El nuevo asedio marítimo: activistas, famosos y barcos contra el bloqueo de Gaza

Una flotilla internacional con delegaciones de 44 países parte desde Barcelona hacia la Franja de Gaza con ayuda humanitaria pese al bloqueo israelí. ¿Una acción heroica o una provocación peligrosa?

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Una flota para romper el silencio

En medio del mar Mediterráneo, una iniciativa global de desobediencia civil y solidaridad toma forma: la Flotilla Global Sumud, compuesta por activistas, políticos, periodistas y celebridades de 44 países, ha comenzado su travesía rumbo a la Franja de Gaza. Su objetivo: romper el bloqueo naval impuesto por Israel y entregar alimentos, agua y medicinas esenciales a la población palestina que, según informes recientes, enfrenta niveles catastróficos de hambre.

La flotilla zarpó desde el puerto de Barcelona y se espera que más embarcaciones se unan desde Italia, Grecia y Túnez para conformar un convoy total de aproximadamente 20 barcos. Bajo un mar de banderas palestinas y cánticos como “¡Palestina libre!” y “¡Boicot a Israel!”, cientos de personas despidieron a los barcos en la costa catalana con una mezcla de euforia, esperanza y desafío.

Una lucha marítima contra el bloqueo

El bloqueo que Israel impone sobre Gaza desde 2007 busca, según el gobierno israelí, impedir el contrabando de armas hacia el grupo Hamas. Sin embargo, organizaciones como Freedom Flotilla Coalition denuncian que la medida va mucho más allá y convierte en rehenes a casi 2 millones de civiles inocentes, restringiendo el acceso a bienes esenciales.

La historia aquí es cómo al pueblo palestino se le está negando deliberadamente lo más básico para sobrevivir”, dijo la activista sueca Greta Thunberg en una rueda de prensa antes de embarcar. Junto a ella se encuentran rostros conocidos como la actriz Susan Sarandon y el actor irlandés Liam Cunningham (famoso por su papel en Game of Thrones), así como una delegación diversa de periodistas, voluntarios y funcionarios de derechos humanos.

Esta no es la primera vez que se intenta ingresar ayuda humanitaria por vía marítima: muchas otras flotillas han sido interceptadas por el ejército israelí. En junio, Thunberg fue deportada luego de que su barco “Madleen” fuera detenido. En julio, otra embarcación fue interceptada y su carga —incluyendo fórmula para bebés y medicinas— confiscada.

Gaza: una zona de hambre extrema

La situación en Gaza es, conforme a organismos independientes como la Red Global contra las Crisis Alimentarias, de extrema gravedad. En julio, la ciudad de Gaza fue oficialmente declarada en estado de hambruna. Al menos 500,000 personas viven en condiciones clasificadas como “nivel de hambre catastrófica”.

El Ministerio de Salud de Gaza indica que 332 palestinos han muerto por causas relacionadas con la malnutrición, incluidos 124 menores. Mientras tanto, Israel anunció recientemente que ralentizará o detendrá por completo la entrega de ayuda humanitaria en el norte de Gaza, justo cuando intensifica su ofensiva militar en la región.

Un conflicto sin fin a la vista

El actual conflicto estalló el 7 de octubre de 2023, cuando militantes de Hamas lanzaron un ataque dentro del territorio israelí matando a 1.200 personas y secuestrando a 251. Desde entonces, la respuesta militar israelí ha dejado un saldo de más de 63.000 palestinos muertos, según el Ministerio de Salud de Gaza, y un número aún mayor de desplazados.

Las imágenes son desgarradoras: familias enteras huyen en caravanas improvisadas, cargando niños, mantas y poco más hacia un sur que tampoco ofrece garantías de seguridad. Como dijo Liam Cunningham ante los medios: “¿Qué tipo de mundo hemos construido, en el que las niñas planifican su propio funeral?”. Una de esas niñas, Fatima, murió cuatro días después de grabar un video en el que canta mientras se prepara para su entierro.

¿Desobediencia civil o provocación peligrosa?

El acto de la flotilla es profundamente simbólico pero también geopolíticamente explosivo. Para Israel, estos barcos representan una amenaza a su seguridad. Según el ejército israelí, cualquier buque que intente romper el bloqueo sin coordinación será interceptado, y sus participantes podrían ser detenidos y deportados.

No obstante, los organizadores aseguran que “romper el sitio es una obligación moral y legal bajo el derecho humanitario internacional”. Y este no es un esfuerzo improvisado. Cada miembro ha pasado por formaciones legales y tácticas, y las embarcaciones cumplen con criterios estrictos de inspección internacional para demostrar que sólo llevan ayuda humanitaria.

Una movilización global

La iniciativa de la Flotilla Sumud refleja también el renacimiento de una solidaridad internacional con la causa palestina. Organizaciones civiles desde América, Europa y África han participado en la logística y el financiamiento del convoy. Las redes sociales, especialmente X (antes Twitter) e Instagram, han sido una herramienta clave para ganar visibilidad.

Algunos líderes europeos como el presidente de Irlanda y parlamentarios griegos han mostrado su apoyo a la flotilla, mientras que otros, especialmente en occidente, optan por el silencio o declaraciones diplomáticamente ambiguas.

Los poderosos nos están fallando. El silencio es complicidad”, sentenció Thunberg ante un mar de cámaras. Esta movilización recuerda episodios anteriores como el de la Flotilla de la Libertad en 2010, que terminó en un trágico enfrentamiento con fuerzas israelíes donde murieron nueve activistas a bordo del Mavi Marmara.

¿Y ahora qué?

La pregunta persiste: ¿logrará esta flotilla cambiar algo? A corto plazo, el objetivo es meramente humanitario: llevar comida y medicinas a una población asediada. A largo plazo, busca establecer un precedente, presionar a la comunidad internacional y romper la narrativa que justifica el aislamiento total de Gaza.

Mientras tanto, el riesgo de confrontación aumenta. Israel ha reiterado que no permitirá ninguna violación de su cerco naval. En ese contexto, los organizadores son conscientes de que pueden enfrentarse a una operación militar. Sin embargo, están decididos: si no pueden llegar a Gaza, al menos el mundo no podrá decir que no lo intentaron.

Como gritaban en el puerto los cientos de simpatizantes catalanes: “¡Libertad para Gaza!”. Un eco que, aunque reprimido por los misiles y la censura, sigue resonando en cada rincón de ese mar profundamente político que es el Mediterráneo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press