Trump contra Europa y el cambio climático: una cruzada con sabor a revancha

El expresidente arremete contra las regulaciones digitales europeas, amenaza con aranceles y retoma el escepticismo climático en un intento por moldear la política global a favor de EE.UU.

Una ofensiva contra Bruselas: ¿protección o provocación?

En declaraciones recientes publicadas en su red social Truth Social, Donald Trump expresó su intención de imponer nuevos aranceles y restricciones a las exportaciones contra países que, en su opinión, estén atacando a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Aunque no nombró directamente a ningún estado, el mensaje parecía apuntar con claridad a la Unión Europea, que ha implementado regulaciones digitales cada vez más estrictas para contener los abusos de poder por parte de las tecnológicas como Google, Meta (Facebook) y Apple.

Trump escribió: “Me enfrentaré a los países que atacan a nuestras increíbles compañías tecnológicas estadounidenses”. Se refirió específicamente a leyes como los impuestos digitales que Francia, Italia, España y el Reino Unido ya implementan, así como al Digital Services Act (DSA) y el Digital Markets Act (DMA) de la Unión Europea.

¿Qué son el DSA y DMA?

El Digital Services Act busca limpiar las plataformas en línea, promoviendo la transparencia en la moderación de contenido y obligando a las grandes plataformas a eliminar contenido ilegal de forma rápida. El Digital Markets Act, por su parte, busca impedir que las plataformas digitales actúen como 'guardianes' que impiden la competencia, imponiendo obligaciones específicas a empresas dominantes.

Estas medidas han sido fuertemente criticadas por empresas estadounidenses que las consideran discriminatorias. Desde la óptica europea, sin embargo, son mecanismos esenciales para proteger a los consumidores y garantizar un ecosistema digital justo. Thomas Regnier, portavoz de la Comisión Europea, aseguró que “la regulación económica dentro del territorio de la UE es un derecho soberano que se alinea con nuestros valores democráticos”.

Una historia de tensiones con Europa

La relación de Trump con Europa ha estado marcada por la confrontación. Durante su administración, amenazó con sancionar a países que impusieran impuestos digitales y llegó a suspender negociaciones comerciales con Canadá por una propuesta similar. Un ejemplo: en 2020, Francia enfrentó aranceles estadounidenses sobre productos como el vino y el queso tras implementar un impuesto digital que afectaba a gigantes como Amazon y Google.

El espectro de China

En su publicación, Trump también apuntó contra China, asegurando que sus grandes tecnológicas estaban siendo “completamente ignoradas” por las regulaciones occidentales. Este punto contrasta con la realidad: varios países, incluido Estados Unidos, han bloqueado productos de Huawei, TikTok y otras empresas chinas, citando preocupaciones de seguridad nacional.

Un nuevo capítulo en la guerra comercial

Más allá de la retórica, las amenazas de Trump podrían reabrir una guerra comercial tecnológica. Ya durante su presidencia impuso fuertes aranceles a productos europeos como respuesta a disputas tecnológicas y de aviación. Ahora, con la probable candidatura republicana para 2024, sus declaraciones sugieren la vuelta de una política comercial agresiva centrada en el proteccionismo tecnológico.

Clima de escepticismo

Simultáneamente, la administración Trump impulsa la revocación de la “endangerment finding”, una decisión clave de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en 2009 que afirmó que los gases de efecto invernadero ponen en peligro la salud pública. Esta declaración ha servido como base legal para la mayor parte de las regulaciones climáticas en Estados Unidos.

El nuevo ataque al consenso científico se fundamenta en un reporte del Departamento de Energía plagado de errores, según 64 científicos encuestados por la prensa. Por ejemplo, uno de los errores más flagrantes es confundir el derretimiento del hielo en el Ártico con el de la Antártida: mientras que el reporte afirma un descenso del 5% desde 1980, la cifra real del Ártico supera el 40%.

Manipulación de datos y “cherry-picking”

De los 64 científicos consultados por distintos medios, 53 calificaron el informe de baja calidad y 19 mencionaron expresamente prácticas de selección sesgada de datos (“cherry-picking”). Una de las críticas más contundentes proviene de Zeke Hausfather, investigador en Berkeley Earth, quien afirmó que “el gobierno usó cifras aisladas de mi investigación para respaldar conclusiones que contradicen el espíritu de mi trabajo”.

Jennifer Marlon, directora de ciencia de datos en Yale, también señaló la manipulación de gráficos. En un ejemplo sobre incendios forestales, se incluyó información anterior a 1960 que, según el mismo informe, no es fiable, dejando la impresión de que los incendios eran más graves en el pasado que en la actualidad.

Un debate global que trasciende fronteras

Las implicaciones del desmantelamiento de políticas climáticas no son solo estadounidenses. La postura de Trump alienta la duda sobre la validez científica del cambio climático y podría influir en movimientos similares en otros países. Entre tanto, la National Academy of Sciences en EE.UU. está preparando un informe urgente para refutar los argumentos del reporte del Departamento de Energía.

Mientras tanto, la EPA mantiene abierto un periodo de comentarios públicos hasta el 22 de septiembre, y ya ha recibido respuestas de ciudadanos, científicos y organizaciones medioambientales que denuncian los intentos de revertir años de progreso climático.

Trump, las ‘Big Tech’ y el telón de fondo electoral

Más allá de los temas regulatorios y ambientales, la narrativa de Trump atiende a un objetivo mayor: constituirse nuevamente como defensor del “interés nacional” frente a lo que considera una ofensiva ideológica del multilateralismo europeo y la “dictadura” de la ciencia climática.

Sus ataques coinciden con su preparación para una posible candidatura presidencial en 2024, en la que espera movilizar a una base conservadora escéptica del internacionalismo, crítica de los compromisos climáticos y defensora del nacionalismo económico.

Dos modelos en colisión

El mundo observa una disputa no solo comercial, sino también filosófica y política: ¿debe primar el libre mercado sin apenas reglas, como defiende Trump, o un modelo de economía digital regulada en pro del bien común, como propone la UE?

La respuesta no puede ser simplista. Mientras que la innovación proviene en parte de la flexibilidad, una ausencia total de regulación crea plataformas digitales abusivas con escaso control democrático. Y mientras que el debate climático aún puede encontrar voces escépticas, los datos —en su abrumadora mayoría— apuntan a una crisis que requiere acción urgente.

Así, Trump resurge en escena como una figura polarizante en un mundo digitalizado y amenazado por la emergencia climática. Su impacto, ya sea desde el poder o desde la arena electoral, marca un punto de inflexión para el futuro entre el proteccionismo nacional y la cooperación internacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press