Flavie Villanueva: El sacerdote que desenterró la justicia en la guerra contra las drogas

Con compasión y coraje, el Padre Villanueva desafió la política de ejecuciones extrajudiciales en Filipinas y restauró la dignidad a miles de víctimas

Manila, Filipinas — En un país marcado por el dolor y la represión de una guerra interna disfrazada de política de seguridad, el nombre de un sacerdote se alza como símbolo de resistencia: el Reverendo Flaviano Villanueva, o simplemente, Padre Flavie. Un hombre que convirtió su paso por las drogas en una plataforma de redención colectiva. Pero esta vez no solo para su alma, sino para todo un país herido.

Villanueva no solo ha sido premiado con el Premio Ramon Magsaysay 2025 —considerado el ‘Nobel de Asia’—, sino que se ha consolidado como una figura moral de Filipinas. Su historia va más allá del reconocimiento, pues encarna el poder de la empatía y la acción frente a una política estatal que dejó miles de cadáveres y pocas respuestas.

Una vida quebrada, una vocación renacida

Antes de vestir los hábitos, Villanueva conocía de primera mano la marginación. Fue un joven usuario de drogas, un "caso perdido" más para muchos. Pero decidió caminar el difícil sendero de la redención. En 2006 fue ordenado sacerdote católico y, en 2015, fundó el Arnold Janssen Kalinga Center, una institución dedicada a la reinserción de personas sin hogar, exusuarios de drogas y expersonas privadas de libertad.

Son más de 3,000 personas al año las que reciben alimentos, duchas, ropa y asistencia psicosocial en este espacio localizado en el corazón de Manila. Pero el alma del proyecto es otro: ayudar a quienes la sociedad ha decidido olvidar.

La fase oscura de Filipinas: la “guerra contra las drogas”

Rodrigo Duterte asumió la presidencia de Filipinas en 2016 con una promesa de hierro: erradicar la droga cueste lo que cueste. Y costó. Organizaciones como Human Rights Watch estiman que entre 12,000 y 30,000 personas fueron asesinadas en redadas lideradas por la policía, muchas veces respaldadas por escuadrones de la muerte, en barrios marginados.

La mayoría de las víctimas eran hombres jóvenes, pobres, sin acceso a defensa legal, acusados sin pruebas y ejecutados extrajudicialmente. Filipinas se convirtió en un cementerio de inocentes sin nombre, sin juicio, sin perdón. Los cuerpos eran enviados de inmediato a fosas comunes, crematorios o abandonados por falta de recursos para los entierros.

Un sacerdote en medio de la barbarie

Fue entonces cuando Villanueva perdió el miedo. A través de su iniciativa “Programa Paghilom” —o “Programa de Sanación”—, realizó una labor monumental: identificar los cadáveres de las víctimas, informar a las familias, gestionar funerales dignos (incluso cremaciones), y acompañar emocional y espiritualmente a las viudas, madres y huérfanos.

La piedra angular de este trabajo es el “Dambana ng Paghilom” o Santuario de Sanación, un cementerio conmemorativo para las víctimas de la guerra contra las drogas, ubicado en Caloocan City. Aquí, cientos de urnas reposan bajo árboles sembrados por familiares, en un acto simbólico de justicia y memoria para aquellos que la justicia institucional jamás alcanzó.

“Culpable” de sedición por denunciar lo inhumano

El Padre Flavie no escapó del ojo gubernamental. En 2019 fue acusado de sedición y conspiración contra el Estado, junto con otros líderes eclesiásticos y defensores de derechos humanos. Aunque los cargos fueron retirados en 2023 tras el cambio de administración, las amenazas de muerte no cesan.

“No tengo miedo porque ya estuve en el infierno. Ahora camino con los que nunca salieron de él”, dijo en una entrevista con medios locales en 2024. Su estilo es sereno, pero incisivo. Su labor no es confrontativa, sino restaurativa. La violencia que rechaza la enfrenta con ternura.

El contexto internacional: Duterte frente a la ley

El reconocimiento de Villanueva llega en un momento clave: el Tribunal Penal Internacional (TPI) emitió en marzo de 2025 una orden de arresto contra Rodrigo Duterte por crímenes de lesa humanidad durante su mandato. La decisión fue respaldada por diversas organizaciones filipinas e internacionales. Duterte rechaza los cargos afirmando que todo fue parte de una política de seguridad.

En este contexto, la figura del Padre Villanueva se alza no solo como un pastor, sino como un exonarrador de la verdad que el Estado intentó sepultar.

Lo que el premio realmente premia

El Premio Ramon Magsaysay, fundado en 1957 y nombrado así en honor al presidente filipino del mismo nombre, recompensa a individuos y organizaciones que “manifiestan grandeza de espíritu” y han dedicado su vida al servicio desinteresado de la humanidad.

Villanueva comparte el galardón 2025 con otros dos premiados inspiradores: Educate Girls de India, que escolarizó a más de dos millones de niñas en aldeas marginadas, y Shaahina Ali de Maldivas, quien lidera una campaña nacional contra la contaminación plástica marina.

¿Redención o rebelión? Un debate necesario

¿Puede la redención personal transformar sistemas enteros? Para algunos críticos conservadores, Villanueva es un “sacerdote politizado”. Para otros, es un profeta moderno. El cardenal Luis Antonio Tagle (exarzobispo de Manila y actual miembro influyente del Vaticano) lo ha definido como “una voz que nace del silencio de los muertos”.

Son muchos los que defienden que el trabajo del padre Flavie va más allá del asistencialismo. Es una forma de resistencia social pacífica, enraizada en la doctrina social de la Iglesia Católica y alineada con movimientos globales de justicia restaurativa.

Datos que no se olvidan: el saldo de una guerra

  • 30,000 personas podrían haber muerto en la guerra contra las drogas según ONGs.
  • 85% de los ejecutados provenían de zonas deprimidas, sin representación legal.
  • Más de 600 niños quedaron huérfanos en la región de Metro Manila entre 2016 y 2021.
  • Solo una minoría de casos ha sido formalmente investigada.

Una esperanza sin condiciones

Hoy, el Padre Flavie sigue visitando cementerios, liderando misas en calles estrechas y brindando alimentos a quien lo necesita sin pedir nombres ni rezos. Cree en una iglesia “que camina descalza entre sus pobres”. Y gran parte de Filipinas camina con él.

En su mensaje al recibir el premio Magsaysay, pronunció las palabras que mejor definen su cruzada: “Donde el Estado sembró miedo, nosotros cultivamos humanidad.”

El caso de Villanueva demuestra cómo una sola persona puede alterar la narrativa entera de un sistema. Es un llamado a no olvidar, a no ser cómplices del silencio. Y sobre todo, a recordar que detrás de cada cifra hay un rostro, una historia, una madre que aún espera justicia, y un padre como Flavie, que se niega a apagarse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press