Alemania y el costo de la paz: ¿una rendición ucraniana para terminar la guerra?
El canciller alemán Friedrich Merz insiste en que una solución rápida al conflicto en Ucrania no debe pasar por su capitulación, mientras aumenta la presión política y económica en Europa
La guerra que no termina: Ucrania, Rusia y la encrucijada europea
Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, el conflicto ha marcado un antes y un después en la política de defensa europea. Alemania, históricamente reacia a las intervenciones militares tras la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en uno de los pilares del apoyo a Kiev. Hasta la fecha, el gobierno alemán ha comprometido poco más de 40 mil millones de euros en ayuda militar a Ucrania, lo que representa uno de los aportes más significativos entre los aliados occidentales.
El canciller alemán Friedrich Merz lo dejó claro durante una entrevista reciente con la cadena pública ZDF: “Estamos intentando terminarla lo antes posible. Pero no a costa de la rendición de Ucrania. Eso no es una opción.”
El riesgo de una capitulación: ¿qué está en juego?
Merz, con una postura firme y alejada de cualquier romanticismo político, advirtió que permitir una paz acelerada a cambio de la soberanía ucraniana sería traicionar no solo a Ucrania, sino a toda Europa. Sus palabras fueron contundentes: “Uno podría terminar la guerra mañana si Ucrania se rindiera. Pero el día siguiente, el siguiente país estaría en riesgo. Después, nosotros.”
Desde esta perspectiva, la guerra se convierte en un conflicto existencial para la arquitectura de seguridad europea. No se trata solo de defender a Ucrania, sino de trazar una línea frente a una agresión autoritaria desmedida. Históricamente, conflictos como estos sólo han alimentado la inestabilidad regional cuando la agresión no se ve contenida.
Merz: de figura conservadora a estadista férreo
Friedrich Merz, líder de la CDU y ahora canciller tras una reconfiguración del poder en Alemania, emitió una señal clara: está dispuesto a liderar desde Berlín una postura firme contra Moscú. Esta actitud supone un cambio significativo respecto a años anteriores, cuando Alemania buscaba un equilibrio cuidadoso entre relaciones económicas con Rusia y su rol dentro de la OTAN.
El nuevo liderazgo de Merz recuerda, en algunos aspectos, al rol asumido por Helmut Kohl en los años '90: involucrado activamente en la definición de una Europa más unida ante desafíos comunes, aunque ahora el enemigo no sea el caos post-soviético, sino la ambición imperialista de uno de sus herederos.
La estrategia alemana: armas, diplomacia e información
Según datos del Ministerio de Defensa Alemán y del Bundestag, el paquete de apoyo de Alemania hacia Ucrania incluye:
- Sistemas de defensa antiaérea IRIS-T
- Tanques Leopard 1 y 2
- Municiones de artillería
- Capacitación a soldados ucranianos
- Apoyo humanitario y reconstrucción de infraestructura
Además del armamento, Berlín ha sido sede de importantes reuniones diplomáticas para coordinar acciones tanto en el marco de la UE como en su rol dentro de la OTAN. Esta multifacética asistencia ha convertido a Alemania en el segundo mayor aliado europeo de Ucrania, solamente detrás del Reino Unido.
¿Y la paz? El dilema moral de Occidente
En medio de este contexto de apoyo militar sin precedentes, surge una pregunta inevitable: ¿cuándo y cómo terminará esta guerra? Merz respondió de forma sincera: “No he perdido la esperanza, pero no tengo ilusiones.”
Este desdén por los pronósticos optimistas refleja una comprensión profunda de las dinámicas del conflicto. Las guerras raramente terminan con soluciones fáciles, y más aún cuando una de las partes, en este caso Rusia, se niega a negociar desde una posición equitativa y persigue objetivos maximalistas que amenazan la estabilidad del continente.
Para muchos observadores europeos, existe un miedo silencioso: que el cansancio de la guerra y su alto costo económico lleven a los votantes (y luego a sus gobiernos) a presionar por una “paz a cualquier precio”. Pero como señaló el analista político francés François Heisbourg: “La paz sin justicia ni seguridad no es paz, es simplemente una pausa entre dos guerras.”
El factor Estados Unidos y el año electoral
Otro elemento fundamental en el tablero es el papel de Estados Unidos. Con elecciones presidenciales en puerta, el respaldo estadounidense a Ucrania podría sufrir cambios significativos, especialmente si regresa al poder un liderazgo más aislacionista.
Merz y otros líderes europeos lo saben, y por ello han intensificado los esfuerzos para que la UE tenga una mayor autonomía estratégica. Esto incluye la creación de un fondo común de defensa europeo y propuestas para expandir aún más el presupuesto militar de los países miembros.
En palabras de Merz: “Debemos estar preparados para actuar con o sin Washington. Nuestra seguridad no puede depender sólo del voto de otro país.”
Ucrania resiste, Moscú apuesta al desgaste
Mientras la guerra se prolonga, Moscú parece apostar por un modelo clásico de desgaste bélico. Espera que las democracias occidentales se dividan, que la economía del conflicto pase factura interna y que la desinformación debilite la voluntad popular de apoyo.
Pero hasta ahora, ese plan no ha resultado como el Kremlin hubiera deseado. Ucrania sigue de pie, con aliados cada vez más comprometidos, aunque muchos de ellos con fechas límite cada vez más cercanas (elecciones, presupuestos, cambios de liderazgo político).
En este juego de largo aliento, Merz propone un enfoque racional pero inflexible: resistir hoy para evitar una guerra mayor mañana.
El precio de la libertad europea
La frase final del canciller resume el dilema: “Hoy es Ucrania. Mañana podría ser otro país. Pasado mañana, nosotros mismos.”
Con eso, Merz apela al corazón de la identidad europea: la idea de que la libertad, la soberanía y la paz no se negocian con los agresores. Que rendirse hoy compromete no solo a una nación, sino al conjunto de valores en los que se basa el proyecto europeo.
La historia nos recuerda que los acuerdos apresurados con regímenes imperialistas rara vez traen estabilidad duradera. De Múnich en 1938 a Crimea en 2014, las concesiones muchas veces solo han alimentado la ambición del agresor.
Una Europa con memoria histórica
ChatGPT no necesita repetir la historia, pero los líderes europeos sí deben entenderla. Merz parece haberlo hecho. Ahora, queda por ver si el resto del continente está dispuesto a seguir el mismo camino, y lo más importante, si los votantes respaldarán este esfuerzo sostenido en las urnas.
Porque al final, como en cada gran momento histórico, la paz no solo hay que desearla: hay que defenderla.