La revolución verde de los pantanos: cómo los agricultores de arándanos en Massachusetts están restaurando los humedales
Frente a los desafíos económicos y climáticos, cada vez más granjeros abandonan los cultivos tradicionales de arándano para recuperar ecosistemas naturales con apoyo estatal y federal
Regreso a los orígenes: la transformación silenciosa del paisaje agrícola
En el sureste de Massachusetts, donde durante generaciones los cultivos de arándano simbolizaron el orgullo agrícola local, hoy las excavadoras vuelven a abrir canales y los pájaros vuelven a poblar lugares antaño inundados artificialmente. Lo que estamos presenciando es una transformación profunda en la industria de los arándanos: un movimiento con tintes ecológicos, económicos y sociales que se perfila como una tendencia nacional.
Una tradición en retroceso
Massachusetts cuenta actualmente con alrededor de 300 agricultores que gestionan más de 13.000 acres de pantanos (unos 5.261 hectáreas). Durante más de un siglo encabezó la producción nacional de arándanos, una fruta vinculada culturalmente al Día de Acción de Gracias y valiosa por su uso en salsas y jugos. La tradición se remonta a los colonos del siglo XIX, quienes reemplazaron los humedales nativos por pantanos diseñados para cultivar lo que entonces llamaban "craneberries", por la semejanza de las flores de la planta con la cabeza de una grulla.
Sin embargo, desde hace 31 años, Massachusetts ha sido superado por Wisconsin, que en 2025 proyecta una producción de 5,3 millones de barriles frente a los 1,75 millones del estado de la costa este. Este declive coincidió con la aparición de variedades de mayor rendimiento en el medio oeste, mientras en Massachusetts aún se cultivan variedades tradicionales en aproximadamente el 40% de los pantanos.
Las presiones del mercado y del clima
El creciente costo de producción, impulsado por variedades híbridas más exigentes, y los precios decrecientes del mercado han erosionado la rentabilidad. A ese cóctel se suma el cambio climático. Fenómenos como sequías prolongadas y otoños más cálidos afectan negativamente el momento óptimo de cosecha, lo cual exige una respuesta adaptativa por parte del sector.
Los agricultores enfrentan decisiones difíciles: reinvertir en un cultivo de lento retorno, transformar sus terrenos en granjas solares o complejos residenciales, o apostar por la restauración ecológica. Esta última opción está ganando terreno con fuerza.
El boom de la restauración: naturaleza versus urbanización
Desde 2010, el estado de Massachusetts ha convertido ocho pantanos de arándanos en humedales naturales y tiene 12 proyectos más en cartera. La restauración de estos terrenos implica derribar diques, rellenar canales y recrear la microtopografía natural para permitir la regeneración de flora y fauna autóctonas.
Uno de los proyectos más ambiciosos es el South Meadow Bogs Restoration en Carver. Ahí, Jarrod Rhodes, un agricultor de cuarta generación, optó por dejar de cultivar en un pantano "estresado" y acogerse a financiamientos estatales y federales para convertirlo nuevamente en un ecosistema de humedales. “Había muchos factores que hicieron que esta alternativa tuviera más sentido que reconstruirlo y esperar cinco o seis años más”, explica Rhodes.
Los beneficios ocultos de devolver la tierra a la naturaleza
La restauración de humedales proporciona:
- Hábitats para especies nativas: especies como nutrias, ranas de madera y garzas regresan a los ecosistemas restaurados.
- Reducción de nitrógeno: los humedales actúan como filtros naturales, mejorando la calidad del agua.
- Protección contra el cambio climático: los humedales ayudan a absorber las mareas, tormentas intensas y el aumento del nivel del mar.
- Nuevas oportunidades de turismo ecológico: senderistas, ciclistas y observadores de aves utilizan los senderos restaurados.
La directora de la División de Restauración Ecológica de Massachusetts, Beth Lambert, sostiene que "la verdadera restauración comienza cuando se va la maquinaria. La naturaleza toma el control y transforma el lugar en los próximos cinco a diez años".
Casos de éxito: Harwich y el Proyecto Eco-Restauración de Cold Brook
En Harwich, Cape Cod, tres pantanos están en fases distintas de restauración, cubriendo más de 120 acres. El caso más avanzado es el de Cold Brook, que ya tiene un arroyo corriendo por primera vez en un siglo, lo cual ha traído de vuelta a las nutrias y ha mejorado radicalmente la calidad del agua. Se estima que esto permitirá a la municipalidad ahorrar millones de dólares en tratamiento de aguas residuales.
“Las transformaciones están generando una nueva gama de beneficios para la comunidad”, dice Michael Lach, director de la Harwich Conservation Trust. “Incluso mientras se honra la historia del cultivo de arándanos, los residentes valoran estos paisajes ecológicos nuevos”.
La ciencia detrás del renacimiento
Los proyectos incluyen trabajo de ingeniería ambiental detallado. Se eliminan metros de arena agrícola y se recrea la microtopografía, es decir, pequeñas elevaciones y depresiones en el terreno que permiten la reconquista vegetal diversificada. Una investigación en el Eel River Preserve comprobó que bajo la turba había un banco de semillas nativas latente durante siglos. Al ser expuestas nuevamente a la luz y al flujo acuático, muchas especies germinaron de manera espontánea.
Este fenómeno se considera un símbolo del poder de resiliencia de los ecosistemas, y posiciona a Massachusetts como líder nacional en restauración bog-wetland, incluso por delante de estados como Wisconsin o Nueva Jersey, que han realizado intervenciones puntuales pero en menor escala.
Dificultades en la transición y obstáculos burocráticos
Hasta ahora, el modelo de restauración ha sido exitoso donde existe cooperación entre agricultores, gobiernos locales y ONG. No obstante, los permisos ambientales y los procesos de financiación del gobierno federal pueden tomar años. Además, muchos agricultores veteranos muestran resistencia a abandonar técnicas agrícolas que han usado toda su vida.
Por otra parte, los nuevos agricultores heredan pantanos en condiciones marginales, y en algunos casos, no tienen más remedio que venderlos o reconvertirlos.
El futuro: ¿modelo replicable a nivel nacional?
Mientras que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y el Departamento de Agricultura han incrementado los fondos disponibles, queda la pregunta: ¿podrá Estados Unidos cambiar cientos de acres de agricultura marginal por ecosistemas resilientes a largo plazo?
Según un informe del Environmental Law Institute, los humedales se han reducido en un 50% en el país desde tiempos coloniales. Restaurarlos no sólo mejora el ecosistema, sino que aporta soluciones basadas en la naturaleza ante el cambio climático.
“Cuando ves a una garza azul volar sobre un pantano que hace pocos años era un campo seco, comprendes lo que está en juego”, concluye Lambert durante su caminata por la reserva de Eel River.
Con Massachusetts como pionero, la recuperación de paisajes ancestrales se está convirtiendo no solo en una solución para la crisis de una industria, sino en una apuesta de futuro para la biodiversidad, la salud ambiental y hasta la economía local.