Javier Milei, entre piedras y escándalos: ¿una democracia en jaque o un cambio que se resiste?

El presidente libertario enfrenta violencia en su caravana, denuncias de corrupción y una oposición en pie de guerra en pleno ciclo electoral argentino

Buenos Aires bajo tensión: ataques a una caravana presidencial

Lo que debía ser una jornada de exhibición política de fuerza se convirtió en un episodio de caos, violencia y tensión democrática. El pasado miércoles, el presidente argentino Javier Milei fue víctima de un ataque durante una caravana en Lomas de Zamora, bastión histórico del peronismo. Piedras, botellas y gritos como “¡Fuera Milei!” acompañaron su breve paso por la ciudad del Gran Buenos Aires, envuelto en un mar de simpatizantes y manifestantes que colapsaron las calles.

El convoy de La Libertad Avanza, en plena campaña legislativa en la estratégica provincia de Buenos Aires, fue interceptado por un grupo de opositores, obligando tanto al presidente como a su hermana y jefa de gabinete, Karina Milei, a refugiarse en el interior de una camioneta. Escenas de descontrol, individuos encapuchados lanzando objetos contundentes, y figuras del oficialismo huyendo, como el diputado José Luis Espert, quien escapó en una motocicleta sin casco, dominaron la agenda informativa del país.

Milei, popularidad tensa entre logros económicos y recorte brutal

El evento no podría haber llegado en un momento más delicado para el presidente. A dos años de su llegada al poder, Javier Milei enfrenta tantos desafíos como promesas cumplidas. Ha logrado hacer descender la inflación mensual del 25% en diciembre de 2023 al 1,9% durante el último mes, mediante un agresivo plan de ajuste fiscal. Este logro técnico, en un país donde la inflación ha llegado a superar el 100% anual, era impensado hace apenas unos años.

Sin embargo, los costos sociales han sido altísimos: el desempleo ha comenzado a repuntar, la pobreza afecta a más del 45% de la población, la indigencia ya supera el 12%, y los salarios reales han perdido más de un 30% de poder adquisitivo desde que asumió Milei. El propio presidente ha declarado que “el ajuste lo paga la casta”, pero en las calles, la percepción es distinta.

La sombra de la corrupción alcanza el corazón del gobierno

En paralelo al ataque en la caravana, una ola de escándalos sacude al entorno presidencial. La Secretaría Nacional de Discapacidad, dependencia del Ejecutivo, se ha visto envuelta en fuertes denuncias de corrupción. En audios filtrados publicados la semana pasada, el presidente de la agencia habría discutido coimas y pagos indebidos dirigidos a Karina Milei y su asesor más cercano.

La indignación crece creciendo incluso entre quienes votaron por el libertario con la esperanza de acabar con el modelo clientelar peronista. Joel Domínguez, un manifestante en Lomas de Zamora, relató: “Tengo una hija con discapacidad y este gobierno nos abandona. ¿Dónde está el cambio? Sólo hay más injusticia y cinismo”.

Las elecciones bonaerenses: el verdadero termómetro

El próximo **7 de septiembre**, se celebran elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires —la jurisdicción más poblada del país, donde vive el **38% del electorado argentino**. Es el primer gran test electoral para Milei, y su partido **La Libertad Avanza** busca consolidarse y ganar terreno frente al usadísimo pero aún poderoso aparato del peronismo.

Milei cuenta con una mayoría relativa en la Cámara de Diputados, pero enfrenta bloqueos constantes del Congreso. La oposición ha aprobado en los últimos días una serie de medidas de gasto que podrían comprometer el superávit fiscal alcanzado recientemente, como subsidios al transporte y la restitución de transferencias a provincias.

¿Una democracia polarizada o una vieja batalla reciclada?

El ataque en Lomas de Zamora no es un hecho aislado, sino un síntoma. El escenario político argentino está cada vez más marcado por la polarización, la desconfianza, y una retórica que busca identificar al adversario político como enemigo existencial. Tal como declaró Milei al final del mitin abruptamente terminado: “Fue un ataque organizado por los cavernícolas de la vieja política”. Su portavoz, Manuel Adorni, apuntó directamente al kirchnerismo y a la figura de Cristina Fernández de Kirchner.

La expresidenta, todavía la figura más influyente del peronismo a pesar de estar condenada judicialmente, cumple actualmente arresto domiciliario e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Aún desde esa situación —y a través de su entorno— mantiene una red de influencia política sin parangón en el país. Para Milei, el “enemigo” sigue siendo ella y su legado de parasitismo estatal; para sus adversarios, Milei representa un autoritarismo “económico” que recorta derechos y desmantela todo vestigio de Estado de bienestar.

La violencia política en América Latina: una región donde el poder también se disputa con sangre

Los acontecimientos en Argentina se suman a un clima regional marcado por la violencia política creciente. El reciente asesinato del precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay, abatido a tiros durante un mitin en Bogotá, revivió los peores fantasmas del narcoterrorismo ochentista en dicho país. El autor material fue un adolescente de 15 años, condenado a siete años de reclusión en un centro de menores. Las autoridades aún desconocen a los autores intelectuales del crimen.

Estas escenas nos hacen reflexionar sobre el caldo social que transita la región: descreimiento en las instituciones, jóvenes alienados, impronta populista de líderes y un sistema judicial incapaz de frenar el avance de la corrupción. En ese contexto, la narrativa de cambio de Milei cala entre muchos sectores, mientras otros lo ven como parte del mismo problema.

Milei y el peronismo: el eterno retorno del antagonismo argentino

Argentina mantiene una de las tradiciones políticas más intensas del continente. Desde que Juan Domingo Perón asumiera la presidencia en 1946, el país ha girado en torno a la dicotomía entre peronismo y anti-peronismo. Con Javier Milei, ese binarismo se redefine pero no desaparece.

La figura incendiaria del presidente, con un discurso de guerra cultural, propuestas como la libre portación de armas, la eliminación del Banco Central y la dolarización total de la economía, no sólo han capturado la atención global, sino también generado reacción interna. Milei puede haber ganado con el 55% del voto en su balotaje contra Sergio Massa, pero hoy, gobernar ese mandato se traduce en una batalla diaria con el sistema institucional y su propio pueblo.

¿La Argentina está ante un quiebre democrático o una transformación necesaria?

La respuesta dependerá tanto de la capacidad del gobierno para presentar resultados tangibles como de su forma de gestionar el disenso. Como dijo el célebre historiador argentino Tulio Halperín Donghi: “En Argentina siempre parecemos estar ante la encrucijada final. Pero es una constante tensión entre proyectos hegemónicos”.

Por ahora, Javier Milei deberá sobrevivir a su propia revolución, demostrar que no es más de lo mismo y convencer a más del 50% del país de que el precio pagado por el ajuste valdrá la pena. Pero los golpes, físicos y simbólicos, ya han comenzado a acumularse. Y la historia argentina, por experiencia, sabe que ningún gobierno dura mucho si pierde el control del relato callejero.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press