Gaza, Sudán y la ironía turca: cuando las tragedias humanitarias chocan con la industria bélica
Mientras millones viven bajo el hambre y el asedio, algunos gobiernos celebran avances en defensa como si el mundo no estuviera ardiendo
El drama interminable de Gaza: ¿una evacuación inevitable o una condena a la muerte?
La Franja de Gaza está nuevamente al borde del abismo. El ejército israelí ha intensificado su presencia en las afueras de Ciudad de Gaza y asegura que una evacuación completa es "inevitable". Esto ha disparado las alarmas de la comunidad internacional e instituciones humanitarias como la ONU. Sam Rose, director interino de operaciones de UNRWA, afirmó que una ofensiva significaría "el fin de toda esperanza" para encontrar una resolución pacífica.
Según Rose, miles de personas —ancianos, niños y personas con discapacidad— no pueden siquiera plantearse huir. "Una población vive en un estado constante de miedo, crueldad y humillación. No hay palabras que describan el impacto de esto para cualquier ser humano, y menos para padres e hijos", declaró el funcionario.
La situación humanitaria es escalofriante. La ONU reveló que antes de la guerra, más de 1,2 millones de personas recibían comida diariamente a través de sus operaciones en Gaza. Actualmente, más de 6.000 camiones cargados de ayuda humanitaria —alimentos, medicinas, combustible y agua— están varados fuera de Gaza debido a las restricciones israelíes.
La Unión Europea también se ha pronunciado. Hadja Lahbib, comisaria de ayuda humanitaria, describió "montañas de ayuda" bloqueadas en la frontera y denunció que el acuerdo con Israel para facilitar el ingreso de asistencia no está funcionando. "Por favor, déjennos salvar vidas", imploró.
El pueblo atrapado de El-Fasher: el infierno olvidado de Sudán
Mientras tanto, al oeste de Sudán, en la ciudad de El-Fasher, otra crisis humanitaria apenas recibe atención internacional. En el epicentro del conflicto entre las Fuerzas Armadas sudanesas y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), más de 260.000 civiles, la mitad niños, están atrapados desde hace 16 meses sin acceso básico a comida o medicinas.
UNICEF alertó que cerca de 6.000 niños sufren de desnutrición aguda severa y están en riesgo inminente de morir. "Estamos presenciando una tragedia devastadora: niños muriendo de hambre mientras nuestros servicios son bloqueados", dijo Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF.
Desde abril de 2023, cuando estalló el conflicto total entre el ejército y la RSF, más de 14 millones de personas han sido desplazadas en todo Sudán. Se estima que decenas de miles han muerto, y los crímenes reportados incluyen masacres, violaciones y bloqueos sistemáticos de ayuda humanitaria, por lo que la Corte Penal Internacional está investigando posibles crímenes contra la humanidad.
Turquía y su "Cúpula de Acero": desarrollando defensas mientras el mundo implora por ayuda humanitaria
En un contraste que provoca perplejidad —y hasta cinismo—, Turquía celebraba esta semana la inauguración de su sistema integrado de defensa aérea, la Cúpula de Acero. Recep Tayyip Erdogan describió el momento como "un parteaguas" en la industria de defensa turca. El presidente anunció una inversión de 460 millones de dólares en 47 unidades móviles de defensa, integradas por sensores y plataformas marítimas y terrestres.
"Ningún país que no pueda desarrollar su propio radar y sistema de defensa aérea puede mirar al futuro con confianza, sobre todo en nuestra región", proclamó Erdogan. Esta afirmación se da en un contexto donde Siria, Gaza, Israel, Ucrania y Sudán están ardiendo por guerras sin freno.
Turquía busca destacarse como potencia militar tras haberse enfrentado a un embargo militar de Estados Unidos a raíz de su invasión de Chipre en 1974. En 2019, Ankara compró misiles S-400 a Rusia, lo cual provocó su expulsión del programa F-35 estadounidense. Hoy, invierte masivamente en el desarrollo interno de armas e infraestructuras militares.
"En los próximos 50 años, Turquía no sólo cubrirá sus propias necesidades, sino que liderará el mundo con su tecnología", aseguró Erdogan desde las instalaciones del contratista Aselsan, donde además se anunciaron nuevos complejos de producción para 2026.
La gran ironía: blindajes bélicos vs. niños muertos por hambre
Mientras Erdoğan muestra orgulloso vehículos blindados de última tecnología, en El-Fasher los niños mueren por desnutrición. Mientras funcionarios europeos imploran acceso humanitario en Gaza, los tanques israelíes continúan avanzando. ¿Cómo puede un mundo que se jacta de su capacidad técnica, ser incapaz de alimentar a sus niños?
El mundo parece desdoblarse en dos realidades distintas pero conectadas: una en que países celebran desarrollos que "infunden miedo en sus enemigos"; y otra, donde millones de personas viven atrapadas en ciudades asediadas, sin acceso a lo mínimo para subsistir. El riesgo de perder la perspectiva moral es evidente.
Las cifras no sólo indican desesperación, sino el rotundo fracaso de la comunidad internacional:
- Más de 14 millones de sudaneses desplazados.
- 260.000 personas sitiadas en El-Fasher, entre ellas 130.000 niños.
- Cientos de camiones con ayuda humanitaria bloqueados en Gaza.
- 500.000 gazatíes enfrentando hambre catastrófica según un informe reciente de la Integrated Food Security Phase Classification.
Frente a estos datos, las declaraciones del gobierno israelí de que "no hay hambruna" o que el informe de la ONU es "una mentira descarada", rozan la negación absoluta de la realidad.
¿Dónde queda la dignidad humana?
Ni las cúpulas de acero, ni las armas hipermodernas, ni los discursos patrióticos logran ocultar la verdad más incómoda: cientos de miles de seres humanos sobreviven en condiciones inhumanas a la vista del mundo. Las víctimas son siempre las mismas: los pobres, los desplazados, los niños.
Como sociedad global, el patrón es dolorosamente claro. Se negocian contratos de armas más rápido de lo que se entregan paquetes de arroz. Se gastan millones en vehículos de defensa mientras se bloquean vacunas y alimentos. La ayuda humanitaria muchas veces queda atrapada… mientras los conflictos avanzan sin freno.
En resumen, el año 2024 está marcado no sólo por la guerra, sino por la deshumanización institucionalizada: la capacidad tecnológica de dañar supera de lejos la voluntad política de sanar. Y eso, en esencia, es la mayor tragedia de todas.