Crisis en las instituciones científicas de EE.UU.: ¿Decisiones políticas o ataque a la ciencia?
La salida forzada de altos funcionarios del CDC y los ataques contra medios como Voice of America despiertan temores sobre una politización peligrosa en agencias clave para la salud y la información
Un éxodo preocupante en el CDC
El 28 de agosto de 2025 quedará grabado como una fecha clave en la historia reciente de la salud pública estadounidense. En una escena cargada de simbolismo y tensión, tres altos funcionarios científicos fueron escoltados fuera del campus de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, mientras centenares de trabajadores y simpatizantes se alzaban en señal de apoyo.
Se trataba del Dr. Daniel Jernigan, experto en enfermedades infecciosas emergentes; la Dra. Debra Houry, subdirectora de la agencia; y el Dr. Demetre Daskalakis, prominente funcionario encargado de las vacunas. La remoción de estas figuras tan destacadas ocurre justo cuando la Casa Blanca presiona para sustituir al director de la agencia.
¿Ciencia bajo persecución?
El contexto en el que ocurre esta salida inquieta a la comunidad científica. No es simplemente una reestructuración burocrática. Desde la pandemia de COVID-19, se ha intensificado la polarización en torno a temas de salud pública. Declaraciones como “la ciencia no tiene ideología” comienzan a parecer ingenuas ante una realidad en la que las decisiones de política sanitaria se entrelazan con intereses políticos.
La salida de estos expertos no pasó desapercibida. Decenas de medios especializados y colectivos médicos han expresado preocupación por la creciente interferencia política en decisiones científicas. La imagen de trabajadores saludando con respeto a quienes fueron sus líderes simboliza mucho más que tristeza: refleja resistencia.
El precedente histórico: La politización de agencias federales
Este tipo de presión y remoción arbitraria tiene antecedentes preocupantes. Durante la pandemia de COVID-19, se documentaron numerosos intentos por parte de figuras políticas de manipular o deslegitimar las recomendaciones científicas emitidas por los CDC y la FDA. En palabras del epidemiólogo de Yale, Dr. Gregg Gonsalves: “La ciencia se ha convertido en botín de guerra en la batalla por el control ideológico”.
El caso Voice of America: Medios públicos en la mira
La misma semana en que se produjo el éxodo en el CDC, otro evento reforzó esta narrativa de interferencia estatal: un juez federal bloqueó la remoción de Michael Abramowitz como director de Voice of America (VOA), el servicio de radiodifusión de noticias financiado por el gobierno estadounidense, pero que se supone debe operar con independencia editorial.
Voice of America, junto con Radio Free Europe, Radio Asia y Radio Martí, forma parte de un complejo mediático que atiende a más de 427 millones de personas en todo el mundo y cuya misión, desde la Guerra Fría, ha sido promover la libertad de prensa y contrarrestar la propaganda autoritaria.
La remoción de Abramowitz fue considerada ilegal por el juez Royce Lamberth, quien señaló que no se puede apartar al director sin la aprobación de la mayoría de la Junta Asesora Internacional de Radiodifusión. Según el fallo, existía una “intención clara” por parte de la administración de eliminar estructuras críticas en medios públicos.
¿Qué hay detrás de esta embestida?
Los analistas concuerdan en que estos eventos no son aislados. Se enmarcan dentro de una estrategia política para consolidar el control narrativo y limitar voces críticas o independientes, incluso dentro de estructuras estatales. La reciente incorporación de Kari Lake, ex periodista y figura del ala más dura del trumpismo, como asesora en la Agencia Federal de Medios Globales (USAGM), refuerza esta impresión. Lake declaró en una audiencia que “la agencia está podrida hasta la médula”.
La delgada línea entre censura y seguridad
Pero ¿es todo esto un ataque planificado o existen razones legítimas detrás de estas decisiones? Algunos sectores justifican esta purga como una manera de “recuperar el control institucional”, especialmente en organismos que, según argumentan, han excedido sus responsabilidades en el pasado.
Sin embargo, la percepción predominante es que estamos frente a un intento por debilitar bases fundamentales de la democracia: la ciencia y la libertad de información. Las consecuencias de esta erosión institucional pueden ser profundas. Como advierte el biólogo e historiador científico Dr. Paul Offit: “Cuando silencias a los científicos, no eliminas sus advertencias, simplemente apagas la alarma mientras la casa sigue en llamas”.
Un clima de intranquilidad en la comunidad científica
Las señales son perturbadoras. En los pasillos de instituciones como el CDC o los Institutos Nacionales de Salud (NIH), reina la incertidumbre. Muchos expertos prefieren el silencio o incluso consideran abandonar sus cargos ante lo que perciben como una hostilidad sistémica.
Un estudio de 2023 realizado por Science Magazine reveló que el 38% de los científicos federales siente que sus recomendaciones son alteradas por motivos políticos. Esta cifra creció un 12% respecto a la anterior medición en 2019.
Implicaciones internacionales
La politización de las agencias científicas más influyentes del mundo también resuena fuera de EE.UU. Muchos países toman como referencia las recomendaciones de los CDC o de medios como Voice of America. Debilitar esos pilares genera dudas globales sobre la objetividad y liderazgo de Estados Unidos en materia de salud o información.
El Dr. Anthony Fauci, que se retiró en 2022 tras décadas al frente del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, lo resumió así: “El problema no es que no escuchen a los científicos, es que están intentando reemplazarlos por ideólogos disfrazados de expertos”.
¿Qué puede hacer la sociedad civil?
Frente a este panorama, la presión pública y la movilización, como la protagonizada por los trabajadores del CDC, son clave. Se vuelve urgente exigir transparencia y protecciones legales para evitar represalias políticas contra quienes basan su labor en la evidencia científica.
Organizaciones como Union of Concerned Scientists han lanzado campañas para garantizar la integridad científica en todos los niveles del gobierno. En su último informe, subrayan que “la independencia científica es tan vital como la independencia judicial o la libertad de prensa”.
El peligro de normalizar lo inaceptable
Cuando se normaliza la remoción de expertos, el despido de periodistas o la censura tácita de instituciones que deben operar con autonomía, se sientan precedentes peligrosos para futuras administraciones de cualquier signo político.
De acuerdo con el reporte anual de Freedom House, Estados Unidos ha descendido en su índice global de libertades durante tres años consecutivos, en parte por ataques contra la prensa y el conocimiento experto institucional.
¿Estamos a tiempo de revertir la tendencia?
La historia demuestra que incluso en momentos oscuros, la ciencia y los medios libres encuentran caminos para resistir. Pero ese espacio no se genera de forma espontánea: requiere valentía, movilización civil y defensa jurídica constante.
Ya sea en el CDC, en Voice of America o en otras trincheras menos visibles, la defensa del conocimiento y la verdad es una lucha por el alma de la democracia.