Corrupción en la DEA y abogados de élite: el ocaso de la operación 'White Powder Bar'

Un influyente abogado de Miami evitará juicio tras años de investigación sobre sobornos y filtraciones en el corazón de la DEA

La caída de un imperio de favores

David Macey, uno de los abogados defensores más prominentes de Miami, ha logrado evitar el juicio que amenazaba con destruir su carrera. Esto ocurre tras años de investigación por un escándalo de corrupción que alcanzó el núcleo de la Administración para el Control de Drogas (DEA) en Estados Unidos. Las acusaciones eran graves: conspiración para sobornar a agentes federales y manipulación de casos judiciales en favor de narcotraficantes latinoamericanos.

Sin embargo, el pasado jueves en un tribunal federal en Manhattan, la fiscalía anunció un acuerdo de enjuiciamiento diferido que implicará que los cargos criminales contra Macey serán desestimados en un año, siempre y cuando no infrinja la ley durante ese tiempo. El juez Jennifer H. Rearden justificó esta decisión como una “oportunidad extraordinaria”, influenciada en parte por la experiencia del equipo legal de Macey.

Un abogado entre traficantes y agentes

El caso contra Macey se entrelaza con la existencia de una red de abogados de alto costo en Miami, conocida extraoficialmente como el “White Powder Bar”. Este grupo es célebre por pactar acuerdos de rendición para narcotraficantes latinoamericanos convirtiéndolos en colaboradores gubernamentales, protegiéndolos de largas condenas a cambio de información válida para el gobierno de EE.UU.

Macey, exfiscal estatal y figura destacada dentro de este círculo, fue acusado en febrero de 2025 de proporcionar $73,000 en efectivo, boletos para partidos de Yankees-Red Sox y el adelanto de un condominio en Coral Gables a los exagentes de la DEA John Costanzo y Manny Recio. A cambio, recibía datos confidenciales sobre investigaciones, fechas de arrestos e imputaciones pendientes.

Costanzo y Recio: agentes en la mira

Los exagentes John Costanzo y Manny Recio fueron finalmente condenados a tres y cuatro años de prisión respectivamente. Durante el juicio, se revelaron grabaciones telefónicas en las que Recio solicitaba a Costanzo que buscara información en bases de datos confidenciales, todo para beneficiar a los bufetes de abogados que los contrataban como investigadores privados.

Uno de esos bufetes era, claramente, el de Macey, quien intentó reclutar como cliente a un importante narcotraficante ubicado en República Dominicana. Supuestamente, estaba al tanto de una operación secreta planificada por la DEA para capturarlo.

¿Amistad o soborno disfrazado?

Los abogados defensores de Macey han sostenido en todo momento que los pagos y regalos respondían a una relación de amistad de larga data, incluso compartían vacaciones y fiestas. “La acusación no muestra ningún quid pro quo”, argumentaron, es decir, ningún intercambio concreto entre favores y beneficios obtenidos.

Sin embargo, el mismo Macey reconoció en el acuerdo judicial que sus transacciones con Costanzo, si bien no solicitadas directamente, creaban al menos un riesgo de posible conflicto de interés.

Silencio y sospechas: las piezas que faltan

La fiscalía no explicó la razón por la que decidió frenar una causa tan mediática y con pruebas documentadas. Sheb Swett, el fiscal principal del caso, ya no trabaja en la Oficina del Fiscal de los EE.UU. en Manhattan. Además, un informante clave del gobierno que grabó a Recio y a otros abogados, fue acusado a su vez por intentar extorsionar a narcotraficantes colombianos y dominicanos, lo que debilitó la credibilidad de los testigos.

Todo esto sugiere internalidades fragmentadas en la fiscalía, con posibles errores procesales y un esquema de testigos con conflictos éticos y legales. Mientras tanto, David Macey sigue manteniendo su inocencia, y en palabras de su abogada Shawn Crowley, “el gobierno analizó los hechos y concluyó que continuar con esta causa no haría justicia”.

La maquinaria detrás del 'White Powder Bar'

El caso de Macey no es un hecho aislado. La justicia federal ha estado investigando desde hace años este fenómeno particular de Miami como epicentro legal de negociaciones con narcos de América Latina. Abogados con experiencia en fiscalías utilizan conexiones para ofrecer sus servicios a cambio de reducir condenas, muchas veces convirtiendo a criminales internacionales en informantes clave.

Estos abogados, dirigidos por figuras como Macey, utilizan información confidencial para establecer rápidamente relaciones con los acusados antes de que lleguen a manos de la justicia. En uno de los ejemplos más oscuros del caso, Costanzo y Recio organizaron cenas con figuras clave, recurrieron a facturas falsas y teléfonos desechables para cubrir la ruta del dinero.

Los tentáculos que alcanzan a políticos internacionales

En las discusiones grabadas durante el juicio, se reveló que los agentes compartían información sobre un individuo que habría sido el intermediario de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Esto deja entrever la profundidad y la sensibilidad de los datos filtrados, que no solo afectaban casos locales de narcotráfico, sino que podrían poner en riesgo la seguridad nacional de EE.UU. y la efectividad de sus operaciones internacionales.

Percepciones sobre justicia vs. sistema de privilegios

Muchos se preguntan si este tipo de acuerdos, como el de Macey, son ejemplos de justicia moderada o más bien nuevas muestras del poder del privilegio. Mientras Costanzo y Recio purgarán años de cárcel, el abogado que supuestamente se benefició de sus actos logra salirse con restricciones mínimas. “Me siento genial, estoy eufórico”, declaró Macey al salir de la corte con una sonrisa y abrazando a sus defensores.

El sistema judicial de EE.UU. parece enfrentar preguntas difíciles: ¿se castiga a todos por igual o algunos juegan con ventaja desde un piso superior? ¿Cuánto pesan las redes de contactos frente a la verdad judicial?

Una institución que tambalea: la DEA en jaque

Este caso se suma a una serie de escándalos que han hundido la reputación de la DEA en los últimos años. Corrupción, filtración de información, complicidades con el crimen organizado y ahora, vínculos con abogados de élite. La agencia creada para proteger al país del narcotráfico parece, en algunos pasajes, haber sido una fuente de ingresos para los mismos que debía perseguir.

La DEA está sufriendo una especie de crisis de identidad y confianza. Incluso el oficial de enlace Edwin Pagán, intermediario en varias operaciones, enfrentará en noviembre un juicio por soborno y perjurio. Ha declarado su inocencia.

Un futuro incierto para el sistema

De momento, el veredicto sobre David Macey queda en pausa por doce meses. Si no comete nuevas faltas, su expediente será limpio. Pero el mensaje que queda es inquietante: si tienes poder, amigos y recursos suficientes, puedes sortear los peores cargos federales.

¿Cuánto más se conocerá de esta red? ¿Qué otros nombres aparecerán en la lista del “White Powder Bar”? Y sobre todo, ¿cuánto más puede soportar la confianza institucional en agencias como la DEA cuando el cáncer parece estar en su propio interior?

La historia de David Macey no ha terminado. Y el escándalo de Miami, lejos de ser un capítulo cerrado, podría ser apenas el prólogo de una era de transparencia esperada o de mayores desilusiones aún por descubrir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press