City —el mayor núcleo demócrata del estado— en varios distritos impide que sus residentes se sientan representados adecuadamente. El debate toca un tema profundo: ¿debe primar la diversidad dentro de un distrito o la homogeneidad geográfica y política?
Un ejemplo citable: antes de 2021, uno de los distritos solía cambiar entre republicanos y demócratas. Desde la adopción del nuevo mapa, todos los distritos han sido ganados por candidatos republicanos por amplios márgenes.
La urgencia del calendario electoral
El juez ha dado a los legisladores hasta finales de septiembre para presentar un nuevo mapa, en coincidencia con los plazos de inscripción de candidaturas para enero 2025. Sin embargo, algunos republicanos podrían aprovechar los recursos legales para demorar la redistribución hasta después del ciclo electoral de 2026.
En este sentido, los defensores de los derechos civiles y electorales presionan para que se considere el diseño original propuesto por la comisión independiente, que formaría un distrito sólido demócrata y equilibraría los otros tres.
El voto latino y el crecimiento demográfico
Utah ha experimentado uno de los mayores crecimientos poblacionales del país en las últimas décadas. Según el censo de 2020, su población latina aumentó en un 30%, y el estado también ha recibido inmigrantes de África, Asia y el Medio Oriente. Estos nuevos residentes potencian un cambio cultural y político en curso.
Sin embargo, la representación de estas comunidades en el Congreso sigue siendo mínima. Un mapa bien diseñado también podría abrir oportunidades políticas a estos sectores subrepresentados, cambiando la narrativa dominante en la política estatal.
La ironía del registro de votantes
Pese a que solo el 12.3% de los votantes registrados en Utah se identifican como demócratas, en elecciones recientes más del 36% votó por la vicepresidenta Kamala Harris. Más del 29% del electorado está registrado como independiente o no afiliado, y muchos votantes progresistas se registran como republicanos por estrategia: para influir en primarias cerradas.
Esta ambigüedad en la afiliación complica aún más los cálculos de los estrategas políticos, especialmente en un estado donde los matices ideológicos no siempre coinciden con los registros oficiales.
Lo que viene: ¿Colapso o renacimiento democrático?
Ágiles o no, los cambios en Utah se traducen en una clave más del gran rompecabezas nacional que decidirá el control de la Cámara de Representantes. Para algunos, es la posibilidad de devolver poder real al votante; para otros, un campo de batalla más en la guerra partidista nacional.
Mientras tanto, tanto republicanos como demócratas toman nota y se preparan para replicar —o resistir— la jugada según los resultados. Los atentos a las estrategias electoralistas deberán mirar a Utah con lupa los próximos meses; su modificación territorial puede cambiar el destino político del país, al menos por una generación.