Latinoamérica bajo la lupa de EE. UU.: diplomacia, migración y la sombra de China

El secretario de Estado Marco Rubio intensifica visitas a la región en medio de tensiones geopolíticas y estrategias migratorias

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Un nuevo rostro en la política exterior hemisférica

Desde que fue designado secretario de Estado por el presidente Donald Trump en enero, Marco Rubio ha hecho de América Latina y el Caribe una de sus principales prioridades. Su próxima visita a México y Ecuador es la cuarta que realiza a la región en menos de un año, superando incluso la atención que antes se reservaba a actores globales como Europa o Asia.

Pero más allá de las postales diplomáticas, estas giras reflejan un cambio profundo en las prioridades de la política exterior de EE.UU. bajo Trump: frenar la migración ilegal, contener a las organizaciones criminales transnacionales, y enfrentarse a la creciente influencia de China en el hemisferio occidental.

La geopolítica del sur: migración, crimen y presencia china

Durante su primera gira como secretario de Estado, Rubio visitó Panamá, El Salvador, Guatemala y República Dominicana. Allí, además de criticar con dureza la creciente influencia china sobre el Canal de Panamá, amarró acuerdos con varios gobiernos para aceptar inmigrantes deportados, incluida una polémica cláusula con El Salvador que permitiría la deportación incluso de ciudadanos con nacionalidad estadounidense, aún en revisión judicial.

Un alto funcionario del Departamento de Estado, bajo anonimato, reveló que actualmente “prácticamente todos los países latinoamericanos aceptan la repatriación de sus nacionales”, y que salvo Nicaragua, la mayoría ha incrementado la presión contra cárteles de droga, ahora clasificados como organizaciones terroristas extranjeras por EE. UU.

Panamá y Ecuador: ajustes frente a China

La ofensiva geoestratégica no se limita al combate al narcotráfico. Panamá ha empezado a tomar control de instalaciones portuarias clave que antes estaban bajo control chino y abandonó formalmente la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Xi Jinping. Ecuador, por su parte, intenta hacer lo mismo, aunque arrastra una carga de deuda considerada "depredadora" con el gigante asiático.

Los préstamos chinos a países en desarrollo han sido criticados por favorecer cláusulas ocultas y dependencia financiera a largo plazo. Según un reporte de AidData publicado por el College of William & Mary, los acuerdos de China con países latinoamericanos como Venezuela, Ecuador y Bolivia contienen condiciones financieras opacas que consolidan una nueva forma de colonialismo económico.

México y Ecuador: el nuevo capítulo

Rubio visitará Ciudad de México y Quito para consolidar alianzas en estos tres frentes estratégicos: migración, seguridad y contrapeso a China. La elección de países no es casual. México es la piedra angular de la política migratoria estadounidense, mientras que Ecuador representa un caso testigo de realineamiento geopolítico.

La administración Biden ha seguido muchas de las líneas de Trump en cuanto a fortalecer las fronteras, ahora centradas en cooperación bilateral para frenar el flujo migratorio desde Centroamérica y Sudamérica, marcado por rutas que se extienden desde Colombia hasta la frontera estadounidense.

La migración: entre acuerdos y retrocesos

Uno de los puntos más sensibles es la migración. En 2023, la Patrulla Fronteriza reportó más de 2,4 millones de encuentros con migrantes en la frontera sur, una cifra histórica. Para contrarrestar esto, se han firmado acuerdos con varios países latinoamericanos para incrementar las deportaciones y denegar el asilo en base al llamado Título 42, que justifica expulsiones inmediatas por razones sanitarias.

Estos acuerdos han generado críticas por presuntamente violar el derecho internacional de los refugiados. No obstante, EE. UU. insiste en que son necesarios para reducir el flujo migratorio irregular y frenar el poder de los cárteles que trafican personas.

China en América Latina: ¿una nueva Guerra Fría?

Desde 2005, China ha invertido más de $140 mil millones de dólares en América Latina, según cifras del Inter-American Dialogue. Este interés económico ha venido acompañado de asistencia técnica, préstamos e inversiones en infraestructura, sobre todo en sectores estratégicos como energía, transporte y telecomunicaciones.

EE. UU. acusa a China de usar estas inversiones como cuerda de presión política y afirma que países como Panamá y Ecuador están viendo las consecuencias de estos compromisos financieros. «Estamos viendo el comienzo de un proceso de desenganche», señaló un funcionario estadounidense. «Pero es difícil revertir pactos tan profundamente enraizados».

La visita de Rubio a estos países intenta reforzar una narrativa contraria a la Belt and Road Initiative, apelando a modelos de libre mercado y cooperación democrática frente al autoritarismo chino.

Rubio y la Doctrina Monroe 2.0

Muchos analistas destacan que la insistencia de Rubio en prevenir la influencia china recuerda al viejo espíritu de la Doctrina Monroe («América para los americanos»). Pero la realidad de 2024 es mucho más compleja que en el siglo XIX: hoy China es el mayor socio comercial de países como Brasil, Chile y Perú.

«La competencia se libra no solo en puertos y obras viales, sino en tecnología, inteligencia artificial y 5G», dijo Michael Shifter, expresidente del Diálogo Interamericano. «Y en esos campos, EE.UU. todavía no ofrece una alternativa atractiva consistente».

¿Un nuevo Plan Condor o cooperación genuina?

El enfoque militarizado en la lucha contra las drogas y el crimen transnacional también genera dudas. Las designaciones de cárteles como grupos terroristas abren la puerta a acciones que antes solo se justificaban en conflictos armados.

En varios países de Centroamérica, como Guatemala y Honduras, defensores de derechos humanos temen que esta estrategia reactive viejas estructuras de represión como las vividas durante las dictaduras o el conflicto armado interno.

La política de deportaciones también genera temor. En EE. UU. hay al menos 11 millones de inmigrantes indocumentados. Los acuerdos para deportarles masivamente chocan, en muchos casos, con legislaciones y realidades sociales en sus países de origen.

El camino hacia una nueva diplomacia hemisférica

Más allá de las críticas, la hiperactividad diplomática de Rubio plantea una pregunta clave: ¿estamos ante una nueva era de diplomacia hemisférica? ¿O es solo una derivación del viejo intervencionismo estadounidense bajo un nuevo rostro?

Lo que es seguro es que América Latina vuelve a ocupar un lugar central en la política exterior de EE.UU., no tanto como socio estratégico, sino como escudo ante amenazas transnacionales.

Frente a la expansión china, el repunte del narcotráfico y las presiones migratorias, los países latinoamericanos enfrentan un nuevo tablero de juego donde deberán decidir entre dependencia, resistencia o pragmatismo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press