Putin, Xi y Kim: El trío que desafía al orden mundial desde Beijín

China busca afianzar su influencia global con la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái y un desfile militar que reúne a líderes cuestionados por Occidente

La China de Xi: anfitriona de un bloque antioccidental en expansión

Beijín se prepara para una semana clave en su estrategia geopolítica: en pocos días, el gobierno de Xi Jinping desplegará toda su maquinaria diplomática y militar para enviar un mensaje inequívoco al mundo. Más de una veintena de líderes de distintas regiones participarán en dos eventos emblemáticos: la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y un desfile militar con motivo del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia.

El evento militar y diplomático coincide con un momento de creciente tensión entre China y Occidente, especialmente con Estados Unidos. Sin embargo, también pone en evidencia la consolidación de una alianza alterna, en la que Rusia, Irán, Corea del Norte y otros países periféricos refuerzan sus vínculos con el gigante asiático.

La OCS: un bloque con creciente peso geopolítico

La OCS nació en 2001 con el impulso de China y Rusia, junto a varias exrepúblicas soviéticas de Asia Central. Hoy, integran el grupo países como India, Irán, Pakistán y, recientemente, Bielorrusia, consolidando un núcleo de cooperación en temas de seguridad, economía y defensa.

Los días domingo y lunes, los líderes de estos países se congregarán en la ciudad portuaria de Tianjin. Según los organizadores, también estarán presentes representantes de más de 20 naciones observadoras o socias de diálogo, como Egipto, Turquía, Malasia, Vietnam, Indonesia o Laos. Con ello, China no solo pretende aumentar su influencia en Asia Central, sino también coquetear con aliados regionales del sudeste asiático que se sienten menos vinculados al bloque occidental.

Xi, Putin y Kim: un tridente incómodo para Occidente

El clímax simbólico de los encuentros será sin duda el desfile militar del miércoles en Pekín, una fastuosa demostración de fuerza en plena plaza Tiananmén, con misiles, tanques y más de 100 aeronaves nacionales. Allí se espera la presencia estelar del presidente Vladímir Putin, el líder norcoreano Kim Jong-un y, por supuesto, Xi Jinping.

Esta será la primera vez en seis años que Kim y Xi se ven cara a cara, y la primera aparición internacional relevante de Kim junto a líderes del peso de Putin desde que asumió el poder en 2011.

“Ver a Xi, Putin y Kim hombro con hombro en Tiananmén es un mensaje claro: existe un contrapeso al orden occidental, uno con poderío nuclear, militar y una narrativa anti-hegemónica”, asegura el analista noruego Iver Neumann.

Rusia, Corea del Norte y China están enfrentadas de diferentes formas a EE.UU. y sus aliados: la guerra en Ucrania, el desarrollo militar norcoreano y la rivalidad económica y tecnológica con China son solo algunas de las causas de fricción.

Ausencias notables en el desfile militar

Pese a la nutrida presencia en la cumbre de la OCS, varias figuras no asistirán al desfile. India, Turquía y Egipto estarán representadas por delegaciones de bajo nivel o retirarán a sus líderes tras la cumbre. Estas decisiones reflejan el delicado equilibrio que muchos países intentan mantener entre sus relaciones con China y su cercanía al bloque occidental.

En cambio, otros líderes se unirán exclusivamente para el desfile: es el caso de Min Aung Hlaing (jefe militar de Myanmar), Miguel Díaz-Canel (Cuba), y los presidentes de República Democrática del Congo y Zimbabue. Además, estarán presentes dos líderes europeos que mantienen lazos cordiales con Moscú: el serbio Aleksandar Vučić y el eslovaco Robert Fico.

El simbolismo de Tiananmén: una señal al mundo

El desfile en la icónica plaza Tiananmén no es un evento más. En los ochenta, fue el símbolo de la represión y el control; hoy, bajo Xi, es el corazón de una narrativa donde China se presenta como potencia restaurada, con misiles hipersónicos y liderazgo global.

Durante el desfile del 2025, China mostrará —según fuentes oficiales— sus más recientes desarrollos militares, incluidos drones autónomos y aviones de combate de última generación. Todo esto acompañado de la retórica de victoria frente a Japón, en un claro intento de reforzar una identidad nacionalista y antiimperialista.

SCO y el nuevo orden mundial

Más allá del poderío militar, el mayor logro de Xi en esta cumbre es haber logrado, al menos por unos días, poner en escena un bloque cohesionado que expresa una alternativa al liderazgo estadounidense. Putin, criticado y sancionado por Occidente, encuentra aquí aliados y respaldo. Kim, aislado, consigue protagonismo. Y países como Irán, en constante fricción con EE.UU., refuerzan su narrativa de resistencia global.

La OCS se posiciona así como la mayor organización regional en membresía después de las Naciones Unidas. Con India, China y Rusia presentes, representa a más del 40 % de la población mundial y una parte sustancial del PIB global.

Desafíos y límites de esta coalición

Sin embargo, los intereses dentro de la OCS no siempre coinciden. India y China tienen disputas fronterizas sin resolver, Rusia busca mantener su liderazgo en Asia Central, e Irán enfrenta su propio aislamiento financiero. A pesar del despliegue mediático, la efectividad real de esta coalición en temas de seguridad colectiva o intervención coordinada está aún por demostrarse.

Mientras tanto, la ausencia de potencias occidentales en estos eventos pone en relieve la consolidación de esferas de influencia geopolítica cada vez más marcadas. El mundo no regresa al orden bipolar de la Guerra Fría, pero sí transita hacia un modelo multipolar con tensiones permanentes.

China y su pulso con Estados Unidos

En paralelo, la rivalidad entre China y EE.UU. se intensifica en todos los frentes: comercio, inteligencia artificial, semiconductores, rutas marítimas y alianzas diplomáticas. Xi sabe que en este escenario contar con socios dispuestos a respaldarlo públicamente en eventos de alto perfil tiene un valor estratégico concreto.

“El gran activo de EE.UU. en su enfrentamiento global con China es su red de aliados”, recordó Iver Neumann. “Si la actual política exterior estadounidense aliena a esos aliados, le está haciendo un favor a su rival geoestratégico”.

Una nueva imagen del poder a nivel global

El encuentro entre Xi, Putin y Kim, todos con cargos perpetuos o extendidos por años, representa una imagen contrapuesta a la inestabilidad política que aqueja a muchas democracias liberales. Para sus públicos internos, estos líderes proyectan estabilidad y fortaleza frente a lo que consideran un “decadente” orden liberal.

La presencia de líderes africanos, de Asia Central y del mundo árabe completa el escenario. No pueden competir individualmente con las potencias occidentales, pero bajo el paraguas chino encuentran respaldo financiero, defensa en foros internacionales y promesas de no intervención en asuntos internos.

Beijín, el nuevo epicentro político-económico

El desfile y la cumbre de la OCS son mucho más que gestos ceremoniales. Son una clara demostración de fuerza geopolítica, tecnológica y militar, que expone cómo un sector del mundo está dispuesto a alinearse fuera de la influencia occidental.

En un contexto de guerra en Ucrania, crisis en Medio Oriente y tensiones económicas en Europa, muchos países ven ventajas en acercarse a China, aunque sea de forma simbólica. El régimen de Xi sabe capitalizar esta oportunidad.

Así, mientras los ojos del mundo miran a Beijín, se consolida una narrativa en la que el poder no emana solamente de Washington o Bruselas. En el año 2025, el equilibrio global se disputa no solo en los campos de batalla o los mercados, sino también en los desfiles y las cumbres cuidadosamente organizadas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press