El Boicot Contra Target: ¿Un Grito Colectivo de Justicia o una Estrategia Desgastada?
Activistas apuntan a una disminución del tráfico en tiendas y la salida del CEO como señales de victoria, pero ¿qué tanto impacto real tiene un boicot en el poder empresarial moderno?
Una acción que resuena desde enero
Desde inicios de 2025, Target ha estado en el centro de una tormenta social y comercial. El llamado a un boicot nacional contra la cadena minorista estadounidense comenzó en enero tras su decisión de reducir, y en algunos casos eliminar, sus iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), decisión que encendió los ánimos de activistas de justicia racial y líderes comunitarios.
Uno de los rostros visibles del movimiento es Jaylani Hussein, director ejecutivo de la filial en Minnesota del Consejo de Relaciones Americano-Islámicas, quien aseguró en una reciente conferencia de prensa que el tráfico peatonal en las tiendas de Target ha caído sustancialmente en los últimos 200 días. "Cada semana desde que se inició el boicot, el número de clientes ha disminuido", recalcó.
Una historia con raíces profundas
Las acciones colectivas como herramienta de cambio no son nuevas en Estados Unidos. Desde el boicot a los autobuses en Montgomery liderado por Rosa Parks y Martin Luther King Jr., hasta la prolongada campaña contra la bandera confederada en Carolina del Sur, las comunidades negras en EE.UU. han utilizado el poder del consumidor para desafiar estructuras discriminatorias.
En este caso, Target se convirtió en el blanco por haber hecho compromisos explícitos tras el asesinato de George Floyd en 2020, comprometiéndose con metas ambiciosas como aumentar en un 20% la representación de empleados afroamericanos y un fondo de inversión de $2 mil millones de dólares para empresas propiedad de personas negras. Pero, en enero de 2025, la empresa concluyó sus objetivos de contratación y promoción, lo que fue percibido como una traición a sus promesas.
¿Realmente está funcionando el boicot?
De acuerdo con Consumer Edge, desde 2021 ha habido una caída del 19% en la cantidad de estadounidenses que dicen comprar regularmente en Target, mientras que los que dicen evitar la tienda ha aumentado un 17%. Estos números parecen favorecer la narrativa de los organizadores del boicot, aunque expertos advierten que no toda la culpa puede atribuirse a estas acciones.
Stacey Widlitz, presidenta de SW Retail Advisors, afirmó que los problemas principales de Target obedecen más a fallas operativas como tiendas desordenadas y falta de surtido adecuado en productos clave. “Si tienes productos novedosos y a buen precio, los consumidores te perdonan rápido”, explicó.
Además, la analista señaló que otras empresas como Walmart enfrentan desafíos similares pero han logrado mantener y hasta aumentar su clientela en el mismo periodo.
El papel de los cambios en la alta dirección
El anuncio del retiro del CEO Brian Cornell, quien ocupó el cargo desde 2014, y la designación de su sucesor, Michael Fiddelke, fue interpretado por muchos como resultado del boicot. Sin embargo, documentos revelan que ya en 2022 se había extendido su contrato por tres años más y eliminado una política interna sobre la edad de retiro, lo que sugiere que su salida ya estaba planeada.
A esta narrativa se sumó la declaración del grupo de activistas DC Boycott Target Coalition: “El cambio de liderazgo no significa nada sin un cambio cultural”. También sostuvieron que el boicot se mantendrá activo hasta que Target restablezca sus compromisos con la equidad racial.
La economía de la comunidad negra: un poder latente
Según informes de Nielsen, el poder adquisitivo de los afroamericanos en Estados Unidos ha superado los $2.1 billones anuales, una cifra que recalca la influencia económica que puede tener esta comunidad en el rumbo comercial de una gran corporación.
Esta realidad ha convertido al consumidor negro en una fuerza estratégica que ya no está dispuesta a aceptar compromisos vacíos por parte de empresas que se lucran de su apoyo sin devolver nada tangible a cambio.
Reacciones divididas
Entre los creadores de contenido en plataformas digitales como TikTok, las reacciones fueron mixtas: algunos celebraron la salida de Cornell como un éxito del boicot, mientras que otros la interpretaron como una simple jugada corporativa, ya que el ex CEO fue promovido a presidente del consejo de administración.
Nekima Levy Armstrong, abogada de derechos civiles y expresidenta de la NAACP en Minneapolis, fue enfática: “Estamos pidiendo que Target cumpla las promesas que hizo. Si no lo hace, no hay nada que negociar para terminar este boicot”.
Impacto sobre marcas negras
Una consecuencia lateral del boicot ha sido la situación ambivalente de muchas marcas propiedad de personas negras que tienen acuerdos comerciales con Target. Algunas han reportado afectaciones por la baja en las ventas debido a la reducción del tráfico en tiendas.
Esto ha generado tensiones internas, ya que las marcas minoritarias se encuentran atrapadas entre apoyar una causa que persiguen y la necesidad de mantener sus ingresos y visibilidad en cadenas como Target.
El contexto político y los consumidores
Un análisis basado en afinidades partidarias muestra que, desde el año pasado, el número de compradores regulares que se identifican como demócratas ha descendido en un 13%, mientras que la cantidad de consumidores republicanos ha crecido en igual proporción. Aunque no está claro a qué se debe este desplazamiento, algunos asocian el aumento de simpatía conservadora con movimientos corporativos como la donación de $1 millón de Target a la inauguración de Donald Trump en 2017.
El futuro del boicot: ¿movimiento de justicia o herramienta desgastada?
La historia demuestra que los boicots pueden tener un impacto real y duradero, como fue el caso en Carolina del Sur o durante el movimiento de derechos civiles. Sin embargo, en una era donde las grandes corporaciones dominan cientos de canales de distribución y marketing, y donde las preferencias cambian con rapidez, ¿siguen siendo realmente efectivos?
Lo cierto es que, en esta batalla entre el consumidor consciente y el conglomerado empresarial, lo que está en juego no es solo el valor de una marca, sino la integridad de las promesas que las grandes compañías hacen en momentos críticos. En el caso de Target, el tiempo dirá si los compromisos por justicia social fueron una estrategia de relaciones públicas o una verdadera intención de transformación.
Mientras tanto, los organizadores del boicot continúan con su campaña. “Este no es solo un problema de Target”, dicen. “Es una conversación sobre responsabilidad corporativa en toda la industria”.
“La verdadera prueba para cualquier empresa no es lo que dice cuando las cámaras están encendidas, sino lo que hace cuando las luces se apagan.”