¿Juicio histórico o persecución política? El complejo caso judicial de Jair Bolsonaro
El expresidente brasileño enfrenta cargos por intento de golpe, organización criminal y destrucción del patrimonio tras su derrota electoral. Su destino podría marcar un antes y un después para la democracia en Brasil.
El inicio de un juicio sin precedentes
El 2 de septiembre, el Tribunal Supremo de Brasil dio inicio a uno de los procesos judiciales más cruciales de su historia reciente: el juicio penal contra el expresidente Jair Bolsonaro. El político de extrema derecha, que gobernó el país entre 2019 y 2022, enfrenta cargos que podrían llevarlo a una condena de más de 30 años de prisión.
Los cargos que se le imputan van desde intento de golpe de Estado hasta la destrucción del patrimonio nacional tras los eventos del 8 de enero de 2023, cuando miles de sus simpatizantes asaltaron las sedes de los tres poderes en Brasilia. Esta fecha ha sido comparada en Brasil con el asalto al Capitolio de EE.UU. de 2021, por sus similitudes en violencia y motivación.
Los cargos contra Bolsonaro
El expresidente fue acusado por la Fiscalía General de:
- Intento de golpe de Estado: por supuestamente liderar un complot para desconocer la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva.
- Organización criminal armada: por presuntamente encabezar un grupo estructurado para promover acciones violentas, incluso amenazando con asesinar al juez Alexandre de Moraes.
- Abolición violenta del Estado de derecho: por acciones que buscaban anular el sistema democrático brasileño.
- Daños a bienes del Estado mediante violencia: específicamente los ataques del 8 de enero, con un costo estimado de 20 millones de reales.
- Deterioro del patrimonio histórico: entre los objetos destruidos se encuentran un reloj del siglo XVII, varias pinturas y libros.
Cada uno de estos cargos lleva consigo penas que oscilan entre los 3 y los 12 años de prisión, lo que podría acumularse hasta superar los 30 años de condena efectiva.
¿Un caso político?
Bolsonaro ha negado toda responsabilidad y ha repetido en varias ocasiones que se trata de un juicio políticamente motivado. En palabras del exmandatario, “están queriendo borrar mi legado con una venganza judicial”. Esta narrativa ha cobrado fuerza entre sus seguidores y aliados internacionales, incluyendo al expresidente de Estados Unidos Donald Trump, quien calificó el juicio de “cacería de brujas”.
Trump incluso mencionó a Bolsonaro en el contexto de un nuevo arancel del 50% a las importaciones brasileñas, argumentando que la persecución judicial forma parte de un “ataque contra las democracias conservadoras”. Dichas declaraciones provocaron reacciones airadas en América Latina, desde el gobierno de Lula hasta sectores nacionalistas que consideran inaceptable la injerencia extranjera en los asuntos judiciales brasileños.
El juicio y sus protagonistas
El caso está siendo abordado por un panel de cinco jueces del Tribunal Supremo. El presidente del panel es el juez Cristiano Zanin, exabogado personal de Lula. Como relator del caso actúa el juez Alexandre de Moraes, figura clave en varios enfrentamientos con Bolsonaro durante su mandato.
Bolsonaro no está solo en el banquillo. Con él están siendo juzgados otros siete aliados cercanos, entre ellos:
- Mauro Cid, exayudante de campo, quien firmó un acuerdo de colaboración con la Fiscalía.
- Alexandre Ramagem, exjefe de la Agencia de Inteligencia.
- Almir Garnier, excomandante de la Marina.
- Anderson Torres, exministro de Justicia.
- Augusto Heleno, exjefe del Gabinete de Seguridad Institucional.
- Paulo Sérgio Nogueira, exministro de Defensa.
- Walter Braga Netto, exjefe de Gabinete y candidato a vicepresidente en 2022.
¿Qué dice la evidencia?
Entre las pruebas más citadas en el proceso se encuentra un borrador de decreto no firmado que buscaba anular las elecciones, así como mensajes y conversaciones de WhatsApp donde asesores discutían planes para organizar protestas y desacatar el resultado electoral.
Además, el testimonio de Mauro Cid ha sido fundamental: el exayudante ha relatado que Bolsonaro evaluó opciones para mantenerse en el poder a toda costa, incluyendo consultar a militares de alto rango y debatir públicamente la posibilidad de un “estado de sitio”.
El factor simbólico del juicio
Para muchos expertos, este caso representa mucho más que un proceso penal: es una prueba de fuego para la democracia brasileña. Como señaló el politólogo Marco Antônio Teixeira de la Fundación Getulio Vargas: “Nunca antes un expresidente democrático había sido sometido a juicio por intentar desconocer una elección.”
Incluso si Bolsonaro llega a ser absuelto, el hecho de que esté siendo juzgado ya representa una ruptura con la impunidad histórica de los líderes políticos latinoamericanos.
Consecuencias políticas
Más allá de la condena en sí, el juicio influirá en la futura carrera de Bolsonaro. Ya fue inhabilitado en 2023 por el Tribunal Superior Electoral hasta 2030, lo que impide su candidatura presidencial. Sin embargo, él aún cuenta con una base electoral sólida que lo percibe como víctima del “sistema”.
De ser declarado culpable, Bolsonaro recibiría una condena que, por su condición como excapitán del Ejército, podría implicar un encierro especial, posiblemente en instalaciones de la Policía Federal o del Ejército en Brasilia.
Comparaciones internacionales
Este juicio recuerda al proceso contra el expresidente peruano Alberto Fujimori, condenado en 2009 por crímenes de lesa humanidad. Como entonces, el caso demuestra el potencial de las democracias latinoamericanas para responsabilizar incluso a sus autoridades más poderosas.
Asimismo, la comparación con el asalto al Capitolio en EE.UU. ha sido inevitable, aunque existen diferencias clave. En Brasil, los tribunales están yendo más allá, juzgando y condenando no solo a manifestantes, sino también a los líderes e ideólogos detrás de la insurrección.
¿Qué sigue?
El proceso aún está en fase inicial. Tras presentaciones de la acusación y la defensa, los cinco magistrados del panel deliberarán y emitirán su voto. Un veredicto de tres contra dos bastará para condenar o absolver.
Si Bolsonaro es condenado, su defensa puede apelar ante el pleno del Supremo, pero solo sobre aspectos técnicos, no para reabrir el juicio. De confirmarse la sentencia, se ejecutará inmediatamente—con cárcel incluida—aunque en condiciones especiales.
Un hito regional
La importancia de este juicio trasciende las fronteras brasileñas. Representa una advertencia clara a los mandatarios populistas de la región de que la manipulación del sistema electoral y la incitación a la violencia tienen consecuencias legales.
Como lo expresó la analista política Camila Rocha: “Este juicio puede ser el principio del fin de la impunidad presidencial en América Latina.”
Habrá que ver si la justicia brasileña está a la altura del momento histórico. Por ahora, el reloj —uno bastante costoso destruido el 8 de enero— comienza a marcar el curso de la historia democrática del país más grande de América Latina.