El lado oscuro de las apuestas deportivas: el caso Bowyer y el impacto en el béisbol de las Grandes Ligas

Tramas ilegales, adicciones ocultas y millones de dólares en juego: el escándalo que sacudió el mundo del béisbol y evidenció el dilema de las apuestas en el deporte moderno

Una red de apuestas que desnudó las grietas del sistema

Mathew Bowyer, un corredor de apuestas del sur de California, fue sentenciado en un tribunal federal por operar un negocio de apuestas ilegales que atrajo a más de 700 clientes, incluyendo a Ippei Mizuhara, exempleado cercano del astro japonés Shohei Ohtani. Lo que parecía un negocio clandestino más, destapó una red de actividades ilícitas que orbitaban en torno al deporte profesional, particularmente el béisbol de las Grandes Ligas.

Con apuestas que sumaban cientos de millones de dólares y ganancias millonarias por día, el caso Bowyer no solo expuso la vulnerabilidad de figuras públicas frente al vicio del juego, sino que también dejó al descubierto la permisividad aún existente hacia prácticas ilegales en la sombra de industrias multimillonarias.

Un imperio clandestino: el modus operandi de Bowyer

Durante al menos cinco años, Bowyer operó de manera ilegal en California y Las Vegas, aceptando apuestas deportivas sin licencia. En total, recibió apuestas de más de 700 clientes, incluyendo figuras relacionadas con los deportes profesionales. Según los fiscales, en el momento cúspide de su operación, Bowyer administraba hasta $1.2 millones en apuestas diarias.

Parte fundamental de su imperio eran las conexiones. No se trataba de una operación anónima alejada del centro del espectáculo; Bowyer tenía acceso a personas influyentes, como Mizuhara, traductor personal y amigo cercano de Shohei Ohtani. El caso amplifica el escándalo hasta niveles internacionales.

Ippei Mizuhara: el “mejor amigo” que traicionó a Ohtani

El intérprete japonés fue un jugador clave en el desarrollo del escándalo. Durante años, Mizuhara trabajó junto a Ohtani, atendiendo a sus necesidades lingüísticas y fungiendo como su confidente en Estados Unidos. Pero en secreto, Mizuhara acumulaba millones en apuestas, y para sostenerlas, desvió dinero directamente desde la cuenta bancaria del pelotero. Se calcula que robó cerca de $17 millones de Ohtani, mayormente para cubrir deudas de apuestas con Bowyer.

Mientras sus ganancias alcanzaron los $142 millones en apuestas, sus pérdidas superaron los $183 millones, acumulando un déficit de más de $41 millones. Una ruina financiera disfrazada de cercanía profesional. Mizuhara fue condenado a casi cinco años de prisión por fraude bancario y fiscal.

Una adicción que no discrimina

“Es tan fácil apostarlo todo y caer en la desesperación,” escribió Bowyer al tribunal en una carta de arrepentimiento. Según su testimonio, comenzó a jugar a temprana edad, primero con videojuegos y póker, lo que luego derivó en una obsesión total con las apuestas deportivas. Su historia resuena con miles más.

La ludopatía, enfermedad reconocida por la OMS, afecta a millones en el mundo y está exacerbada por la disponibilidad digital de plataformas de apuestas. En EE. UU., un estudio de la National Council on Problem Gambling estima que alrededor del 2% de los adultos —unos 5 millones de personas— sufren de adicción al juego.

Bowyer, tras su cooperación con las autoridades, ha estado tratando su adicción y ayudando a otros a superar la suya. Incluso devolvió alrededor de $1.6 millones en impuestos evadidos.

¿Víctima o descuido? El rol de Shohei Ohtani

Aunque Mizuhara tenía acceso total a las cuentas del jugador, y usó ese poder para financiar su adicción, las investigaciones determinaron que Ohtani fue una víctima y no tenía conocimiento de lo que su traductor estaba realizando con su dinero. Pero el hecho de que una figura tan pública pudiera ser víctima de semejante robo plantea preguntas sobre la seguridad, la confianza y la transparencia dentro de los equipos y sus estructuras auxiliares.

¿Qué tan protegidos están los atletas, especialmente los internacionales, de manipulaciones internas? El caso Ohtani refuerza la necesidad de una mayor fiscalización y apoyo institucional.

El deporte no es ajeno al riesgo: otros escándalos similares

  • En 2023, Tucupita Marcano, jugador de los San Diego Padres, fue vetado de por vida por apostar en partidos de béisbol, siendo el primer jugador activo en enfrentar tal medida desde Pete Rose en 1989.
  • Pete Rose, el líder histórico de hits en la MLB, fue expulsado indefinidamente tras reconocer que apostó en partidos de los Rojos de Cincinnati mientras era jugador y mánager (1985–1987).
  • En Nevada, la investigación contra Bowyer provocó una histórica multa de $10.5 millones a Resorts World Las Vegas por facilitar el acceso a apostadores ilegales.

Estos casos muestran que las apuestas no son un simple “juego”; son un problema estructural que puede envolver desde jugadores y traductores, hasta ejecutivos y operadores de casinos.

La situación legal de las apuestas en Estados Unidos

Desde que la Corte Suprema derogó en 2018 la Ley de Protección de Deportes Profesionales y Aficionados (PASPA), los estados han ganado el control sobre la legalización o no de las apuestas deportivas. Así:

  • Más de 35 estados y el Distrito de Columbia han legalizado algún tipo de apuestas deportivas.
  • California aún prohíbe las apuestas deportivas, a pesar de múltiples propuestas legislativas y referéndums fallidos en 2022.

Este vacío legal en estados grandes está generando un mercado paralelo peligroso, operado por individuos como Bowyer, sin fiscalización ni protección al consumidor.

El doble estándar de las ligas deportivas

La MLB, aunque prohíbe que jugadores o empleados apuesten en partidos de béisbol, incluso usando casas legales, ha celebrado contratos de patrocinio millonarios con casas de apuestas. La pregunta es inevitable: ¿Hasta qué punto es ética esta relación?

“Es una hipocresía institucionalizada,” dijo Howard Bryant, periodista deportivo para ESPN, en una entrevista de 2023. “Las ligas ganan millones promocionando el juego, pero reaccionan con mano dura cuando sus jugadores son atrapados apostando.”

¿Hacia dónde caminamos con las apuestas y el deporte?

La frontera entre deporte y apuestas está cada vez más difusa. Con la promoción activa de casas de apuestas en transmisiones y estadios, y la gamificación del fanatismo mediante fantasy leagues y sportsbooks, el riesgo de adicción y corrupción va en aumento.

Casos como el de Bowyer y Mizuhara deben servir como llamado urgente a la reflexión legislativa y ética. ¿Deberían las ligas deportivas endurecer sus políticas? ¿Podrían los estados aprobar leyes más restrictivas o adoptar sistemas de monitoreo más sólidos?

Una tragedia necesaria para abrir los ojos

Lo que comenzó como una operación escondida en Las Vegas y el sur de California terminó sacudiendo los cimientos éticos del béisbol y revelando un problema de adicción rampante, manipulación laboral e hipocresía empresarial. El escándalo Bowyer-Mizuhara-Ohtani ya es parte de la historia negra del deporte estadounidense, uno cuya moraleja sigue escribiéndose.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press