El drama migratorio de Kilmar Ábrego García: ¿justicia o persecución encubierta?
El caso del salvadoreño pone a prueba las políticas migratorias de EE. UU. y evidencia tensiones geopolíticas entre naciones
Por décadas, el sistema migratorio de Estados Unidos ha enfrentado crisis, dudas éticas y desafíos legales. Pero pocos casos encarnan con tanto dramatismo esta lucha como el de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño atrapado entre deportaciones, acusaciones sin sentencia y decisiones políticas con aroma a venganza.
¿Quién es Kilmar Ábrego García?
Nacido en El Salvador, Kilmar Ábrego García llegó a Estados Unidos a los 16 años huyendo de la violencia de las pandillas en su país. Se instaló en Maryland para vivir con su hermano, quien había obtenido la ciudadanía estadounidense. Sin embargo, su intento de encontrar asilo encontró más muros que puertas abiertas.
Ábrego García solicitó asilo en Estados Unidos años después de su llegada, lo que provocó el rechazo inicial de su petición en 2019, debido a que la solicitud fue presentada fuera del límite de un año que establece la ley migratoria estadounidense. No obstante, el juez de migración le otorgó una figura conocida como "withholding of removal", que impide la deportación a su país de origen si enfrenta amenazas creíbles de violencia, pero permite su traslado a otro país "seguro".
La sombra de las pandillas y el estigma del MS-13
El gobierno del expresidente Donald Trump cataloga a Ábrego García como miembro de la temida pandilla MS-13, acusación que este niega categóricamente y que tampoco ha sido juzgada ni comprobada formalmente. Esta acusación sin fundamentos sólidos se ha utilizado como justificación para su continuo hostigamiento legal.
"Nosotros solo queremos que se respeten sus derechos fundamentales. No se le ha probado nada, y sin embargo, sigue siendo tratado como un criminal peligroso", declaró uno de sus abogados al diario Washington Post.
¿Por qué Uganda?
En vez de deportarlo a El Salvador, algo prohibido por las órdenes judiciales debido al riesgo de muerte, el gobierno decidió enviarlo a Uganda, un país del que Ábrego no tiene ningún vínculo. Este giro en la historia desató la indignación de múltiples sectores, incluyendo a activistas en África.
"Lo que está haciendo el gobierno estadounidense huele mal. Nadie entiende por qué acogeríamos a una persona que no es de aquí ni tiene ninguna conexión con Uganda. No se trata de humanidad, sino de política y tratos dudosos", dijo un activista ugandés citado por la BBC.
Las sospechas sobre un acuerdo bilateral encubierto entre Uganda y Estados Unidos crecen. Uganda ha sido ampliamente cuestionada por sus violaciones a los derechos humanos y su historial represivo bajo el mandato de Yoweri Museveni, quien lleva casi 40 años en el poder. ¿Será este traslado parte de un quid pro quo? Fuentes diplomáticas no lo descartan.
Un fallo, una deportación ilegal... y una vuelta forzada
Después de que un juez le impidiera ser enviado a El Salvador, Ábrego García fue deportado ilegalmente por la administración Trump a una de las cárceles más peligrosas del país centroamericano. Posteriormente, acciones legales tomadas por su esposa, ciudadana estadounidense, culminaron con una orden de la Corte Suprema que obligó al gobierno a traerlo de vuelta en junio.
No obstante, su retorno no fue para restaurar su libertad, sino para enfrentar cargos federales de presunto tráfico de personas, cargos que también niega. "Castigan su resistencia, no sus acciones", sostuvo su defensa.
Otro giro: vuelve a pedir asilo
El lunes pasado, las autoridades de Inmigración lo detuvieron nuevamente en Baltimore con intenções de deportarlo a Uganda. Pero esta vez, Ábrego García ha solicitado reabrir su caso para pedir asilo de nuevo, argumentando «miedo creíble de persecución».
De acuerdo a cifras del Departamento de Justicia de EE.UU., de las más de 250,000 solicitudes de asilo registradas entre 2019 y 2023, solo el 28% fueron aprobadas. Y el porcentaje baja considerablemente para solicitantes de Centroamérica, donde los jueces muestran mayores niveles de escepticismo.
¿Venganza política disfrazada de justicia?
Los abogados de Ábrego García denuncian que su cliente está siendo castigado por negarse a aceptar cargos, por haber triunfado en su lucha legal inicial e incluso por solicitar salir de la cárcel en Tennessee donde permanecía confinado. "Mandarlo a Uganda no es una medida legal. Es un castigo. Una demostración de poder político", comentan.
La historia se complica cuando tomamos en cuenta los comentarios del exsecretario de Seguridad Nacional bajo Trump, quien sugirió mecanismos más agresivos para lidiar con los migrantes "ilegales", incluso proponiendo su reubicación forzada a terceros países como parte de una política de disuasión.
Impacto en la comunidad inmigrante
Organizaciones como la American Immigration Lawyers Association alertan que casos como este afectan profundamente la confianza de los inmigrantes en el sistema legal. "Si ni siquiera los que ganan en los tribunales están seguros, ¿quién lo está?", cuestionaron en un comunicado.
Un país dividido
Mientras algunos sectores defienden con fervor las políticas migratorias del expresidente Trump, otros lamentan una era en la que las figuras de poder usaron a seres humanos como piezas en una partida geopolítica. En redes sociales, la etiqueta #FreeKilmar ha comenzado a ganar tracción con llamados al Congreso y la Casa Blanca actuales para actuar.
"El hecho de que se haya intentado enviarlo a una nación sin sus vínculos solo intensifica la injusticia. Es una estrategia para darle fin a su lucha legal por agotamiento. Es una forma de exilio encubierto", opinó Jessica Vaughan, experta en migración del Migration Policy Institute.
¿Qué sigue para Ábrego García?
El destino de Kilmar Ábrego García está ahora en manos del sistema de justicia migratorio y en la voluntad política de los actuales líderes del país. Podría reabrirse su caso y evaluarse su nueva solicitud de asilo o, de seguir los planes actuales, podría ser enviado a Uganda contra su voluntad y en un precedente legal polémico. Hasta el momento, la administración Biden no ha mostrado señales de intervenir en el proceso.
Así, la historia de Kilmar no es solo la de un hombre enfrentando un sistema. Es la radiografía de un país que aún no resuelve su lucha interna entre seguridad nacional, humanidad y derechos civiles. Y cada decisión que se tome en torno a su futuro no solo afectará su vida, sino que resonará como jurisprudencia para miles que sueñan con refugio, pero obtienen rechazo.
Mientras tanto, en una oficina de ICE en Baltimore, un hermano y una familia entera esperan que esta historia no termine convertida en tragedia migratoria.