¿Te volviste pajarero sin darte cuenta? Así domina la IA las caminatas por la naturaleza
Aplicaciones como Merlin e iNaturalist impulsan una nueva generación de exploradores del mundo natural gracias a la inteligencia artificial
¿Alguna vez una aplicación te ha revelado lo invisible de tu entorno? Puede que estés caminando por el bosque, o en un parque cercano, cuando tu teléfono vibra: “¡Merlin ha detectado un nuevo canto de ave!”. Una alerta que puede cambiar por completo una caminata común y corriente.
Estamos viviendo una nueva revolución naturalista impulsada por la inteligencia artificial (IA). Lo que antes requería binoculares, guías fieles de campo y años de práctica, ahora se puede hacer con un teléfono en el bolsillo. Aplicaciones como Merlin Bird ID y iNaturalist están acercando la biodiversidad a personas de todas las edades y niveles de conocimiento, convirtiéndolas en ciudadanos científicos, exploradores urbanos y... birders contemporáneos.
El auge de Merlin: Pokémon Go para los amantes de las aves
Desarrollada por el Laboratorio de Ornitología de Cornell, Merlin Bird ID utiliza inteligencia artificial para analizar grabaciones de sonido en vivo hechas por el usuario y devolver especies probables de aves. Desde su creación, se ha convertido en una herramienta revolucionaria. Según Drew Weber, gerente de producto de Merlin:
“Hace cinco años, el estereotipo de nuestros usuarios era personas jubiladas o observadores de aves veteranos. Hoy vemos veinteañeros y treintañeros compartiendo sus hallazgos en TikTok o Instagram.”
La experiencia recuerda a Pokémon Go: cada nuevo canto, cada nueva especie vista, es una insignia más en la “lista de vida”, incentivando la exploración. Pero en lugar de monstruos digitales, se trata de tangaras escarlatas, aves miméticas o cárabos reales.
Tecnología con un toque de asombro (y algunos errores)
Utilizar Merlin puede ser mágico. Un usuario relata cómo, al activar la app, pudo identificar un tángara escarlata escondido en la copa de un árbol. Una detección automática y, segundos después, una explosión de confeti digital: la recompensa visual de haber descubierto otra especie.
Sin embargo, no todo es infalible. Las aves que imitan sonidos, como el mirlo norteño (northern mockingbird), pueden confundir incluso a la IA más sofisticada. Lo mismo ocurre con ruidos de fondo, como el tráfico, que pueden dificultar la detección precisa.
Como advirtió Weber: “Los sonidos de baja frecuencia son especialmente complejos. Puede que la app crea que oíste un búho cornudo cuando fue un camión rugiendo en la autopista.”
iNaturalist: un colectivo digital para estudiar la vida
Pero las aves no son lo único. iNaturalist, una plataforma colaborativa de identificación de flora y fauna, permite tomar fotos de plantas, insectos, hongos y otros seres vivos para su identificación mediante IA, retroalimentación de la comunidad o expertos. Cada observación puede contribuir a estudios científicos, conservación de especies y base de datos biótica global.
Como explicó Scott Loarie, director ejecutivo de iNaturalist:
“Queremos construir una comunidad apasionada de guardianes de la naturaleza. Aprenden, comparten conocimiento y son motores vitales para generar datos de biodiversidad y acciones de conservación.”
El sistema de identificación también permite corrección colaborativa. Si subes un insecto mal clasificado, un experto voluntario te dará una respuesta más precisa. Cuando hay consenso, tu observación puede alcanzar categoría de grado científico, ayudando a investigadores a nivel mundial.
Confía en la app… pero no demasiado
Una anécdota ilustrativa es la de un excursionista en Wyoming que, con la esperanza de encontrar huckleberries (tipo de arándano silvestre), activó iNaturalist. No halló lo que buscaba, pero en su lugar encontró y probó tres frutos distintos: saskatoon, zarzaparrilla silvestre y sorbo de montaña. Solo los dos primeros eran sabrosos; el último, amargo y desagradable.
La moraleja es clara. Loarie lo explica:
“Nunca confíes en una IA ni en un extraño en internet para decidir si una planta es comestible. Pero definitivamente, sí, conoce mejor tu entorno natural.”
Estas apps también identifican plantas... y amenazas
Además de aves, iNaturalist (y en menor medida, Merlin) se usan para identificar especies invasoras, venenosas o peligrosas. Desde hiedra venenosa hasta ninfas de luciérnagas manchadas —una plaga que ya afecta al menos a 19 estados de EE.UU.—, estas aplicaciones son útiles para educarnos sobre lo que debemos evitar o, en algunos casos, erradicar.
Incluso sin apps, los teléfonos modernos con iOS o Android ya incluyen funciones de visión artificial. Al tomar una foto, si aparece el ícono de una hoja, puedes activar una sugerencia automática de especie. Aunque útil, estas opciones integradas no alcanzan la precisión ni ofrecen la comunidad científica de Merlin o iNaturalist.
Contribuir a la ciencia nunca fue tan fácil ni tan divertido
Más allá del entretenimiento, nuestro uso cotidiano de estas apps tiene implicaciones profundas. Cada nueva observación se suma a bases de datos que alimentan modelajes científicos, alertas tempranas y estrategias de conservación. En un planeta que experimenta una pérdida acelerada de biodiversidad, esta tecnología canaliza la curiosidad individual en esfuerzos colectivos de gran valor.
¿Qué mejor forma de aprender que siguiendo el canto de un ave por el bosque o interrogando a una planta silvestre con tu cámara?
Además, las redes sociales amplifican esta afición
La comunidad digital también ha encontrado encanto en estas apps. En TikTok abundan videos de personas, incluso celebridades como el quarterback de los Seahawks, Sam Darnold, maravillados por lo que descubren simplemente activando Merlin. Desde una mésange huppée hasta un zorzal, cada aparición genera fascinación.
Un video viral muestra cómo una usuaria activa la app y detecta tres aves distintas en cinco segundos, exclamando: “¿¡Soy pajarera ahora!?”. La respuesta, para miles de usuarios, ya sea en la ciudad o en la montaña, parece ser: sí.
La IA, una puerta a redescubrir el mundo natural
En plena era de pantallas, estas herramientas reencantan el contacto con la naturaleza. Nos invitan, como si fuera la primera vez, a escuchar, observar y aprender lo que quizás dimos por hecho o ignoramos por años.
Y lo mejor de todo: más allá del algoritmo, lo que realmente se activa con estas apps es algo profundamente humano. La curiosidad. El asombro. El deseo de conectar.
¿Ya descargaste Merlin o iNaturalist? Cuidado, corres el riesgo de convertirte en uno de esos que paran a mitad del camino, levantan el teléfono al cielo, sonríen… y murmuran: “Ahí está el jilguero.”