Sudán, Siria e Irán: Tres frentes abiertos en una geopolítica cada vez más quebrada
Entre guerras civiles, crisis humanitarias y tensiones diplomáticas, el panorama internacional muestra signos alarmantes de descomposición global
Una tormenta geopolítica: del cuerno de África al Medio Oriente
Mientras el mundo occidental se enfoca constantemente en sus propias crisis internas, en otras regiones del mundo se están desarrollando conflictos que amenazan no solo la estabilidad regional, sino el equilibrio global. En este análisis, nos enfocaremos en tres situaciones particularmente volátiles que han marcado titulares recientemente: el conflicto civil en Sudán, el sitiado enclave de Sweida en Siria, y la expulsión del embajador iraní en Australia tras acusaciones de terrorismo antisemita.
Sudán: una guerra olvidada, pero brutal
Desde abril de 2023, Sudán ha estado hundido en una guerra civil devastadora entre el ejército nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), una milicia paramilitar de origen gubernamental que hoy desafía frontalmente al poder central. Lo que comenzó como un conflicto político rápidamente se ha transformado en una catástrofe humanitaria de dimensiones colosales.
El epicentro actual de la violencia es el-Fasher, la capital de Darfur del Norte, donde este mes murieron al menos 24 personas en un bombardeo a zonas urbanas densamente pobladas. Estos ataques ocurren en un contexto ya sombrío: más de 40,000 muertos, 14 millones de desplazados y comunidades enteras enfrentando condiciones de hambruna tan extremas que hay reportes de personas comiendo pasto para sobrevivir, según UNICEF.
Tal como lo expresó la ONU, la ciudad se ha convertido en “un epicentro del sufrimiento infantil”, donde 130,000 niños están atrapados en condiciones de asedio y 6,000 corren peligro de morirdebido a malnutrición aguda severa. Estos no son solo números: son vidas humanas bajo amenaza cada día.
Crímenes de guerra e impunidad
El conflicto en Darfur ya fue escenario de un genocidio en los años 2000, con decenas de miles de muertos y millones desplazados. Hoy, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se están repitiendo patrones de violencia con claros componentes étnicos: ejecuciones sumarias, violaciones masivas y ataques a campos de refugiados.
La Corte Penal Internacional ha anunciado una investigación en curso sobre posibles crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad cometidos en este nuevo capítulo del conflicto sudanés.
Siria: Sweida, una ciudad bajo sitio
En el sur de Siria, la ciudad de Sweida ha vuelto a captar la atención mundial. Esta región, históricamente habitada por la minoría druza, ha sido foco de resentimientos sectarios y recientemente fue escenario de violentos choques entre fuerzas gubernamentales, tribus beduinas y milicias druzas. Los enfrentamientos de julio dejaron cientos de muertos y decenas de miles de desplazados.
Lo que agrava aún más esta situación es que el gobierno sirio ha instaurado lo que muchos describen como un cerco militar. Durante semanas, apenas ha entrado ayuda a la ciudad. Pero, esta semana, una leve luz se encendió cuando un convoy de 18 camiones de las Naciones Unidas logró llegar cargado con alimentos, lámparas solares y suministros médicos.
Sin embargo, como lo señaló Adam Abdelmoula, coordinador humanitario de la ONU para Siria, “la asistencia humanitaria por sí sola no puede resolver estos desafíos”. Añadió que el sistema de salud está bajo “una tensión severa”, faltan medicamentos básicos como insulina y tratamientos para el cáncer, y la inflación ha hecho inalcanzables los bienes esenciales.
Irán y Australia: antisemitisimo como catalizador diplomático
Mientras en el Medio Oriente estallan enfrentamientos, en Sydney y Melbourne, ciudades usualmente pacíficas de Australia, se han vivido eventos que conectan directamente con conflictos más lejanos. En un inesperado giro en la política exterior australiana, el primer ministro Anthony Albanese ordenó la expulsión del embajador iraní Ahmad Sadeghi, tras acusar a Irán de orquestar ataques antisemitas en territorio australiano.
Los incidentes en cuestión fueron ataques incendiarios contra una empresa de comida kosher en Sídney en octubre de 2024 y contra una sinagoga en Melbourne dos meses después. Aunque el jefe de inteligencia australiana, Mike Burgess, aseguró que ningún diplomático iraní coordinó directamente estos ataques, la declaración oficial del gobierno fue contundente: Irán dirigió las operaciones.
La decisión de expulsar a Sadeghi no fue tomada a la ligera. De hecho, según miembros del gabinete de Albanese, el Primer Ministro previamente había resistido presiones para expulsarlo incluso después de publicaciones polémicas del embajador en redes sociales en 2024. Pero el señalamiento de participación estatal iraní en actos de terrorismo fue determinante.
Auge del antisemitismo: ¿una nueva ola global?
Este incidente no surge en el vacío. Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023, tanto Sídney como Melbourne han visto un alarmante incremento de incidentes antisemitas. Informes oficiales sugieren que grupos extranjeros estarían financiando a criminales locales para ejecutar estos actos.
“El antisemitismo ya no se limita a retórica de odio. Se ha convertido en una herramienta geopolítica”, declaró un analista del Lowy Institute. En este contexto, la reacción del gobierno australiano sugiere un cambio de paradigma: Australia ya no está dispuesta a tolerar operaciones extranjeras que comprometan su seguridad interna.
Un rompecabezas geopolítico sin solución clara
Más allá de las particularidades locales, los tres escenarios presentados —Sudán, Siria e Irán— revelan una crisis más amplia de gobernanza global. En un mundo donde las instituciones internacionales apenas logran contener guerras civiles, asedios urbanos y repuntes del terrorismo, se hace cada vez más evidente la necesidad de una reforma estructural del sistema de seguridad internacional.
La ONU y organismos como la Corte Penal Internacional están rebasados. El caso sirio lo comprueba: el conflicto lleva casi 14 años, más de 400,000 muertos y una generación entera nacida entre escombros. En Darfur, la historia se repite mientras el mundo mira hacia otro lado, y en Australia, un país tan lejano como próspero, las brasas de conflictos externos están comenzando a encender nuevas alertas de seguridad.
¿Y ahora qué?
Aunque difícil, el camino hacia la resolución pasa por identificar los puntos de intersección entre estos escenarios aparentemente aislados:
- Desestabilización regional: lo que sucede en Oriente Medio y África afecta directamente a países lejanos como Australia, Europa o EE.UU.
- Impunidad internacional: sin consecuencias reales para milicias como las RSF o gobiernos como los de Damasco y Teherán, los conflictos se perpetúan.
- Fragilidad de los sistemas diplomáticos: las expulsiones de diplomáticos y cierres de embajadas reflejan un retroceso del diálogo internacional como herramienta principal de resolución.
En un mundo entrelazado por la globalización, ya no es posible mirar hacia otro lado. Las guerras en África, los conflictos sectarios en Medio Oriente o el antisemitismo en Australia no son fenómenos aislados: son síntomas de una misma enfermedad sistémica global.