Crisis institucional en Corea del Sur: golpes de poder, sobornos y una república en jaque

El caso del expresidente Yoon Suk Yeol, su esposa Kim Keon Hee y el exprimer ministro Han Duck-soo expone las profundas grietas democráticas en Asia Oriental

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Una tormenta política sin precedentes

Corea del Sur atraviesa una sacudida institucional de dimensiones históricas. Tras la espectacular destitución del expresidente Yoon Suk Yeol en abril por imponer la ley marcial, el país se enfrenta ahora a la imputación formal de su esposa, Kim Keon Hee, y de su exprimer ministro Han Duck-soo. Las acusaciones incluyen corrupción, manipulación electoral y hasta rebelión, exponiendo una crisis profunda en el corazón de una de las democracias más desarrolladas de Asia.

La caída de Yoon Suk Yeol: un giro dramático

La historia reciente de Corea del Sur ha sido protagonizada por múltiples escándalos políticos, pero pocos tan graves como el de Yoon Suk Yeol. En diciembre pasado, durante una serie de protestas masivas y conflicto político interno, Yoon impuso la ley marcial con ayuda de sectores militares y policiales, en un intento de consolidar su poder. Según los investigadores, esta maniobra equivaldría a un intento de “golpe institucional” que violó el orden democrático y puso en jaque al sistema constitucional del país.

El movimiento generó indignación nacional y protestas multitudinarias en Seúl, que terminaron forzando su destitución por parte del Tribunal Constitucional en abril. La magnitud del caso llevó al gobierno de su sucesor, el liberal Lee Jae Myung, a ordenar tres investigaciones especiales para abordar las múltiples aristas del escándalo.

Kim Keon Hee: de primera dama a acusada

Kim Keon Hee no solo acompañó a su esposo en su ascenso político, sino que al parecer también desempeñó un rol activo en sus presuntas actividades ilícitas. Acusada de violar las leyes de financiamiento político, utilización indebida de datos financieros y aceptación de sobornos, Kim es el centro de un caso que ilustra cómo las esferas del poder político y económico se entrelazan al margen de la legalidad.

Entre las acusaciones más graves se encuentra su intervención en la elección legislativa parcial de 2022, en la que habría presionado a su partido, el conservador People Power Party, para nominar a un candidato específico a solicitud de un operador político, Myung Tae-kyun. Este último ha sido acusado de realizar encuestas manipuladas que favorecieron la candidatura de Yoon dentro del partido.

En un gesto inusual, Kim se disculpó públicamente a principios de mes por “preocupar” a la ciudadanía, pero negó las acusaciones escudándose en que es “alguien sin relevancia política”.

Han Duck-soo: cómplice o testigo silente

El exprimer ministro, Han Duck-soo, fue acusado de colaborar en la imposición de la ley marcial. Aunque públicamente declaró que se opuso al plan, el equipo de fiscales especiales argumentó lo contrario. Según Park Ji-young, asistente del fiscal especial, Han facilitó un Consejo de Gabinete para aprobar el decreto de la ley marcial con el objetivo de obtener una “legitimidad procedimental”. Esto lo convertiría en uno de los más altos funcionarios implicados en el escándalo—aún por encima de muchos generales y oficiales arrestados.

Han, que debió asumir la presidencia tras la salida de Yoon como líder interino, renunció para competir por la candidatura presidencial de su partido, algo que le fue negado. Esta jugada aumentó las sospechas sobre su involucramiento directo en una maniobra política impulsada por la lógica de poder y no por intereses democráticos.

El trasfondo: democracia frágil y precedentes históricos

Corea del Sur no es ajena a las convulsiones políticas. En 2017, la expresidenta Park Geun-hye fue destituida y encarcelada por un escándalo de corrupción que involucraba a gigantes económicos como Samsung. La historia parece repetirse, lo que plantea interrogantes sobre la madurez institucional del país y la permeabilidad de su democracia ante fuerzas no constitucionales.

Analistas apuntan a que la inestabilidad se debe, en parte, a un sistema presidencialista altamente personalizado y a una cultura política que aún valora el verticalismo y la lealtad por encima de los procedimientos institucionales.

Impacto geopolítico: ¿vulnerabilidad regional?

Lo que ocurre en Corea del Sur resuena a nivel internacional, particularmente por su cercanía con Corea del Norte y su alianza con Estados Unidos. La destitución de un presidente y los juicios a altos funcionarios generan incertidumbre, algo preocupante en un contexto donde las tensiones intercoreanas se mantienen elevadas. La hermana del líder norcoreano, Kim Yo Jong, declaró recientemente que “el Sur nunca podrá ser un socio diplomático válido”, anticipando que Pyongyang podría aprovechar esta fragilidad.

Desde Washington, pese a la crisis, el presidente Joe Biden reafirmó su apoyo a Corea del Sur como socio estratégico, aunque algunos sectores en el Congreso estadounidense expresaron preocupación por la “volatilidad institucional” del aliado asiático.

El papel de la sociedad civil y los medios

Un componente clave en el desarrollo de este caso ha sido la presión de la sociedad civil y la independencia del poder judicial. Manifestaciones masivas, campañas digitales exigiendo justicia y una respuesta activa por parte de los medios de comunicación fueron fundamentales para que avanzaran las investigaciones.

Corea del Sur tiene un historial mixto en cuanto a la libertad de prensa; sin embargo, en los últimos años han surgido plataformas independientes que escapan al control de conglomerados de medios tradicionales y hacen cobertura detallada de casos como este.

¿Hacia una regeneración democrática?

El desafío que enfrenta Corea del Sur ahora es monumental: reconstruir la confianza ciudadana en sus instituciones políticas. El presidente Lee Jae Myung tiene una oportunidad única para reformar los mecanismos de control democrático y transparencia, y para fortalecer el rol del Parlamento, que durante el gobierno de Yoon fue cuestionado por su pasividad.

También se esperan reformas dentro del People Power Party, partido que ya ha sido desacreditado por los vínculos con el expresidente y su círculo cercano. Algunos analistas señalan que esta crisis puede abrir paso a una “nueva era de ética en la política surcoreana”, pero eso solo será posible con vigilancia ciudadana y voluntad política genuina.

Una lección regional

Para otros países de la región, esta crisis sirve como advertencia. La tentación autoritaria no se ha extinguido en Asia, incluso en democracias consolidadas como Corea del Sur. El uso de las instituciones con fines personales o partidistas, la manipulación del sistema electoral y el desprecio por los derechos civiles siguen siendo amenazas concretas.

El caso coreano es una oportunidad para repensar mecanismos de protección institucional más robustos, no solo legalmente, sino también a través de una educación cívica profunda y una militancia ciudadana comprometida.

Una nación en redefinición

Corea del Sur, una potencia tecnológica y cultural global gracias a su influencia en sectores como el K-pop y los productos electrónicos, ahora tiene sobre sus hombros el reto de demostrar que también puede ser un faro de valores democráticos en Asia Oriental. La batalla legal que enfrenta el entorno del expresidente Yoon Suk Yeol no es solo un capítulo escandaloso más, sino un punto de inflexión en la historia política de la península.

¿Logrará Corea del Sur salir más fortalecida de esta tormenta? La respuesta estará en la justicia, la transparencia institucional y, sobre todo, en la voluntad de sus ciudadanos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press