¿Reformar o disolver FEMA? La batalla interna que definirá el futuro de la respuesta a desastres en EE.UU.

Trump propone eliminar FEMA mientras su propio consejo promueve reformas. ¿Qué está realmente en juego para millones de estadounidenses?

Donald Trump lo volvió a hacer. Cuatro días después de iniciar su segunda administración como presidente de los Estados Unidos, lanzó una bomba política: “deshacerse” de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, conocida como FEMA. Una declaración que desconcertó a políticos, expertos en gestión de catástrofes y a los propios funcionarios del gobierno. Pero dentro de esta tormenta se esconde una lucha más profunda sobre quién debe manejar las emergencias nacionales: ¿el gobierno federal o los estados?

La propuesta radical que sacudió las bases de la gestión de emergencias

Según Trump, FEMA, tal y como funciona hoy, es parte del “sobredimensionado aparato federal” que debería reducirse. En una reunión celebrada en Oklahoma City, el recién formado Consejo de Revisión de FEMA, compuesto por 12 personas mayoritariamente vinculadas al Partido Republicano, se reunió para considerar posibles cambios a la agencia. Aunque el tono fue menos incendiario que el del presidente, algunos miembros fueron claros:

FEMA necesita ser eliminada como existe actualmente”, aseveró la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem, quien copreside el consejo junto con el secretario de Defensa Pete Hegseth.

¿Reforma o eliminación? El debate dentro del propio consejo

En lugar de una eliminación total, el foco de la reunión estuvo en propuestas de reforma más convencionales: agilizar el desembolso de fondos federales tras desastres, fortalecer las capacidades estatales e incluso reestructurar el sistema de seguros contra inundaciones. Según Mark Guthrie, miembro del consejo, “hemos pasado horas, quizás días, explorando formas de acelerar la recuperación local a través de una financiación directa”.

Una de las ideas más discutidas fue sustituir el modelo de reembolso actual —lento y burocrático— por subvenciones en bloque directas a los estados después de un desastre. Esta podría ser una manera más eficiente de ayudar a las zonas afectadas, aunque también abre la posibilidad a un control débil del uso de fondos federales.

Contradicciones dentro del gobierno de Trump

Mientras el consejo habla de rapidez y preparación, las acciones del propio gobierno parecen empujar en la dirección opuesta. Por ejemplo:

  • Se ha detenido un programa multimillonario de resiliencia climática que buscaba reducir riesgos en comunidades vulnerables.
  • Se ha reducido el personal de FEMA y se han suspendido o retrasado capacitaciones clave para prepararse ante catástrofes.
  • Más de 180 empleados actuales y retirados de FEMA firmaron una carta de oposición alertando sobre el debilitamiento interno de la agencia.

A esto se suma una nueva directriz de Noem que exige su aprobación personal para cualquier gasto del DHS (Departamento de Seguridad Nacional) por encima de los $100,000 —causando demoras importantes en la respuesta a desastres recientes en Texas.

¿Qué es FEMA y por qué es tan crucial?

FEMA nació en 1979 como un intento de consolidar diferentes agencias de respuesta a desastres bajo una sola estructura. Desde entonces ha sido fundamental en la asistencia y reconstrucción después de eventos como el huracán Katrina (2005), los incendios en California o los tornados en Oklahoma.

La agencia atiende un promedio de 145 desastres declarados al año, según estadísticas del Congreso. Además, a través del Programa Nacional de Seguro contra Inundaciones —creado hace más de 50 años— ha provisto de cobertura a millones de propietarios en zonas de alto riesgo, donde las aseguradoras privadas se niegan a operar.

El dilema federal: ¿quién debe responder?

Muchos integrantes del consejo, incluida la exgobernadora de Mississippi, Phil Bryant, sugieren que el gobierno federal debería tener un rol más acotado. “La mitigación a largo plazo no debe ser responsabilidad del gobierno federal”, indicó Noem durante la sesión, realizada de forma virtual.

Sin embargo, esto abre un debate crucial: ¿Están todos los estados preparados por igual para encargarse de catástrofes naturales? Lo cierto es que solo algunas entidades como Florida o Texas cuentan con estructuras bien financiadas y capacitadas. El resto depende de FEMA.

Incluso se habló de reemplazar los fondos federales por seguros paramétricos, es decir, un pago rápido preestablecido en caso de que ocurra un evento específico como un huracán categoría 4. Este método, usado en países del Caribe, es eficaz pero limitado; puede dejar a muchas comunidades sin recursos suficientes.

El Congreso tiene la última palabra

A pesar de la retórica y las propuestas de Trump y su equipo, cualquier cambio estructural a FEMA requerirá aprobación legislativa. Michael Coen, exfuncionario del organismo bajo tres presidentes, fue tajante: “No se ha identificado el problema real que se quiere resolver ni una vía clara hacia adelante”.

De hecho, en julio se presentó un proyecto de ley bipartidista conocido como FEMA Act, que en lugar de debilitar a la agencia propone reforzarla y devolverle su estatus de agencia con nivel de gabinete presidencial.

Un escenario de riesgo ante eventos climáticos extremos

Mientras se debate la eliminación o reforma de FEMA, el clima no espera: huracanes más intensos, olas de calor, megaincendios e inundaciones récord son cada vez más frecuentes. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) estima que Estados Unidos necesitará triplicar su capacidad de respuesta en los próximos 10 años frente a la magnitud de eventos extremos.

La Asociación Nacional de Manejo de Emergencias (NEMA) advirtió en un reciente informe que sin FEMA funcionando a máxima capacidad, una catástrofe como la del Huracán Harvey podría dejar decenas de miles de víctimas sin ayuda inmediata.

¿Qué está detrás de la presión contra FEMA?

Algunos expertos sostienen que las críticas no son meramente funcionales, sino ideológicas: reduciendo el aparato federal, el gobierno de Trump busca reafirmar la superioridad de los estados frente a Washington. Sin embargo, los desastres no conocen fronteras estatales. Un huracán en Florida puede afectar la cadena de suministros en todo el país.

Por eso, la centralización de recursos de emergencia en una agencia como FEMA, lejos de ser un desperdicio, funciona como un seguro nacional colectivo.

El exdirector de FEMA, Craig Fugate, advirtió en una entrevista con NPR: “La agencia no es perfecta, pero desmantelarla sin una alternativa viable podría poner en peligro millones de vidas”.

El futuro, aún pendiente

El consejo tiene un plazo de 180 días desde su primera reunión para entregar un informe a Trump. Ese plazo ya venció, y aún no hay propuestas concretas. Mientras tanto, miles de empleados de FEMA trabajan con recursos limitados y bajo un ambiente de incertidumbre.

¿Intentará realmente Trump abolir FEMA? ¿O se conformará con marcar un golpe político más simbólico? Lo cierto es que cualquier decisión sobre el futuro de esta agencia tendrá implicaciones directas sobre la seguridad, la salud y la estabilidad de millones de hogares estadounidenses.

Mientras tanto, la temporada de huracanes ya ha comenzado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press