¿De El Salvador a México? La polémica propuesta de Ted Cruz para combatir al narco

El senador republicano sugiere adoptar el enfoque autoritario de Bukele y reaviva tensiones sobre la soberanía de México

Un senador con mensaje claro y polémico

Durante una gira por América Latina que incluyó Panamá, El Salvador y México, el senador republicano Ted Cruz lanzó una propuesta que rápidamente encendió alarmas tanto en círculos políticos como en la opinión pública: México debería imitar el enfoque del presidente Nayib Bukele en El Salvador para combatir a los cárteles del narcotráfico. Además, afirmó que Estados Unidos está dispuesto a colaborar directamente —e incluso unilateralmente— si el gobierno mexicano no acepta la oferta de cooperación.

¿Qué propone exactamente Ted Cruz?

Cruz, senador por Texas y figura relevante en el ala más conservadora del Partido Republicano, insinuó que Estados Unidos podría incluso actuar por su cuenta si México no responde favorablemente. "Mi mensaje al gobierno de México es: acepten nuestra oferta como un amigo", dijo en conferencia de prensa, sin ofrecer detalles sobre en qué consiste exactamente dicha oferta.

Su comentario sugiere una postura que ha sido reiterada en varias ocasiones por sectores republicanos en los últimos años: la idea de declarar a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras y justificar así una posible intervención militar estadounidense en territorio mexicano.

Bukele como modelo: ¿una advertencia o una inspiración?

El ejemplo de Nayib Bukele no es casual. El presidente salvadoreño ha arrasado con derechos fundamentales para llevar a cabo una guerra sin cuartel contra las pandillas, encarcelando a más del 1% de la población del país —cerca de 75,000 personas desde 2022— bajo un régimen de excepción que suspende derechos constitucionales como el debido proceso y la libertad de asociación (Human Rights Watch, 2023).

El resultado: la tasa de homicidios en El Salvador ha caído drásticamente. Según cifras del gobierno salvadoreño, en 2023 solo se registraron 143 homicidios, la cifra más baja desde que se tiene registro. No obstante, organismos defensores de derechos humanos denuncian detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas.

Cruz pinta una versión idealizada del "modelo Bukele" como la panacea para los problemas de inseguridad en México. "Sería preferible hacerlo de manera cooperativa. Espero que el gobierno de México reconozca que derrotar a los cárteles es primordial para sus ciudadanos", enfatizó el senador en su paso por Ciudad de México.

Una respuesta firme de Claudia Sheinbaum

La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum rechazó con contundencia cualquier posibilidad de intervención militar extranjera: "Estados Unidos no va a venir con su ejército a México. Colaboramos, cooperamos, pero no habrá invasión. Eso está completamente fuera de la mesa", declaró este mes.

Sheinbaum ha demostrado voluntad de cooperación en seguridad. Su administración ha extraditado recientemente a varios jefes de cárteles a EE. UU., y ha trabajado en colaboración con agencias como la DEA y el FBI. A principios de este mes, el gobierno mexicano confirmó que solicitó apoyo estadounidense usando drones para combatir al crimen organizado en el centro del país.

Sin embargo, estas acciones se han llevado a cabo bajo los principios de responsabilidad compartida, respeto a la soberanía y colaboración sin subordinación, como lo reiteró la Secretaría de Relaciones Exteriores tras la visita de Cruz.

La raíz del conflicto: soberanía vs. seguridad

La retórica de Cruz no es nueva. Desde la administración de Donald Trump, se ha intentado presionar a México con la narrativa de "mano dura" frente al narcotráfico. En 2020, Trump propuso designar a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras, decisión que finalmente no se concretó ante las protestas del entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

La amenaza constante a la soberanía ha sido uno de los principales puntos de fricción en la relación bilateral. Con cada oferta de intervención, crecen las tensiones diplomáticas. No es solo México quien reacciona: América Latina, con una fuerte historia de intervenciones estadounidenses, observa con atención cada movimiento.

¿Puede México aplicar el modelo Bukele?

La respuesta corta es: no sin costos muy altos. La estructura institucional y legal mexicana, así como su contexto social y demográfico, es muy distinta a la estructura estatal centroamericana. El Salvador, un país de apenas 6.5 millones de habitantes, con un número más reducido de actores criminales (principalmente las maras MS13 y Barrio 18), no representa un caso aplicable directamente al contexto mexicano.

México enfrenta redes mucho más complejas: el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Zetas, entre otros. Estas organizaciones manejan economías de escala transnacionales, tienen presencia en municipios y gobiernos locales, y poseen un poder bélico considerable.

A diferencia de El Salvador, donde la respuesta autoritaria se ha ejecutado con apoyo masivo de la población (Bukele tiene una aprobación superior al 85%), en México existen instituciones judiciales, organismos de derechos humanos, medios de comunicación y sociedad civil que ponen límites al abuso del poder.

Imponer un estado de excepción como el de Bukele no solo sería inconstitucional sino que podría empujar al país hacia una regresión democrática, con consecuencias catastróficas para el tejido social.

Lo que realmente funciona: inteligencia y cooperación, no militarización

Estudios sobre políticas de seguridad exitosas en América Latina indican que la militarización sin una estrategia de inteligencia y justicia tiende a aumentar los niveles de violencia en el largo plazo. Casos como los de Rio de Janeiro lo han demostrado: más militares no significa menos crimen si no se ataca la raíz del problema —la impunidad.

En este sentido, México ha avanzado paulatinamente en fortalecer sus capacidades institucionales. Programas como "Justicia Cívica" en ciudades como Monterrey o Chihuahua, así como estrategias de prevención en comunidades vulnerables, han demostrado tener impacto positivo en el mediano plazo.

Además, la colaboración con agencias internacionales, incluida la ONU, la DEA y Europol, ha permitido desmantelar redes criminales en conjunto, sin atentar contra la soberanía nacional.

¿Cuál es la verdadera intención detrás del discurso de Cruz?

No se puede ignorar que el contexto electoral estadounidense influye fuertemente en las declaraciones del senador cruz. En año de elecciones, hablar "duro contra los cárteles" resuena en ciertos sectores del electorado conservador, particularmente en estados fronterizos como Texas.

Además, mencionar a Bukele puede ser un guiño al electorado republicano más ultraconservador que ve en el presidente salvadoreño a un líder firme, nacionalista y eficaz. Es, en muchos aspectos, un símbolo idolatrado por el ala más dura del partido.

Pero más allá del discurso político, lo cierto es que las relaciones entre México y EE.UU. en materia de seguridad deben seguir siendo construidas con confianza, respeto mutuo y acuerdos transparentes, no con amenazas de intervención ni propuestas de mano dura sin sustento institucional.

El camino hacia un futuro más seguro

México tiene desafíos enormes: el narcotráfico, la corrupción institucional, la impunidad, y sí, también la infiltración del crimen en diversos niveles del Estado. Pero la respuesta a todo ello no puede —ni debe— ser la replicación de modelos autoritarios que prescinden del Estado de derecho.

Tal vez lo que se necesita no es una inspiración foránea, sino una apuesta real por la transformación estructural propia. Menos espectáculo mediático, y más inversión en justicia, educación, oportunidades y fortalecimiento del Estado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press