De Silicon Valley al CDC: ¿quién es Jim O’Neill y qué significa su nombramiento para la salud pública de EE. UU.?

Un empresario sin formación médica al frente del CDC en plena disputa por las vacunas: ¿salto al vacío o reestructuración ideológica?

El CDC bajo fuego: una semana turbulenta para la salud pública

El nombramiento de Jim O'Neill como director interino de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha encendido las alarmas en el ámbito científico y sanitario de Estados Unidos. En medio de una purga interna y controversias sobre políticas vacunales, el exinversionista y hombre ligado al disruptivo Peter Thiel reemplazará temporalmente a Susan Monarez, una científica de carrera que fue forzada a dejar el cargo tras negarse a «aprobar directrices imprudentes».

La decisión ocurre bajo la administración del presidente Donald Trump y en un contexto de injerencias ideológicas por parte de Robert F. Kennedy Jr., actual Secretario de Salud, conocido escéptico de las vacunas.

¿Quién es Jim O’Neill?

O’Neill podría parecer una elección atípica, y lo es. Sin formación en medicina (posee grados en humanidades), su experiencia se enmarca más en política pública, tecnología y movimientos libertarios radicales. Su cercanía con Peter Thiel —fundador de PayPal y donante clave del movimiento conservador— le ha permitido ocupar roles de peso sin trayectoria convencional.

Entre sus antecedentes destacan:

  • Gestión de fondos de inversión vinculados a Thiel.
  • Participación en proyectos como Seasteading Institute, que buscaba crear islas flotantes con sistemas de gobierno alternativos.
  • Propuestas para debilitar el rol de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), incluyendo permitir que se lancen medicamentos al mercado sin demostrar efectividad.

Su paso por el Departamento de Salud bajo la presidencia de George W. Bush le ha dado un acceso poco habitual a las esferas políticas tradicionales. Sin embargo, su filosofía sigue estando marcada por el anti-reglamentarismo.

Vacunas, ciencia y política: el difícil equilibrio

El área más polémica del nombramiento de O’Neill es, sin duda, su rol en la nueva dirección de las políticas de vacunación del CDC. Aunque ha afirmado públicamente estar a favor de las recomendaciones del organismo, evita desmarcarse de las opiniones de Kennedy Jr., quien sostiene desde hace años posturas escépticas sobre la eficacia y seguridad de las vacunas tradicionales.

Apoyo las recomendaciones del CDC en materia de vacunas. Creo que ese es un rol central que está establecido por ley”, afirmó O’Neill en un testimonio ante el Senado. Pero, cuando se le preguntó sobre las declaraciones de Kennedy minimizando el papel de las vacunas en la erradicación de enfermedades como el sarampión o la hepatitis B, optó por defenderlo: “El Secretario Kennedy no ha desalentado ni dificultado la vacunación de las personas”.

Un CDC debilitado: renuncias y presión política

La salida de Monarez de la dirección del CDC no fue un hecho aislado. En la misma semana renunciaron cuatro directores de centros clave dentro del organismo, lo que deja a la agencia sin figuras con experiencia médica o en gestión de crisis sanitarias. La jurista Anne Schuchat, quien fue dos veces directora interina del CDC, alertó que esto deja una enorme brecha técnica en un momento delicado.

“Si el objetivo de colocar un director interino en el CDC es simplemente otorgar legitimidad a decisiones predeterminadas sobre vacunas, la función pierde completamente su independencia operativa”, afirmó.

La estructura actual deja a O’Neill al frente de dos cargos: como subsecretario adjunto del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), y como director interino del CDC. Son dos puestos de máxima exigencia, que en teoría no podrían ser desempeñados eficazmente por una sola persona. Pero la lógica operativa parece haber sido reemplazada por una lógica más ideológica.

La sombra de Thiel y el sueño libertario

Uno de los puntos más preocupantes de la llegada de O’Neill al CDC es su conocido desprecio por los entes reguladores. En una conferencia de 2014, O’Neill se manifestó en contra de la exigencia legal que obliga a las farmacéuticas a demostrar la efectividad de medicamentos antes de comercializarlos:

“Deberíamos permitir que los medicamentos salgan al mercado demostrando sólo su seguridad, y dejar que la eficacia la demuestre el mercado, no la FDA”, dijo entonces.

Este tipo de ideas son bien recibidas en ciertos sectores empresariales de Silicon Valley, donde se critica que las estructuras reglamentarias impiden innovaciones como terapias génicas más agresivas o medicamentos experimentales en etapas tempranas.

Peter Thiel respaldó en 2016 la posible nominación de O’Neill para dirigir la FDA. Sin embargo, Trump —uno de sus aliados más constantes— optó por una figura más convencional: el doctor Scott Gottlieb.

La reconfiguración cultural del CDC

El nombramiento de O’Neill se inserta en una estrategia más amplia de redefinir el papel del CDC como autoridad de salud pública. Robert F. Kennedy Jr. ha impulsado cambios en los comités de asesoramiento sobre inmunizaciones, reemplazando expertos por voces críticas con el modelo actual de vacunación escolar. El próximo mes, estos comités revisarán esquemas vacunales fundamentales como los de sarampión, hepatitis y polio.

El cargo de director interino, aunque limitado a 210 días por ley (en ausencia de una nominación oficial), otorga plenos poderes durante ese periodo. Y es justamente en esta ventana donde podrían redefinirse décadas de normativas sanitarias.

¿Qué está en juego realmente?

La pregunta no es si Jim O’Neill será un buen o mal administrador —a fin de cuentas, no se trata de un tecnócrata al uso— sino qué capacidades tendrá para ejercer de forma independiente en medio de presiones ideológicas y con un equipo descabezado tras una ola de renuncias.

El exfuncionario de la FDA Peter Pitts lo resumió de forma contundente:

“Jim O’Neill es un profesional de política sanitaria. Nadie puede acusarlo de ser un títere de Kennedy. Pero la pregunta importante es si el cargo se convertirá en una figura decorativa que simplemente legitime lo que el Secretario le ordena hacer”.

Un futuro incierto

Con decisiones sobre vacunación infantil, enfermedades prevenibles y peligrosas formas de experimentación al asomarse en el horizonte, la dirección que tome el CDC podría tener un impacto duradero en la percepción y efectividad de la salud pública estadounidense.

Lo que antes era una institución reverenciada por su independencia científica —clave durante décadas para controlar epidemias como el SIDA, la influenza, el Ébola y, más recientemente, el COVID-19— ahora se encuentra en una encrucijada existencial.

Jim O’Neill tiene menos de siete meses para dejar una marca. El interrogante es si lo hará en nombre de la salud o de la ideología.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press